🌼Chapter 4🌼

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-Te odio - sonrió -

-Yo la amo, Señorita, por cierto - volteó a ver al Conde - Lamento mi inoportuno gesto, mi señor -

-¿Sabes? En estos momentos no me importa lo que hagas con esta chica mientras ella se quede callada - comenzó a caminar a paso rápido por el pasillo mientras, lo seguía aquel rubio -

-¿Por qué quedarme callada? Yo soy alguien a quien a todos les agrado - sonreí - es imposible que me odien - añadí -

-Señorita, no lo haga, solo venga - lo miré desafiante -

-Ciel - musité sonriente -

-Conde Phantomhive - me corrigió - no permitiré que alguien como tú me llame por mi nombre - asentí pensando y buscando en su pasado -

-¿Crees que fue tu culpa? - dije suave, él no se detuvo - Aplastaras al que se cruce por tu camino, ¿sólo porque piensas que fue tu culpa? - volví a preguntar, esta vez, fue deteniéndose lentamente - No fue tu culpa - susurré -

-Señorita pare - escuché -

-Qué culpa tenías, tú solo querías una historia, solo una, y la que tienes ahora, es sucia, nadie se merece lo que tú, serás el que supere, te gusta la victoria, ¿verdad? - eso lo detuvo, me acerqué - Todos quedarán a tus pies, pero solo si dejas de lamentarte, en el ajedrez, si dudas durante demasiado o si tiemblas al hacer un movimiento, fallarás, ¿pero tú? Eres poderoso - le susurraba cerca del oído - eso es lo importante, yo puedo solucionar el problema de ese tiempo perdido -

-N-no... No puedes - murmuró, tomé por detrás sus manos abrazandolo -

-imagina la historia que siempre quisiste que tu madre te contara una y otra vez, esa donde la realidad se distingue de la ficción, pero aún así quieres que sea cierta, por que... Amas esa historia, una hermosa familia feliz, ellos a tu lado siempre, dándote amor y protección y... Cariño - eso hizo que derramase una lágrima agachando la cabeza - yo puedo crear tu propia nueva historia, Ciel - apoyé mi cabeza en su hombro mirándolo, mi boca quedó cerca de su oído - elegirás tú el camino y yo pondré las rosas y chocolates - le susurré captando su atención, su piel se eriza levemente y me mira -

-Es suficiente - Sebastian me tomó de la cintura y me quitó de aquella posición, gruñi - ni se le ocurra seguir - me decía algo enfadado, me alzó en sus brazos nuevamente-

-Sebastian, suéltala - ordenó Ciel, sonreí victoriosa, Sebastian me bajó de mala gana- Vámonos ya, no quiero hacer esperar a la Reina.

Narrador Omnisciente

=Rose... ¿Qué haces hermosa? =

Aquello lo pensaba Sebastian, tratando de comprender cómo su amo cayó tan fácil, aquella muchachita era lista.

Rose, de forma delicada, tomó de la mano al Conde, quien, ni siquiera apartó la mano, e incluso, el chico proporcionó una suave caricia con el dedo pulgar.

Eso puso al mayordomo celoso, se supone que era su "pequeña" no de nadie más, no podía soportar el hecho de que la chica le odiase y quisiese tomar venganza.

Se supone que aquella muñeca Demoníaca era especial, podía leer el pasado, y, como un toque divino, podía hacerse de rogar, tenía ese toque que hacía que todos la quisiesen, todos aman a una persona que piensa igual, que sabes que va a ayudarte.

Esto siempre ha funcionado en humanos, ¡claro que sí! Pero en Demonios era diferente, muy diferente.

Aparentemente, ella era la única en su especie, algunas como función divina, podían tener aquel toque de elegancia, o éxito, u objetividad, pero la chica tenía todo a su favor, era hermosa, ojos rojos que brillaban cuales rubíes con cabello castaño, el cual le llegaba hasta la cintura, lacio y si ella se lo proponía, podía cambiar ciertos aspectos, su cabello podía ponerlo con rulos, hacerlo más largo o más corto, podía incluso hacerse más alta, más esbelta, pero no, ella en un cierto punto quiso decidirse por un cuerpo que tendría por siempre.

Su problema fueron los ángeles, la detectarian con demasiada facilidad.

Pero se las arregló, escapando y escapando constantemente.

Aquellos 5 seres entraron al propio despacho de la Reina, la cual sonrió satisfactoriamente al verlos, pero prontamente, fijó su mirada en la niña, la que le sonrió contagiando su alegría.

-Su majestad - dijo el Conde Phantomhive acercándose para dar un beso tosco en la mano de la señora- Espero y me perdone por la tardanza - le sonrió.

-Espero y nos perdone por la tardanza - replicó el rubio quien señaló a la chica - ella fue la causa -

-¡Hey! - se cruzó de brazos pero rápidamente volvió la mirada - Discúlpeme por favor, su majestuosa presencia - dió una reverencia graciosa, la mujer rió parándose de la silla, la cual crujió.

-¡No se preocupe! - dijo - ¿cómo te llamas querida? -

-Me llamo... Rose, mucho gusto -

-Ella es... Una amiga de Alois - le sonrió, el rubio se aproximó -

-También es muy amigo de Ciel, tenía que ver como quería besarla antes de entrar - la Reina rió, sin embargo, el pobre chico estaba colorado de vergüenza.

Alois, por su parte, reía poniéndose del lado de la Señorita.

-Esto... Discúlpeme por eso - balbuceó mirando a la Reina.

-¡No te preocupes! Ya me estaba preguntando cuando iba a conocer a tu novia, eres un chico muy amable Ciel, deberías de disfrutar la vida- le aconsejó -

-Yo... Sí - decía él, tratando de pensar el porqué la Señora no recordaba que él había dicho anteriormente que su "novia" se llamaba Elizabeth, pero, no le importaba, mientras la señora hablase de la tarea que antes había de culminado con éxito, todo bien.

-Por cierto...

Mi Pequeña DiablillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora