🌼Chapter 12🌼

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Aquí me excuso y luego sigues leyendo.

1- estoy atareada con la secundaria y me adentré en una universidad mientras tanto para ver como me irá con lo que quiero estudiar.

2- se me incineró (al total sentido de la palabra) mi anterior celular, la batería se fue a la puta, y voló, ahrr, me compré uno nuevo y ahora ya puedo escribir.

3- mi imaginación se fue a una de Jeff the Killer y... Bueno, me entretuve escribiendo otras cosas.

4- ¡sigue leyendo! :D






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-¿por qué no me has pedido ropa o algo? - carcajeé -

Estábamos caminando por una zona de Londres muy conocida.
Mi corazón latía rápidamente, porque, sabía y sentía que algún ángel estaba cerca. Tenía miedo, mucho miedo.
Pero, quería de verdad salir con Ciel.

Él parecía tan emocionado y me miraba con ojos brillantes. Cada cosa que le decía sobre mí, parecía guardarlo con aprecio.

Decía bromas ridículas, me reía bastante por su humor inteligente.

-Porque no me gusta comprar ropa- me encogí de hombros - no necesito tanta ropa, Sebastian ya me compró unas cuantas cosas y con eso ya es suficiente -

-Oye - lo miré - qué te ocurre - su seriedad me detuvo en seco, apretó sus labios y negó, nos movimos hacia una parte algo desierta y con poca luz, aunque aún así, había gente, pero el negocio de detrás nuestro, estaba clausurado. Me dio un escalofrío-

-¿c-con qué? -

-Estás temblando y miras hacia todos lados desde que vinimos - me tomó de la muñeca - qué te ocurre- susurró.

-n-nada - tartamudeé, pero al ver que no me creía, seguí hablando - algo, nada serio- encarnó una ceja - pasa muy pocas veces - traté de calmarlo. Pero tenía un tic, y si trataba de mentir me lamía los labios, los mordía o me temblaban, o peor, hipaba. Por lo cual se me hacía bastante mal tratar de mentir.

-No sabes mentir, dímelo ahora, si es algo que arriesgue tu vida, me lo dirás - me apretó fuertemente el brazo, un picor en esa zona me hizo jalar para que me soltase, me froté el brazo, apretó sus puños, estaba enfadado -

-hay... ángeles cerca - le murmuré - pero no interesa, no creo que me tomen si...

-¿Estás loca? Sebastian, Sebastian ven aquí ahora - me apretó la muñeca nuevamente - hablaremos de esto más tarde- agache la mirada.

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-Estás en serios problemas Rose -

Ciel caminaba de un lado al otro de la habitación. No se lo habíamos dicho a Sebastian, ya que él lo había sentido al igual que yo y me prometió castigarme al día siguiente. La luz de la luna entraba por las ventanas, las cuales notaba lo limpias que estaban, seguramente Sebastian estuvo ocupado.

-No puedo creer que te hayas arriesgado de esa manera - no sabía que contestarle por lo que, lo única que se me ocurrió fue tomar la manta blanca y gruesa de la cama y cubrirme para hacerme una bolita- no hagas eso - se cruzó de brazos enfrente mía - Quítatelo - negué- he hecho una orden - achine los ojos, me quité la manta - muy bien, ahora, Sebastian me dió esto - era una regla de madera, la acarició desde la punta hasta el final y golpeó la cama muy cerca de mí, su cercanía se volvió un nudo en mi estómago, su superioridad me hacía temblar de vez en cuando, ahora era cuando, tragué en seco para negar - Vamos a usarlo - su voz se hizo gruesa dándome a entender su punto.

-N-no no -

-Sí sí - sonrió - serán 5, Sebastian te dará los restantes mañana- apreté mis puños en mi falda, vi mis pies, me había quitado mis zapatos luego de entrar a la habitación, no pensé que Ciel estaría tan molesto, por lo que me tiré a la cama y le sonreí a una cara amargada, sería y enojada.

-No se vale, yo sólo quería que te diviertas - suspiró, dejó la regla encima de la mesa - lo siento- traté de persuadirlo, tal vez no pueda hacerlo con Sebastian, pero con Ciel era otra historia, creía fielmente en que, si quería y me esforzaba, podría lograr lo que quisiese con él. Pero Seb me había puesto una regla, si usaba mis poderes él lo sabría por una "seña" que me había hecho, lastimosamente, tuvo que releer sus libros antiguos para recordar cómo se hacía, me repetía una y otra vez que era imposible que encontrase aquel libro en latín. Habían sólo 3 en el mundo, y uno lo había tenido yo, pero los Ángeles me lo robaron y ahora, las cenizas vagaban por Groenlandia.

-No lo sientas, primero, quiero que lo recuerdes, es tu seguridad, además, siempre podemos divertirnos aquí - corrió un poco de mi cabello para besar mi mejilla- cuando Sebastian me dé luz verde, jugaremos, mientras tanto, sobre mis piernas, ahora.





Mi Pequeña DiablillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora