-Algo que sea concedible - sonrió -
-Es algo concedible - me miró - ¿o no hermosura? - wow
-Ciel... Claro que sí, solo que Sebastian no se acostumbra a compartirme - lo miré - no fue al jardín de niños - susurré, rió -
-Señorita, me gustaría mucho poder decirle que con gusto la compartiría, pero mi amo no lo permitiría, y además, usted estuvo en mis manos antes, y, las expresiones de afecto me molestan en gran manera cuando es frente a alguien más, pero con deseo la besaría toda la noche frente al Conde si fuese una cuestión que no importase -
-No me importa - sacudió Ciel sonriente - si yo no miro no está -
-Concuerdo - sonrió
Rayos, esto irá mal.
Sebastian me abrazó más fuerte, Ciel, aún con una sonrisa, se acercó para besarme en los labios y prontamente, irse.
-Niño mimado - Tragué en seco -
-que... ¡Qué divertido! - reí - ¡otra vez! - traté de salir del agarre de Sebastian, pero él no me soltaba -
-Rose, niña mala - me quedé unos minutos mirandolo, me señalé - sí, usted, esto no se hace pequeña, apenas ha conocido a mi amo ¿y se atreve a traerlo a jugar su juego? No - unas lágrimas salieron por su reproche -
-¡Sueltame! - lo empuje, caí al suelo, corrí fuera de la habitación.
Tito había salido de una, y cuando me vio, me tomó en brazos.
-¿Qué le ocurrió? - quitó mis lágrimas - ¿se encuentra bien? - negué, lo abracé - Tranquilicese, ¿quiere una taza de té? - asentí - muy bien -
-Discúlpeme, Señor Claude, ahora mismo, la pequeña tiene algo conmigo, ¿puede bajarla? - negué rápidamente -
-Lo lamento... - comenzó.
-Esta es la segunda semana del mes- Reatribuyó, Tito me miró -
-Lo lamento mucho Ro - me bajó - pero yo no puedo con lo que necesitas - asentí -
-De acuerdo, gracias Tito - lo besé en la mejilla, se fue suspirando.
Sebastian me abrazó por detrás.
-A usted sólo le gusta mi chocolate- asentí sintiendo sus manos acariciarme el estómago -
-Quiero sólo leche - me besó el cuello -
-Deje de coquetearme - susurró -
-Lo lamento, es costumbre - me tomó la mano y caminamos hacia las escaleras para dirigirnos a abajo.
Alois estaba sentado en el sofá, con un periódico en una mano y un té en la otra, Claude se había parado a su lado, miraba a Ciel en reojo y desvió su vista para fijarla en su amo, el cual puso las piernas sobre el blanco sofá, acomodándose.
Ciel, mientras tanto, me señaló un sitio a su lado dándome una sonrisa corta, corrí hacia allá y me senté a su lado.
-Ciel - susurré, abrí el periódico para extenderlo y cubrirnos de las vistas -
-¿qué haces? - una sonrisa algo pícara cubrió su rostro -
-No te preocupes - besé su mejilla - ¿Quiéres jugar al ajedrez? Veo que te gusta mucho, podrías enseñarme- se sonrojó -
-C-claro que sí -
El periódico fue retirado, y una taza de leche fue puesta en mis manos.
-Disfrute - me sonrió.
-Gracias Sebastian - murmuré, al darle un sorbo, volví a verlo - está delicioso -
-Alguien puede explicarme ¿qué rayos dices, haces y ejecutas? Por que, por lo que yo sé, sólo eres una niña que debería estar muerta y en menos de 24 horas, ya tienes a dos demonios y a un umbécil comiendo de tu mano - le di un largo sorbo a mi taza para levantarme -
-Lamento que seas así, Alois, créeme que si hubiese sido yo, también lo habría hecho igual, además, ambos sabemos que lo que de verdad te molesta, es que Claude no te preste la debida atención, esto - le sonreí - esto indica una dura niñez, y carente de una figura adulta - caminé hacia él, me senté a su lado - no necesitas conseguir la atención u aprobación de alguien que no te quiere - me miraba, sus ojos se agrandaban a cada palabra - alguien amará tu personalidad sádica, Alois - tragó en seco -
-Cásate conmigo -
-¡Wow wow wow! Esto ha ido muy lejos -
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Mi Pequeña Diablilla
Romance¿Sabía que los humanos son más que fáciles de enamorar? Eso sí, sólo si eres un espécimen bastante extraño de Muñeca Demoníaca. Como Rose. Como ella, como mi todo, yo la había conocido hace años y años, milenios incluso, usted ni había nacido, ni ha...