Capítulo 4

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Capítulo 4

San Ysidro, San Diego, California.

12 años atrás.

•─•─•─• Jay •─•─•─•

           Ella está llorando de nuevo, no entiende que a mi papá le enfurece mucho eso, se pone muy molesto y la puede lastimar, pero como podría es una bebé. Me levanto gateando, espero que él no me vea, o se enojará conmigo y tampoco quiero eso.

            Paso frente a su cuarto con cuidado, intento ver sobre la cama, él no está. El reloj de la cocina marca las tres de la mañana, debería haber llegado, pero qué importa, estamos mejor sin él.

           Llego al cuarto de mi hermana; antes de que naciera era un armario, nuestro apartamento es muy, muy pequeño, es sucio y feo. No es fácil llegar aquí, hay un montón de edificios, canales y construcciones sin terminar alrededor. Siempre nos estamos mudando, brincando de un sitio a otro, y no entiendo por qué.

            Abro la puerta y doy un pequeño brinco de susto. —No sabía que estabas aquí —susurro.

             —Yo sí estaba segura de que vendrías —dice mi mamá en voz baja.

            Está sentada en el sueño con mi hermana en sus brazos, ella todavía se retuerce, lloriqueando, mientras mamá pasa su pulgar con suavidad en la frente de ella.

          —¿Cómo lo sabías?

          —Ya tienes 8 años, Matthew, se siente cuando gateas hacia acá, además, siempre que ella llora, eres el primero en llegar.

           —No me gusta que lo haga.

            —Lo sé —me hace señas—, acércate.

           Me siento junto a mamá en el piso y mis ojos se van a la nena en sus brazos. Hayley nació hace dos años, tiene el cabello castaño y liso como yo, pero sus ojos son verdes como los de mamá, parecen muñecas.

           —¿Por qué papá no la quiere? —miro a mamá y luego a mi hermanita—. Es muy linda, llora, pero se calma muy fácil.

          Mamá junta sus labios en una mueca —No pienses eso, es solo que él se molesta fácilmente, y ahora tiene mucha presión.

          —¿Dónde está ahora?

          —Trabajando, volverá pronto; será mejor que vayas a dormir, mañana tendremos una lección de matemáticas.

            Me quejo. —Me gustan más los libros, ¿cuándo me llevarás de nuevo a la Biblioteca?

          Ella suspira. —Pronto, ahora ve a dormir.

            La bebé ya se ha calmado, así que asiento y me levanto. —Buenas noches —le digo.

          —Buenas noches, mi niño, te amo.

         —Y yo a ti mamá.

           Ella dice que "no piense eso", pero sé que mi padre no la quiere, nunca tocó la panza de mamá, ni le habló, desde que Hayley nació nunca la ha cargado, ni le habla, incluso evita mirarla. Y desde que supo que nacería comenzó a estar menos tiempo aquí.

          De cualquier manera, preferiría que tampoco me quisiera a mí, que me ignorara también, así no tendría que soportar sus palabras, y sus golpes y su olor a licor.

#1 Sonidos Mudos (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora