Capítulo 29

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Capítulo 29

•─•─•─• Jay •─•─•─•

   Un depósito viejo, ¿por qué no me extraña? Es el lugar perfecto para hablar con un maldito criminal. Aún no puedo creer que esto realmente esté pasando, supongo que, aunque siempre esperé que hubiese muerto, en algún punto imaginaba que un día tendría que volverlo a ver.

    El lugar es demasiado solo, entrené años para enfrentarme a cualquier riesgo que se presentara, pero mentiría si no dijera que me asusta esta situación, sé con qué clase de gente se juntaba mi padre, la última vez que lo vi, y no creo que ahora este muy lejos de esa vida.

    Me siento sobre uno de los bloques de escombro, ya es la hora acordada, pero no hay señales de nadie. No quise comentar donde sería el encuentro, o no me dejarían venir solo. Ahora no sé si fue una buena decisión.

   —Hijo.

    La voz gruesa y desagradable, penetra en mis oídos, trayendo un sinfín de recuerdos escalofriantes en tan solo un segundo, la rabia se enciende en mí automáticamente, tal como antes. Me pongo de pie de inmediato buscando donde está, hasta que entra en mi visión.

    Ha envejecido, el mismo infeliz acabado y descuidado, no deja de ser una piltrafa, y por si la vida fuese más injusta, sigo viéndome parecido a él. Gracias a mi madre por darme sus genes, y así no parezco un maldito clon del tipo.

    —Te ves bien, creciste —sonríe pasando la mano por su barbilla— supongo que, si peleo contigo ahora, podrías darme una paliza.

    Maldito, parece divertirle el comentario, solo me hace recordar al pequeño niño muerto de hambre al que golpeaba hasta casi dejarlo sin vida. Al menos le queda algo de inteligencia y se mantiene distancia.

   —¿Qué quieres?

   Se sienta en un bloque. —¿Alguna vez te conté del trabajo que tenía tu madre cuando la conocí?

    —¿Qué quieres? —repito con tono amenazante.

    —De acuerdo te contaré, no insistas.

    Me recuesto de la pared a mi lado, tratando de respirar profundo para no ir a matarlo en este mismo momento.

    —Leslie trabajaba en club, que yo solía frecuentar, era la mejor, un ángel, por si aún lo dudas, sí... —sonríe— tu madre tan amada, era una prostituta, la favorita del jefe. Yo era su fiel cliente. Mi familia me había dejado fuera, solo porque me gustaba relajarme con algunas drogas —se ríe— me abandonaron en la calle como un perro.

    —Pero Leslie me trataba bien, así que le ofrecí, fugarnos, ella pensó que yo era su salvación, así que se fue conmigo, la ocultaba y ella me aceptaba como era, todo iba bien.

     Toma un trago de la botella que tiene en la mano, es de ese tipo de personas a las que no puedes llamar borrachos, porque simplemente ya el alcohol se volvió parte de él.

    —Hasta que todo se vino abajo —me señala—, tú apareciste y lo dañaste todo, todo... ella comenzó a quejarse de su vida, porque el bebé necesitaba algo mejor —dice con desagrado—, el bebé no puede vivir así, el bebé, el bebé, el bebé, ella comenzó a ser igual que mi familia, empezó a regañarme y juzgarme, por tu culpa perdí a mi Leslie.

    Toma otro trago.

    —Comencé a beber, por tu culpa, a trabajar hasta la noche en esos buenos bares —sonríe—, entonces adivina que... —me mira y sonríe con ironía—. Nació esa criatura molesta a la que llamas hermana, y ¡adivina que más! —grita— ¡yo no había dormido con Leslie desde que tú llegaste al mundo! —tira la botella al suelo haciéndola añicos.

#1 Sonidos Mudos (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora