Estaba montada en su caballo, recién levantadas las dos, ella con mi camiseta blanca, con la que yo siempre dormía, y nada más. Me di cuenta que sus labios resaltaban mas por la mañana, y que sus ojos estaban medio cerrados, y su voz, su voz ronca, pronunciando mi nombre.
-Alex- dijo captando mi atención y dándome la mano para subirme detrás suya. Me subió y yo pasé mis brazos por su cintura, le di un beso en su nuca después posando mi cabeza en su hombro.
Dábamos un paseo por sus tierras privadas. Mi cuerpo pegado al suyo, ella a veces miraba atrás de su hombro donde yo estaba apoyada y me sonreía posando su mano en mi mejilla acariciandola. Y después bajando esa mano a mi pierna.
-Me encanta que te pongas mi ropa- le dije cerca de su oído.
-A mi también, huele a ti-
Después del paseo a caballo fuimos a su casa. Pasamos toda la tarde con su familia en el jardín, en la piscina. Elettra era cariñosa conmigo frente a todos y eso me sorprendía porque es muy reservada para sus cosas. Pues no, me cogia en brazos dentro del agua y me abrazaba y me besaba. Yo me reía en sus labios por como jugaba conmigo, sumergiéndome en el agua con ella.
-Alex ven aquí conmigo- me gritó desde la ducha, yo estaba en mi móvil y vi la foto que había colgado Andrés, estaba en Bologna. Esto me parecía muy raro, pero me lo quite de la mente y decidí no decírselo a Elettra para no darle más vueltas.
-Voy Eli- le dije dejando mi móvil y levantándome de la cama. Mientras me acercaba al baño la vi, desnuda tan sensual de espaldas, frotando su melena.
-Que bonita eres nena- le dije desvistiéndome y vi cómo ella se mordió el labio mirándome.
Me metí lentamente en la ducha cerrando la puerta transparente. Solo veía el vapor y a ella, mirándome de arriba abajo sin perderse ningún detalle de mi cuerpo desnudo. Me acercó a su cuerpo mojándome por la ducha que estaba encima suya. Me echo hacia atrás mi pelo mojado acariciándomelo. Y me besó.
Sus manos recorrían todo mi cuerpo con facilidad por el agua que caía por nuestros cuerpos. Cerraba mis ojos cada vez que me tocaba en la intimidad, dedicándome a pasar mis uñas por su espalda. Así era feliz, con nuestros cuerpos unidos, sintiendo su piel contra la mía, ahogando mis gemidos en su boca. Acabando bajo el agua que nos corría, mirando esos ojos tan preciosos, tan míos, tan complacidos por mi placer.
-Te quiero - dije acariciando su mejilla. Observando su piel, su pelo, como se fundían con el agua. Y yo intentando coger aire por lo de antes, pero no podía, porque era tan preciosa en ese momento que lo único que hacia mi corazón era acelerarse.
Y me besó una vez más haciendo que mi espalda se pegase a la pared.
Después de esa ducha, nos vestíamos.
-¿Tienes hambre amore?- dijo acercándose y rodeándome por mi cintura.
-Si un poco-
-Pues voy a bajar a traerte algo- dijo, me dio un beso y se fue.
*
Estaba cogiendo frutas y algún chocolate para Alexandra, por sorpresa no había nadie en casa y el timbre sonó.
Fui a ver quién era por las pantallas de seguridad, y ahí estaba, era Andrés. Que coño hacía aquí en mi casa, en Bologna. No paraba de pegar con brusquedad, iba a acabar rompiendo algo así que me dirigí hasta la puerta de entrada.
Y la abrí.
-Que haces aquí. Déjanos en paz ya.- Le dije muy enfadada. El solo sonreía vacilándome.
-Mira he venido hasta aquí por ella, pero ya de paso estoy con mis amigos por ahí de fiesta. Se perfectamente que cuando me vea se va a venir conmigo. Así que te la voy a dejar un día más para que la disfrutes lo que puedas- como podía hablar así sobre Alex, me daba mucha rabia, la trataba como un objeto.
-Que dices estas muy mal eh, ella esta conmigo, no quiere verte acéptalo.- dije con seguridad pero en el fondo empecé a tener miedo.
-Mira niña, Alex me conoce de hace muchos años ¿y a ti que? desde hace meses.-
-Si muchos años pero ella me quiere a mi, que te entre en la cabeza- El suspiro, ya parecía molesto por mis palabras.
-Me voy a ir, paso de hablar con una niñata. Acuérdate de lo que te dije- dijo andando hacia atrás, hasta que cerré la puerta.
Fui corriendo hacia mi casa, soltando lágrimas, tenía miedo, tenía que verla ahora,abrazarla y no soltarla.
Decidí calmarme un poco en la cocina, decidí no contarle nada, no quería hablar de esto ni preocuparla. Me limpie las lagrimas, cogi la comida y me dirigí hacia la habitación.
Estaba tumbada de lado con su albornoz puesto, sus ojos cerrados, su cara pálida, su pelo dorado que había crecido. Me gustaba tanto, me atraía como ninguna lo había echo, era lo opuesto a mi y eso me encantaba. No quería perderla, no quería ni pensarlo.
Me tumbe al lado de ella mirando su cara, le acaricie el pelo mirando todas sus facciones para nunca olvidarlas y tenerlas grabada. Sus labios se tornaron en una sonrisa y su brazo paso por mi cintura acercándome más.
-Has tardado mucho nena- Abrió sus y cuando me vio se mordió el labio rápidamente y me besó sin aguantar las ganas. Esos gestos hacían que yo confiara mas en ella, en que no me iba a dejar.
-Ya es que no sabia que traerte- dije pasando mi mano por su cuello.
-Y que me has traído- me levante y lleve las fresas y el chocolate a la cama.
-¿Te gusta?- dije en modo seductor sentándome sobre su cuerpo.
-Mucho- Cogi una fresa y me la puse en la boca y me incline hacia ella dejando que muerda la otra parte.
-Mmh que bueno esta- murmuró en mis labios, profundizó el beso saboreando el sabor de la fresa.
-¿Yo o la fresa?- dije en plan juguetona.
-Tu cariño- dijo atrayéndome hacia ella otra vez.
-Por cierto una tal Julia te ha escrito, en plan muy cariñosa- dijo un poco celosa.
-A si, es mi amiga de la infancia, no te tienes que preocupar por nada- dije alcanzando mi móvil y mirando los mensajes todavía encima de Alexandra mientras se comía algunas fresas.
Yo le sonreí por la cara que tenía, estaba seria mientras se las comía, me encantaba cuando se ponía así de celosa.
-¿Que?-
-Amore no te tienes que poner así, mira me ha dicho que si quiero quedar con ella y otras amigas para salir mañana por la noche, y tu te vienes conmigo- dije mordiendo la fresa que tenía entre sus labios.
-Si y eso de decirte 'amore'- dijo en su tono italiano. Y yo me reí, intentando besarla.
-Eso solo me lo dices a mi- dijo haciendo pucheros.
-Amore mio, solo te lo digo a ti, eres mi único amor- dije dándole un tierno beso.
Ella lo siguió abrazándome por la espalda y profundizando más, siempre lo hacía, siempre quería contacto con mi lengua, esa necesidad me encantaba.
-Te creo-
Ya no me preocupaba nada, no me preocupaba Andrés. No tenía dudas de nuestro amor y por una vez iba a confiar en alguien.
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