La programación del festival duró casi tres horas. Todo mi equipo de trabajo estaba absolutamente motivado con este evento y las ideas llovían. Las propuestas de bandas nacionales eran interesantes y era primera vez en el país que se generaba un evento de tal magnitud solo para la nueva música. Además, aprovechamos la venida de Ed, para elegir a la mejor banda del certamen para que fuera la telonera de este gran artista. Así seguimos ayudando a la música emergente. Todos estábamos entusiasmados y considero que todo quedó perfecto. Ahora solo nos quedaba concretar.
Salí de la sala de reuniones. Alisté unas últimas cosas con Sofía y sentí la voz de Tomás a mi espalda.
—Tomás, lo siento. No estoy de ánimos —lo frené y entré en la oficina para tomar mis cosas e irme.
—Trini, sólo quiero invitarte a cenar...
—Perfecto. Pero no me siento bien. Quiero llegar a mi casa y descansar.
—¿Quieres que te acompañe?
Tomé aire y lo miré.
Definitivamente los hombres no entienden las indirectas. Y cuando una es directa se enojan.
Sería directa.
—No, Maite se irá a quedar conmigo. Estoy en mis días, quiero hormonas femeninas a mi lado para descargar lo insoportable que estoy y que me entiendan. No quiero testosterona. Ahora, permiso —le dí un corto beso—. Nos vemos mañana.
—Pero, ¡a la mierda!
Lo escuché pero hoy no. No tenía ganas de estar para los demás, menos para él. Menos con Simón en la cabeza.
Durante el camino miré cómo el auto pasaba a toda velocidad por la autopista. Me quité los tacos, iba semi acostada en el asiento de atrás. Las luces pasaban, los autos pasaban, los minutos pasaban y el sol se escondía dando paso a la oscuridad.
Mi casa me acogió, tibia y con olor a comida. Saludé a mi Nani, la señora que me ha cuidado prácticamente desde que nací.
—Te hice un pastelito de Maracuyá —me miró y sonrió, pero su cara cambió. Debía estar realmente como un zombi—. Mi niña, ¿te sientes bien?, ¿necesitas algo?
—Estoy en mis días, Nani. Debe ser eso. Ve a dormir, o no sé. Quedas libre. Viene Maite —le sonreí.
—Estaré en mi pieza, cualquier cosa que necesites me avisas.
Asentí. Me dió un abrazo y se retiró. Caminé a mi pieza y pasé directo al baño. Me quité toda la ropa. Observé mi reflejo en el espejo mientras esperaba que el agua se calentara.
—Seis años y cómo he cambiado. Seis años y todo pudo ser diferente.
Me metí en la ducha y dejé que el agua se llevara todo, al menos pensaba en eso. Cada recuerdo, cada momento, cada emoción que salían de mi interior en una lágrima se fundieran con el agua y se fueran de mi.
Salí y me vestí con pijama cuando estuve más tranquila. Fuí hasta el living y dejé la televisión con cualquier canal cuando el timbre suenó.
—Es la señorita Maite —apareció mi chofer anunciando.
—Siempre que sea ella, déjala pasar —le sonreí. Él asintió y se fue. Diez segundos después apareció mi amiga con un pie de limón en la mano derecha y ¿cervezas?, en la izquierda.
—Mira, ¡qué rico!
Iba a ser una noche bastante agridulce.
—Nani hizo uno de Maracuyá —reí.
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Cruel corazón
RomanceSiempre culpamos a los hombres por cómo hacen sufrir a las mujeres... Bueno, aquí hay una mujer que hizo sufrir desmedidamente a un hombre que la amaba con todo su ser, que se entregó completamente y que, sin embargo, ella desechó. A veces pien...