Ya olvidado todo el asunto, volví a mis quehaceres con total normalidad. De eso me convencía cada mañana. Aunque, con toda sinceridad, cada vez que pisaba la calle una corriente recorría mi espina dorsal y todos mis sentidos se alertaban a que me lo pudiese encontrar. Además, aún el hecho de que Maite lo tuviera de amigo y no me dijera me inquietaba. Yo no le iba a preguntar. No quería que el innombrable fuera tema de conversación. Intentaba con todas mis fuerzas no pensar en nada que tuviera que ver con él. Cada vez que venía esa corriente, hacía lo humanamente posible por cortarla y hacerla desaparecer. Y cada vez que él venía a mis pensamientos, los frenaba y me ocupaba de cualquier cosa.
Por otro lado, estábamos ya ad-portas del festival de bandas emergentes. Mi equipo había seleccionado a las mejores, definitivamente. No quedaba nada. Sólo un par de días y estaríamos en el Estadio Nacional con el evento a reventar.
Y para seguir con mi plan de mantenerme ocupada, caminé hasta la oficina de mi pololo. Sin tocar la puerta, entré. Él levantó la mirada sorprendido. No solía hacerlo.
—Mi amor...
—¿Estás muy ocupado? —dije apoyada en la puerta.
Dudó.
—Estoy... No, esto puede esperar. ¿Qué pasa?
Preocupado se levantó y caminó despacio hacia mi. Era la peor mujer que existía en el mundo. Lo tomé de la camisa y corté la distancia tirándolo hacia mí. Uní mis labios a los suyos y rodeé su cuello. Sus brazos rodeaban mis caderas, pero luego sus manos aprietaron mis glúteos. Puse el pestillo de la puerta y me arrinconó contra la pared más cercana.
—¿Estás segura? —entre besos asentí. Entendía su pregunta. Nunca antes había querido tener sexo en la oficina. Desabroché su pantalón, y tuve la excusa perfecta para olvidarme un rato de todo.
Cuando ya creía tener todo bajo control y mi mente había vuelto, digamos que a la normalidad ingresé a mi oficina y la bomba se dejó caer.
—Estamos con problemas de licencia para el festival —llegó uno de mis trabajadores a mi oficina después de golpear.
—¡Qué! Pero si todo estaba en orden —tomé el archivo y comencé a revisar los papeles.
—Todo está en orden —dijo nervioso.
—¿Entonces? No entiendo Hugo...
—Creo que el encargado del recinto quiere recibir algo a cambio.
Rechiné los dientes. ¿Es que puede existir gente más aprovechadora en este país?
—¿Te dijo cuánto quería? Es que, no es justo, vamos con todas las de la ley, somos una productora reconocida y bien calificada y este idiota quiere que entremos en su juego... Esto no se va a quedar así. Déjame esto acá, vuelve a trabajar y cuando salgas dile a Sofía que entre.
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Cruel corazón
RomanceSiempre culpamos a los hombres por cómo hacen sufrir a las mujeres... Bueno, aquí hay una mujer que hizo sufrir desmedidamente a un hombre que la amaba con todo su ser, que se entregó completamente y que, sin embargo, ella desechó. A veces pien...