- William cuantos años tiene tu institutriz
- no lo se tía cómo 70 creo
- ay hijo y crees que ella pueda educar a tus hijos, las cosas han cambiado, además la señora Jons está muy cansada he hablado con ella pero ella quisiera retirarse
- así y ella porque no me lo ha dicho
- a pues son cosas de mujeres hijo y por eso estoy aquí para apoyarte, así que es mejor que mandes a descansar a la pobre señora y por institutriz nueva no te preocupes conozco una señorita muy honorable, de buena familia y es muy inteligente y joven le ayudara a tus hijos
- tía porque tantas flores para esa "señorita"
- hijo esque la aprecio mucho y bueno se que ella será excelente para tus hijos
- tía...No estarás planeando algo, te conozco
- está bien si planeo algo, pero no es mal para ti, no pienses que te estoy buscando pareja, mira solo quiero ayudar a esa pobre muchacha a salir de su casa, ella lleva una vida muy dura y me da sentimiento verla sufrir ella es tan buena, si tú la vieras
- tía no soy casa de caridad
- lo se hijo lo se, enserio ella es muy inteligente, fue criada en el nuevo mundo, es muy refinada sabe mucho
- no preguntaré más, puedo tener una entrevista con ella, quiero que tú estés presente
- claro hijo dime cuándo y yo mismo te la traigo
- me asusta tu alegría tía
- hijo...
- está bien, mañana a las 10 así mis hijos la conocen y si a ellos les parece lo pensaré
- hecho, bueno me voy a darle la buena noticia y tu encargate de la señora Jons, ya ella solo espera que tú hables con ella.
- no cambias tía, no cambias...
Priscila Whatson tía del Conde William, era de las pocas mujeres en las que el Conde confiaba, la razón, años atrás fue víctima del engaño de la mujer que mas amaba.
***
Elizabeth Crow, hija de familia distinguida, educada en el nuevo mundo y no por cariño más bien por obligación por no tenerla cerca, su padre la había enviado a América desde muy pequeña para mantenerla alejada de el, la razón el la culpaba de haber matado a su madre al nacer y su parecido a ella era tal que el no soportaba verla, pero el tiempo de regresar llegó y Elizabeth fue víctima del maltrato de su padre.
Ella era muy inteligente, había nacido con ese don, y eso la había salvado varias veces pero no todas, ni la última donde su padre la golpeo tanto que la dejo mayugada y con heridas abiertas.
Su única amiga la señora Whatson que por el carisma y el cariño con el que trataba a Elizabeth se había ganado su confianza así que la única persona que conocía el sufrimiento de Elizabeth era ella. Quien había jurado ayudarle.
Elizabeth era una joven de 26 años, ya su tiempo de joven casadera había pasado por razones familiares nunca asistió a los bailes, ella ya era considerada una carga para su padre que aunque tenían mucho dinero no quería darle a ella un quinto. Físicamente ella era menudita parecía una muñeca con su cabello castaño rizado, sus ojos verdes con rayos naranja su piel algo tostada por el sol pero que le quedaba muy bien. Inteligente, muy inteligente algunos decían que demasiado para ser mujer.
Elizabeth iba camino a la casa de la señora Whatson ella la había mando a llamar, aún que se movia con dificultad por los golpes propinados una noche anterior prefirió salir de casa lejos de su padre que quedarse ahí y espera a que el arremetiera nuevamente contra ella. No llevaba carabina porque su padre se la había quitado le había dicho que no fuera tan inútil y que se valiera por ella misma.
Elizabeth llegó a la casa de la señora Whatson, quien estaba en el jardín la esperaba con te y galletas, Elizabeth se sentó con dificultad y la señora Whatson lo noto
— querida que te sucede
— no es nada señora no se preocupe
— llámame Priscila y como no quieres que me preocupe si caminas más recta que un cadete en una marcha
La señora Whatson tocó la espalda de Elizabeth y ella no pudo evitar encogerse del dolor
— por Dios hija que ha sucedido
Elizabeth rompió en llanto y le contó lo sucedido
— no te preocupes hija, mira te tengo buenas noticias, mi sobrino el Conde William necesita una institutriz y tu eres perfecta para el puesto, quiere verte mañana para entrevistarte iré contigo no te preocupes, pero si el acepta vivirás ahí y saldrás de tu casa y ganarás tu propio dinero y podrás ahorrar y así regresar a América si es lo que deseas
— muchas gracias Priscila no se como agradecerle está ayuda
— de nada hija lo hago con gusto, sabes que te aprecio mucho
— me permites curarte las heridas
— si la verdad no me las he podido curar bien yo
Priscila mando a ordenar todo y la llevo a una habitación con su carabina Priscila curo las herida de Elizabeth, eran horribles unas solo eran marcas rojas otras habían reventado la piel y sangraban mientras la curaban el vestido fue lavado ya que se había manchado de sangre y era la capa que Elizabeth llevaba la que cubría las manchas
— pequeña no mereces estos tratos mira como tienes la espalda esto te dejará unas feas cicatrices
— no se preocupe Priscila estaré bien
Elizabeth regreso a su casa en el coche que la señora Whatson le proporciono, su padre no había llegado así que corrió así habitación, hecho llave y se escondió en el armario, tenía tanto miedo aún que mostrara temple si tenía mucho miedo.
Con el pensamiento de que podría salir de casa con un trabajo se quedó dormida sin quitarse el vestido, eso le pasaría factura en la mañana ya que el vestido se pegaría a sus heridas pero ella no medito en eso, en la mañana derramó varias lagrimas al quitarse su ropa. Y solo pensó— por favor que el Conde me contraté.
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La Institutriz
Ficção HistóricaUna mujer dañada pero llena de amor y bondad Un hombre herido por la infidelidad, viudo y con dos hijos como dicen del odio al amor solo hay un paso y Lord William lo comprobará con Elizabeth la hermosa institutriz de sus hijos.