Capítulo 5

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— Eli ya me duelen la mano de tanto escribir

— Se Eliz me duele la cabeza y tengo hambre

— de acuerdo jóvenes iré por su merienda

— Siiii pero intentaremos ganarte como última vez

— ya lo veremos

Elizabeth llevaba un mes trabajando en la mansión del Conde William y era el mes más feliz de su vida, se divertía con los pequeños Filip y Diego, cuando le ganaron su primer reto los niños no podían creerlo, fue tanta la felicidad que no cobraron su recompensa. Ahora el reto era mover sus manos en direcciones diferentes. Cada vez que lo intentaban ellos reían y reían, William disfrutaba escuchar esas risas, no había oído a sus hijos tan felices nunca los había escuchado reír con tal magnitud y a demás se notaba que sus hijos aprendían como lo sabía pues ellos le contaban con emosion las nuevas cosas que aprendían y sus modales eran impecables eso lo escucho de las damas que asistan a misa los domingos.

Aunque a William le preocupaba​ Elizabeth aunque la oia reír el notaba su la tristeza que la embargaba, el veía la añoranza en sus ojos cuando sus hijos lo abrazaban dandole la bienvenida de alguno de sus salidas, aveces cuando los pequeños iban a casa de tía y ella se quedaba sola la veía caminar por el jardín, parecía un alma herrante,hasta juraría que la había visto llorar un par de veces y lo que más lo atormentaba...Cuando eran sus días libres e iba a su casa siempre regresaba sin decirle a nadie y se encerraban en su recámara y no salía hasta el siguiente día después del desayuno. William no quería entrometerse en su vida y además el había jurado nunca fiarse de una mujer pero ella era diferente entodo los sentidos era diferente a su difunta mujer.

Era sábado, día libre de Elizabeth y eran las 10:00am el y los pequeños tenían prepara do un picnic, no quería ser un entrometido pero cuando la bajar las gradas con el cabeza baja y desanimada y pregunto

— Elizabeth, se que es tu día libre pero mis hijos y yo tenemos un picnic será que quieras unirte a nosotros, no te sientas obligada

— o William, me encantaría, ¿pero no molesto?, es su tiempo con Filip y Diego

William noto el brío de alegría ante su pedido así que dijo

— para nada Elizabeth por favor venga su presencia es grata

Elizabeth se sonrojo y a William se le escapó una sonrisa coqueta

— papá papá Eli irá con nosotros

— si hijos

— siiiii

Los pequeños subieron al carruaje y William ayudo a Elizabeth a su subir, de forma inconsciente con su pulgar acarició la mano de ella lo que causo sonrojo desmedido en el rostro de Elizabeth.

Llegaron al parque y acomodaron la manta y la canasta de bocadillos tomaron asiento y los pequeños pidieron permiso para ir a jugar William accedió y se quedo solo Elizabeth, estaban en silencio minera incómodo pero el quería saber porque Elizabeth sufría tanto y en silencio iba a hablar cuando una sombra se sirnio sobre ellos.

— Elizabeth vaya creí que irías a la casa hoy

— Rembert que haces aquí

— primita creo que yo debo preguntar qué haces aquí con un hombre sola, eso no habla bien de ti

William se puso de pie al escuchar esa acusacion, Elizabeth hizo lo mismo y sujeto el brazo de William

— Rembert ten más respeto el es el Conde William, padre de.los.pequeñis a quienes instruyó y además ellos están aquí jugando

— Ho Conde William es un gusto saludarle, solo le quiero advertirle no se fie de esa cara bonita es una arpía

Elizabeth apreto el brazo de William y agacho la cabeza, sentía mucha vergüenza por las palabras de su primo.

Rembert se fue y William quedo muy molesto ante esas palabras, se dio la vuelta y vio a una Elizabeth muerta de la vergüenza, con la cabeza baja le dijo

— pido perdón por la incomodidad que mi primo le haya causado Conde, lo mejor es que me vaya, he arruinado el día con sus hijos

Elizabeth retrocedió y se disponía a irse pero William la detuvo

— Elizabeth, no huyas o creere las palabras de ese hombre y se que no es cierto

William tomo a Elizabeth del brazo y la obligó a caminar, llamo a los niños y les indico que debían irse ellos no preguntaron pero no se apartaron del lado de Elizabeth estaban en su papel protector, ella llevaba su cabeza gacha y algunas lágrimas salían de sus ojos creía que William la despediria y ella no quería eso, no quería regresar a aquella casa donde la esperaba algo desolador. Llegaron a la casa y todos bajaron del coche, William dijo

— Elizabeth tenemos que hablar, ve a mi despacho, niños vayan a su recámara

Ellos vieron como Elizabeth iba triste hacia el despacho de su padre entonses Filip pregunto

— Papá, Elizabeth no hizo nada fuimos nosotros,no la regañes por favor

— De que hablas Filip que hicieron

— lo que sea por lo que regañaras a Elizabeth

— hijos no voy a regañar a Elizabeth solo debo hablar con ella

— ¿porque iba llorando?

— es complicado hijos pero no regalaré a Elizabeth

— no la despidaran tampoco verdad

— no Diego tampoco haré eso, tranquilos hijos si, vayan a su recámara a continuar con su tarea

Filip y Diego fueron a su cuarto pero no estaban tranquilos, ver a Elizabeth así no les gustaba, ellos no habían dicho nada pero se habían dado cuenta de que Elizabeth llevaba golpeada los días que iba así casa,no decían nada por miedo a que la lastimaran más, desde que la vieron ella les había agradado les transmita seguridad y felicidad a ellos les gustaba estar con ella, sentían como si fuera su mamá y esa sensación les gustaba.

Elizabeth estaba sentada en una esquina del despacho de William, tenía sujeta su falda y la precionaba sus lágrimas no paraban, William entró y ella se puso de pie.

— Conde por favor no me corra, por favor deme otra oportunidad, le aseguro que no volveré a arruinar un día con sus hijos solo por favor no me corra

Elizabeth calló de rodias y lloraba incontrolablemente​, William no pudo contra esa escena, Elizabeth estaba desecha en llanto, se arrodilló frente a ella la tomo por la barbilla y vio esos ojos verdes que le encantaban rojo y la nariz pequeña roja y el rostro de ella rojo, tomo cariñosamente el rostro de Elizabeth entre su manos limpio sus lágrimas con sus pulgares y la abrazo y acarició su espalda y le dijo al oido, no llores más pequeña por favor no llores más.


La InstitutrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora