6.

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Capítulo seis.

Alegría.

Alegría Torres con Gabriel Cruz, había dicho el profesor Rodríguez.

Mis ojos están casi desorbitados y en mi boca hay una mueca de desagrado.

Esto último fingido porque noto la mirada del aludido en mí.

Tengo que hacer lo que sea para alejarlo de mí, aunque tenga que fingir que su presencia me da nauseas.

El profesor sigue recitando nombres y yo miro a mi derecha. Sofía alza sugestivamente sus cejas y yo pongo los ojos en blanco.

Anoto en mi agenda lo que ha dicho el profesor del trabajo y ya sé que esta tarde me ocuparé de todo.

El timbre suena mientras yo sigo escribiendo y todos se levantan para salir fuera del aula en el descanso de cinco minutos entre una clase y otra.

Escucho un carraspeo a mi izquierda y alzo mi mirada para clavarla en la azulada de Gabriel.

Ignoro con éxito el aumento en los latidos de mi corazón y alzo una ceja.

-¿Si?

-Bueno, estamos juntos en este trabajo, ¿cuándo quedaremos?-pregunta y yo frunzo el ceño.

-No hace falta quedar, yo haré el trabajo, no tienes de qué preocuparte.-murmuro y sigo escribiendo.

Carraspea de nuevo y yo suspiro.

-Te olvidas de que tenemos que interpretar una escena ¿cierto?

Me tenso.

Sí, me he olvidado de eso.

Humedezco mis labios antes de mirarlo de nuevo.

-No me he olvidado.

-Entonces sabrás que tendremos que ensayar juntos, ¿o también quieres hacerla tú sola?-aprieto la mandíbula y sacudo la cabeza.

-El sábado en mi casa, a las seis.-murmuro y él alza las cejas, su cara palideciendo.

-¿En...en tu casa?-susurra y yo frunzo los labios, asintiendo.-Es...está bien. En tu casa el sábado a las seis.-se da la vuelta y se detiene a mitad de camino, se gira y vuelve a ponerse enfrente de mí.- ¿Y dónde vives?

Pongo los ojos en blanco, escribo mi dirección en un post-it y se lo doy.

Él lo coge con una mano temblorosa y me mira intensamente a los ojos, lo cual logra ponerme esta vez nerviosa.

Ahora la que carraspeo soy yo y vuelvo a mi tarea con la agenda.

Vuelve a sonar el timbre y Gabriel se sienta rápidamente en su asiento, causando un suspiro de alivio por mi parte.

Bueno, solo es un día en mi casa. Solo un día y ya no tendré que estar con él a solas nunca más.

Del infierno al cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora