12.

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Capítulo doce.

Gabriel.

No puedo.

Me quedo petrificado en mi coche incluso minutos después de que ella se haya ido corriendo despavorida.

Cuando nuestros ojos quedaron conectados por ese momento que me pareció tan corto, vi que algo tormentoso ocurría en su interior. Y eso solo hizo que mis sentimientos crecieran.

Si podía ayudarla, la ayudaría pasara lo que pasara.

Pero no conté con que ella no quería ser ayudada.

O eso, o que algo se lo impedía.

Y me dijo No puedo, como si yo fuera a quedarme parado sin hacer nada.

Ah, no, Alegría Torres no me conoce.

Salgo del coche y me dirijo a su casa. Alzo el puño y llamo a la puerta con decisión.

A los pocos segundos esta se abre, pero no me recibe la mirada azul de Alegría.

Un chico de unos veinticinco años me sonríe, sus hombros son anchos y mide por lo menos dos metros. Sin poder evitarlo, doy un paso hacia atrás.

-Hola, ¿quién eres?-pregunta simpáticamente y de repente he perdido la voz. Él cambia su sonrisa por una mirada de preocupación.

-Gabriel.

La voz de Alegría me saca de mi sorpresa y mi mirada se clava en la suya.

El chico nos mira alternativamente y alza una ceja.

-¿Gabriel? ¿Eres un compañero de clase?-pregunta y yo asiento.

-¿Qué quieres?-dice Alegría cruzándose de brazos y yo trago saliva.

-Hablar contigo.-susurro y Alegría pone los ojos en blanco. Se da media vuelta y se larga.

-No le hagas mucho caso.-murmura el chico y me hace un gesto para que entre.

Cierra la puerta detrás de él y lo sigo hacia la cocina.

-¿Hace mucho que conoces a Ale?-pregunta y se sienta en un taburete.

-Pues no, hace una semana que me he mudado.

Él me mira con el ceño fruncido y mi estómago se estruja. Con los músculos que tiene y lo grande que es, me asusta un poquitín.

-¿Entonces qué es lo que necesitas hablar con mi hermana?-pregunta y la última palabra me llega con retraso.

¿Hermana? Sofía no me dijo que Alegría tuviera hermanos. Y tampoco que era uno gigante.

-Oh, porque estamos haciendo un trabajo de clase juntos y necesitaba repasar con ella algunas ideas que he tenido. Pero parece enfadada o algo así.-murmuro y él suspira.

-Sí, siempre está así.-susurra y yo me siento en el taburete enfrente de él.-La has traído hoy a casa ¿no?

-Sí, parecía que iba a llover y sé que es un camino corto, pero no quería que se mojara.-mascullo y sus ojos me evalúan de arriba abajo.

-¿Y dices que solo querías repasar con ella algunas ideas del trabajo de clase?-pregunta con una sonrisita y noto que mi cara se calienta con un sonrojo profundo.

-Bueno...

De repente suelta una carcajada enorme. Tan enorme como él.

Me río avergonzado y me rasco la nuca.

Del infierno al cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora