La apuesta

9 2 0
                                    

Hoy iba a ir a fiestas de un barrio con todos los que nos juntamos en San Fermines, con lo cual, me tenía que preparar. Me puse unos shorts negros y una camiseta negra, me maquillé como siempre y salí. Entré en el bus y empecé a escuchar música hasta que Mery me llamó:
–Mery.
–Amaia, ¿puedes quedar?
–Voy a quedar con los de San Fermines para ir a un barrio, que son fiestas.
–Amaia, ¿no crees que me estás marginando por esa gente?
–¿Que dices?
Me ofendí.
–Lo que oyes. Sabes muy bien que pasas de mí y de Anna, y a ti te da igual.
–Mira, yo decido con quien salir, para nada os he marginado. Si no hais querido estar conmigo no os quejéis, adiós.
–Pero...
Le colgué. Me enfadó mucho lo que me dijo. No tengo porque estar con ellas todo el tiempo, si quieren venir qe vengan y si no quieren no les voy a obligar. Con lo cual, ellas no me tienen que exigir nada ya que no soy un objeto.
Al fin llegué, y estaban hablando de algo al parecer interesante. Decidí entrar en la conversación.
–Hola, ¿de qué hablabais?
–De que Jaime y tú os tenéis que besar–dijo Mía. Me quedé con los ojos como platos. Es verdad que me caía muy bien, pero no sabía si quería besarlo así por así.
–¡No!–dijimos Jaime y yo al unísono.
–Somos amigos, y por un tonto beso no voy a arruinar nuestra amistad.–dije sería. Él asintió. Mía solo se empezó a reír y seguimos hablando de otras cosas.
Cuando oscureció fuimos en el bus a aquel barrio. En cuanto llegamos empezamos a buscar a la gente. Nos encontramos con unas personas que solíamos estar antes, nos sentamos con ellos y comenzamos a beber.
Bebimos, reímos, hablamos, nos consolamos y nos divertimos mucho. Más tarde consolé a una amiga de mejor manera posible: besándola. Al besarla supe que tenía un pearcing en la lengua, y que besaba bien. Seguí bebiendo y de pronto me encontré a Jaime.
–¡Jaime!
–¡Amaia!
Nos abrazamos durante un minuto o más.
–Oye, eso del beso es una tontería, ¿no?
–Si–empecé a reírme y me acurruqué en su hombro. No recuerdo bien cuanto tiempo estuvimos así, solo sé que nuestros labios se unieron no más de 5 segundos. Justo al acabar el beso, apareció Mia.
–¡Tenéis que besaros!
–Ya lo hemos hecho, ahora te toca a ti. Tienes que besar a Alice bajo el agua.
–¡¿Que?! ¿Ya? Me lo he perdido.
Al final fui a casa de Oihane, y al poco rato me dormí.

Simplemente mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora