André

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Hoy iba a subir a la ciudad, como solía hacerlo siempre. Mi cuerpo pedía a gritos una ducha fría, así que me metí en la ducha. Dejé que el agua corriera por todo mi cuerpo, haciendo que mi piel se erice con la temperatura del agua. Me enjaboné el pelo, dando un gustoso masaje en mi cabeza mientras escuchaba música. Una vez terminé me aclaré. La espuma bajaba por mi cuerpo hasta llegar al suelo y desaparecer. Me puse un tratamiento en las puntas para que se vea más suave y brillante. Mientras hacía efecto comencé a enjabonarme el cuerpo. Dejé que el agua cayera sobre mi cabeza para así aclararme.
Cuando terminé de ducharme por completo salí y me sequé el pelo. Al terminar, fui a mi habitación a vestirme y a arreglarme. Me puse unos shorts negros y una blusa azul con estrellas, junto a mis Adidas. Me arreglé y salí a la calle para coger el bus.
Una vez en la ciudad me junté con Oihane.
–¡Amaia!
–¡Oihane!
Nos abrazamos y empezamos a caminar hacia un parque.
–¿Que tal?
–Pues bien la verdad, me he duchado y la verdad me ha sentado muy bien. ¿Y tú?
–Bueno, ya sabes. Mi madre echándome la bronca y todo eso.
–Ahh. Entiendo.
Al final llegamos a un parque bastante grande, con varios árboles y una pista de skate.
Oihane me ofreció un cigarro. Y si, desde hace un tiempo empecé a fumar. Una mala decisión, pero que le iba a hacer. Así que lo cogí y lo encendí. Mientras fumábamos estábamos hablando un poco de todo. La verdad con ella se puede hablar de cualquier tema, por eso la quiero tanto. Es muy buena amiga.
–He recibido un mensaje de Alice, dice que está en la estación de buses. ¿Vamos?
–Bien– respondí.
Íbamos caminando por el parque y de pronto sentí como alguien se tropezó conmigo.
–Lo siento, ¿Te ayudo?
Dios. Era un chico de lo más guapo. Tenía ojos verdes, piel morena, pelo ondulado, alto, con un skate en la mano y una cámara réflex colgando sobre su cuello.
–Si, gracias.
Me sonrojé.
–¿Como te llamas?
–Amaia, ¿y tú?
–André, encantado.
–Igualmente.
–Si quieres agrégame y hablamos.
Nos intercambiamos números.
–Bueno André, ha sido un placer conocerte.
–Igualmente.
Oihane y yo seguimos nuestro camino hasta dar con Alice.
El chico parecía amable, seguramente acabaríamos siendo grandes amigos.

Simplemente mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora