Capítulo 26

5.5K 580 70
                                    

︵‿︵‿୨†୧‿︵‿︵

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

︵‿︵‿୨†୧‿︵‿︵

DARON

La sola idea de tener que volver a ver a Lysander frente a mí, de verlo cerca de Nathalia, hace que se me revuelvan las entrañas. No existe un lugar o tiempo en el que él y yo podamos compartir el mismo aire, donde no haya más que resentimiento de mi parte hacia él. Es que solo verlo, con su rostro cargado de cinismo y falso amor, me revuelve las entrañas. Me dan ganas de arrancarle la columna y darles los restos a los perros hambrientos.

Lo que le ha hecho a Nathalia es imperdonable para mí.

—Daron —murmura con cierto desprecio, pero es lo que menos me importa en estos momentos.

—Lysander... —farfullo, con los dientes apretados y las manos hechas puños.

Debo contener mis ganas de golpearlo hasta que desaparezca de este mundo. Debo hacerlo por el bien de Nathalia.

—¿Cómo está ella? —pregunta, y siento que los dientes se me harán trizas.

—No necesito escuchar tus falsas palabras de preocupación. Quiero que arregles lo que destruiste.

Aguarda silencio unos segundos, mientras su mirada me contempla sin ningún gesto.

—Lo haré —dice con una calma que me hace querer perder el juicio.

—Se lo debes.

—Sé que lo que hice estuvo mal. Le dije a Nathalia que haría lo que fuera para arreglarlo.

—Claro, después de que arruinas todo, quieres quedar como el héroe —resoplo—. Este era tu plan desde el principio.

—En parte —admite—, pero el plan era que te olvidara, no que me olvidara a mí —dice, con una de sus cejas arqueadas.

La mandíbula me tiembla, y quiero hacerlo carne molida aquí mismo, frente a todos.

—Maldito... —digo entre dientes—. Si no te hubieras metido en donde no debías, si te hubieras mantenido alejado de nuestras vidas, todo estaría más que bien. Pero no, tenías que volver con tu amor no superado, a joderlo todo.

Sus ojos azules hirvieron en rabia; había metido los dedos muy profundos en aquella llaga. ¡Qué ganas de partirle su maldita cara de mojigato! De mandarlo derecho al infierno como se merece. Me giro sobre mis talones y camino de vuelta a la casa.

Todo lo que deseo es que Nathalia se recupere lo antes posible. Me duele verla en esta situación, pero lo que más me mata es no poder besarla o decirle cuánto es capaz de sentir mi corazón por ella. Quiero poder hacer todo lo que antes de esto hacíamos, y quiero hacerlo sin que ella me mire con miedo o como si yo fuera un desconocido.

No quiero estar un segundo más separado de ella. No puedo, porque el alma no puede estar separada del cuerpo; y ella es mi alma.

Escucho su voz parlanchina mientras habla con ese tipo que dice ser su padre. Él no me inspira para nada confianza, pero si es verdad que quiere ayudarla por mí, está bien. Entro a la casa interrumpiendo su charla, y ambos voltean a mirarme en cuanto entro. Ella se pone inmediatamente de pie, observándome con la ansiedad en sus imperfectos y maravillosos ojos.

Daron, un ángel y un mago © [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora