Capítulo 11

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N/A: Quiero agradecer enorme e infinitamente a las pocas lectoras que han estado aquí desde el inicio y han sido tan pacientes conmigo

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N/A: Quiero agradecer enorme e infinitamente a las pocas lectoras que han estado aquí desde el inicio y han sido tan pacientes conmigo. Sé lo mucho que han estado esperando las actualizaciones de esta trilogía y a que este libro esté completo, así que muchísimas gracias mis bellas lectoras por el apoyo tan bonito, especialmente a las que les dedicaré este libro completo❤  mi amor infinito para ustedes.


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NATHALIA

 El asunto de la universidad ha quedado solucionado, en la institución han sido muy amables. Me dieron varias opciones para poder costearme lo que dura la carrera que he elegido. Sé que con lo que tengo ahorrado y lo que gano en la biblioteca, puedo resolverlo. Además, me han dado algunos formularios para rellenar y poder optar a alguna beca.

La idea es dejar todo listo para que pueda comenzar el próximo año sin ningún problema. Tengo que admitir que me siento demasiado nerviosa y ansiosa, pero, sobre todo, feliz y satisfecha. Me encantaría que Daron estuviera aquí conmigo para compartirla.

—¿Cuándo se supone que pensabas decirme que tenías un mejor amigo? —susurra Camille, mientras caminamos hacia la salida.

Lleva interrogándome desde el segundo en que me vio llegar con Johnvid.

—Además, demasiado guapo, por cierto —ella no puede dejar de observarlo casi perpleja—. Es que... ¿Dónde conoces a estos hombres que parece dioses nórdicos?

—Ni siquiera yo lo sé —farfullo entre dientes.

—¿Qué dijiste?

—Que no es el momento para que tus hormonas sobresalgan —respondo—, muchos menos el lugar.

—¡Oh, por supuesto! —exclama por lo bajo—. Tienes razón, no es el momento ni el lugar, para que me expliques por qué no me has contado de él, pero descuida entiendo que son cosas tuyas. No tengo por qué entrometerme —la velocidad con la que dice todas esas palabras me alarma y me temo que en cualquier momento deje de respirar.

Sin embargo, no es eso lo que me preocupa o inquieta, sino el tono en que las ha dicho; un tono cargado de decepción y asumo que cree que no es lo suficientemente importante para tomarla en cuanta y contarle sobre mi vida. Me detengo un momento, observo a Vid que viene unos pasos más atrás que nosotras; ella se detiene al mismo tiempo que lo hace Johnvid, luego intercala sus miradas.

—¿Qué? —pregunta.

Suelto un suspiro.

—¿Vid nos das un segundo, por favor?

—No hay problema —contesta—. Te esperaré afuera —dice y luego sigue su camino hacia la salida.

Espero a que mis ojos lo pierdan de vista, para entonces fijarlos sobre el rostro confundido de Camille.

Daron, un ángel y un mago © [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora