Capítulo 6

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NATHALIA

Han pasado tres días exactamente desde aquella noche, para mí resultó ser de lo más aterrador. Todavía puedo ver ese par de ojos azules electrizantes mirándome a través de la ventana, en aquella perturbante oscuridad. No ha habido noche en la que cierre los ojos y no me tope con ellos en mi mente. Sé que no son ideas mías, que no es paranoia gratuita, estaban acechándome. El miedo que me invadió en ese instante fue igual a aquel que sentí aquella vez en el autobús, cuando había llegado a Dijon.

Por más que intento que mi pasado no interfiera en mi presente, parece una misión imposible. Tengo miedo por todo lo vivido en Borgoña, los traumas y secuelas que dejaron aquellos intentos de asesinato contra mí, son difíciles de borrar. El temor de que todos aquellos sucesos vuelvan a repetirse ahora que estoy empezando una vida nueva, me aterran, porque no sé si correré con la misma suerte otra vez. Es por eso que tomé la decisión de escapar de Borgoña, para dejar todo eso atrás.

Cuando llegamos a casa la noche del jueves, procuré actuar lo más normal que me fue posible, para evitar que Daron notará que algo me había afectado. No quería darle otra preocupación más, cuando es evidente que la misión en la que está involucrado lo tiene atormentado. Además, no tengo seguridad alguna de que todo lo que he escuchado o visto sea real y no producto de mi propia cabeza.

Es mejor decirle cuando descubra y tenga la certeza de que es lo que está ocurriendo.

Es domingo por la mañana, la noche anterior apenas si logré dormir unas pocas horas, me desperté a eso de las cinco de la mañana y no pude volver a conciliar el sueño, así que me levanté de la cama, mientras Daron aún duerme y me preparo café. Hago a un lado la cortina que cubre la ventana de la cocina y veo una espesa neblina cubrir todo afuera.

Mientras mi cansado cuerpo espera a que la cafetera termine su proceso con el café, vuelvo a la habitación por una manta, procurando no despertar al ángel que yace dormido sobre mi cama.

Mi plan es sentarme en los peldaños del porche, a pesar del frío que debe de estar haciendo afuera, mientras me tomo mi taza de café y espero paciente a que el alba se haga presente. De manera que, me sirvo mi taza de café que humea tan espesa como la neblina, me dirijo a la puerta que rechina al ser abierta. Mi cara se encoge al escuchar el molesto sonido, me quedo unos segundos de pie para verificar con mi sentido auditivo si he despertado a Daron, pero al cerciorarme de que no, sigo mi camino. Tomo asiento en los peldaños, mientras la puerta queda abierta detrás de mí y con la manta envolviendo mis hombros y la taza en manos me dedico a observar lo que tengo frente a mí.

Un paisaje frío, oscuro y desolado, la neblina apenas deja ver los frondosos árboles que yacen casi todos juntos, confirmando lo que es la profundidad de un inmenso bosque y me pregunto: ¿qué habrá más allá de esos árboles? Tomo un sorbo de mi caliente taza de café y me quejo un poco al quemarme la punta de la lengua, siempre me pasa lo mismo, pero no aprendo a que tengo que esperar o soplar, porque vuelvo a tomar otro sorbo.

Daron, un ángel y un mago © [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora