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NATHALIA
No me molesto en insistirle a Daron que no es necesario que se quede conmigo hasta la hora de cierre, porque sinceramente hemos pasado más tiempo separados del que estamos juntos y no me apetece agregarle más. Quiero aprovechar cada minuto con él, porque, aunque me duela admitirlo, soy una simple mortal que algún día morirá, dejará de existir y será olvidada.
A diferencia de él, yo puedo enfermarme y morir en cualquier momento. Él de cierta manera es inmortal, nada ni nadie puede afectarlo de la misma forma que a mí, la única cosa que podría hacerle daño es su pluma, porque tiene la potestad de enviarlo al infierno.
Él me lleva una gran ventaja y a veces me pongo a pensar que, aunque no lo quiera, nuestro amor está limitado por quienes somos. No podremos envejecer juntos y luego morir de la misma forma, porque como todo ser fuera de este plano, él no envejece. El corazón se me arruga cada vez que pienso en todo eso.
Daron se ha encargado de decirle a la mayoría de las personas que se encuentran en la biblioteca, que hoy se cerraría más temprano, así que debían de recoger sus cosas y abandonar el lugar, aunque nada de eso es verdad.
Mi gentil novio me ayuda con la organización, mientras yo me encargo de las estanterías. Acomodo los libros que están mal puestos, para que todo se vea impecable para mañana. Regreso a mi lugar de trabajo para ordenar los libros que he desempacado y dejarlos apilados en filas para que Adrienne se encargue de guardarlos.
Mientras ordeno escucho a Daron despedirse de un chico de una forma amable y como si fuese lo más normal para él, lo hace con una familiaridad que, al escucharlo, cualquiera creería que trabaja aquí también. Una fugaz sonrisa de orgullo se instala en mi rostro, no puedo pedir más teniendo a alguien como él
Termino de apilar la última fila de libros y luego me dirijo hacia la estantería que hay detrás del mesón en donde atiendo a las personas. Fijo bien la escalera en la estantería, para luego subir a ella y poder alcanzar las partes altas, la escalera se tambalea un poco y un pequeño grito sale de mis labios al asustarme y veo a Daron a un lado de la escalera, mirándome con preocupación.
—¿Estás bien? —pregunta al mismo tiempo que sostiene la escalera con sus manos.
—Sí —respondo, llevándome una mano al pecho—. Solo me asusté, la escalera se tambaleó un poco, pensé que iba a caerme.
—Baja de ahí, mon amour —me ordena extendiéndome una de sus manos.
Le dirijo una mirada de cansancio antes de tomar su mano, me ayuda a bajar y una vez que mis pies se posan firmes sobre el suelo, me quedo observándolo.
—¿Qué sucede? —interrogo.
—Yo terminaré de arreglar aquí —dice depositando un beso en mi frente.
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Daron, un ángel y un mago © [Libro 2]
FantasyLa Nathalia que había jurado en su adolescencia que no se enamoraría de nadie de la misma manera que lo hacían muchas chicas, se había enamorado de un ángel caído. Había tomado la decisión de rehacer su vida en la ciudad de Saint Étienne junto a aq...