Capítulo 7

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NATHALIA

Mientras espero a que Daron abandone lo que ahora es nuestro hogar, me quedo sentada impaciente sobre el sofá, moviendo una pierna de arriba abajo. Yo también tengo una misión. Averiguar todo acerca de ese tal Dashiell, es todo lo que me he propuesto y si implica tener que seguirlo, lo haré si es necesario. Necesito saber quién es y que es lo que quiere, qué es lo que está haciendo o buscando en esta ciudad.

Solo así podré quedarme tranquila o tal vez solo logre quedar más intranquila de lo que ya me encuentro, si llego a descubrir algo que me diga o me indique que su presencia significa peligro, no sé cómo, pero lo convenceré de que se largue; aunque si es alguien como mis anteriores enemigos dudo mucho que me haga caso a mí.

Daron ha mencionado que Dashiell le recordaba a un caído, pero no dijo a quién y ahora memorizando sus ojos a mí me recuerda a Lyron de cierto modo. Su mirada es como la de aquel ser que alguna vez quiso hacerme daño para conseguir sus propósitos absurdos, pero si de algo estoy segura, es de que Lyron está pasando unas eternas vacaciones en el mismísimo infierno y por lo que Daron ha dicho de ahí no puede salir por bastante tiempo.

Pero, aunque no se trate de Lyron, puede que Dashiell tenga algo que ver con él.

Daron cree que iré a visitar a Camille para pasar el rato y es cierto, iré, pero no a verla específicamente a ella. Solo será una excusa para encontrarme con Dashiell.

Corro a la ducha para tomar un baño rápido.

Mi plan comienza con ir a la ciudad, conseguir algún auto rentado por algunas horas, hacerle una visita fugaz a Camille y averiguar el paradero de Dashiell. Al salir de la ducha, me visto con un jean azul claro acampanado, una blusa de mangas largas color verde musgo y encima me coloco un abrigo largo color beige. Me calzo un par de botas negras y por último coloco una bufanda en mi cuello para evitar agarrar una gripe en el proceso. Termino de acomodarla y luego me observo en el espejo, negarme a mí misma que el miedo no está haciendo de las suyas, es como decir que soy una de las personas más sensatas sobre este planeta.

Tomo el pequeño cepillo de la cómoda y lo paso por mi larga cabellera oscura, eso hace que muchos recuerdos invadan mi mente, como aquellos en que mi cabello no lograba llegar más allá de mis hombros, solía ser un manojo de descuido y enredos, así tal como mi vida, sin embargo, ahora llega hasta la mitad de mi espalda, y ya no está tan descuidado, pero aún sigue igual de rebelde. Hago lo que puedo con las hebras y cuando termino de peinarlo, ajusto mi abrigo a mi cuerpo una última vez; esa es mi señal de que estoy lista para salir.

Algo dentro de mí me grita que esto no es buena idea en lo absoluto y que no debería llevarla a cabo, mucho menos actuar sola, pero como en todo, está esa otra parte que me dice que, puedo hacerlo. No he decidido hacer esto por mi cuenta porque no aprecie el hecho de que Daron se preocupe por mí, al contrario, quiero no preocuparlo. Sé que él siempre me protegerá, porque así me lo ha hecho saber. Pero yo también creo y pienso que puedo protegerlo, porque lo amo demasiado.

Daron, un ángel y un mago © [Libro 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora