Capítulo II

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Su respiración se cortó y su mirada pasó por todo el lugar en búsqueda de una escapatoria, aunque fuera un poco de luz natural. No obstante, en esa habitación no había nada más que una puerta metálica en la entrada y mucha gente por todos lados.

Unos hombres empujaron a otros con brusquedad para que salieran de la habitación. Su mente trabajó rápido y su corazón se aceleró, haciéndolo sentir más miedo, porque si llegaba a darle un ataque de asma no tendría su inhalador a mano. No lo necesitó dentro de los últimos diez años, pero con todo lo que sucedía de seguro se desmayaría o algo.

Cuando sintió una mano propinarle un empujón se volteó, asustado.

—Sígueme.

No pudo contestar cuando el hombre empezó a caminar, viéndose obligado a seguirlo con rapidez y pasos torpes. No había absolutamente nadie en quien confiar, pero prefería estar mil veces con ese tal ChanYeol que cerca de todos esos cerdos asquerosos que no dejaban de agarrarle el trasero a los chicos más jóvenes.

Tenía tanto miedo que podría caerse el cielo en Seúl y a él le importaría una mierda. Su mente no podía apartarse de lo que pasaba en ese preciso instante. Creyó que podría tratarse de una pesadilla, de una abducción alíen o de cualquier puta mierda.

Mientras intentaba seguir el rápido caminar de su aparente dueño, se cuestionó de qué sería capaz ese hombre e incluso pensó si sería mejor seguir al tipo o detenerse ahí mismo donde estaba. Entonces, así lo hizo. Se quedó quieto a la mitad del pasillo mientras veía la espalda de ChanYeol adelantarse y perderse por entre la gente que intentaba avanzar por el estrecho lugar, alejándose de él.

Soltó una risa sin gracia y vio una de las paredes, cada vez fue más consciente de lo que pasaba. Sus ojos se nublaron y anticipó las lágrimas, pero él no era un chico que lloraba, mucho menos encontrándose en esa situación, la cual no tenía ningún maldito sentido. No podía pasarle eso a él.

Los hombres caminaron por su lado, empujándolo de vez en cuando e ignorándolo tan deliberadamente que lo hizo darse cuenta que aquello sí era real, que su cuerpo realmente estaba parado en medio de ese agrietado pasillo, entremedio de tantos hombres andrajosos y envueltos en esos sonidos de lamentos que estaban por todos lados.

Su cuerpo se entumeció y viajó la mirada por su alrededor, fue más consciente de lo que lo rodeaba. Vio entonces una puerta abierta frente a él, dejando a la vista una habitación pequeña con un colchón rasgado en el suelo y lleno de botellas vacías de alcohol alrededor. Sus ojos se anclaron en el pequeño orificio que había en la pared, dejando a la vista una especie de ventana que ni siquiera llegaba a tener medio metro de alto, ni mucho menos de ancho. El pequeño espacio estaba cubierto por barrotes, dándole una especie de aura de celda al lugar. A pesar de aquello, lo que verdaderamente llamó su atención fueron esos dos hombres que estaban en el interior de la habitación, uno notoriamente mayor que el otro.

La situación de tan solo verla le dio arcadas y lo obligó a doblegarse un poco para no vomitar ahí mismo. Sobre la cama estaba el hombre más joven, desnudo y amarrado de manos y pies, además de herido por distintos lados y a completa disposición de quien estaba detrás de él, aquel hombre mayor, el cual abusaba sexualmente del chico.

Cuando vio que aquel mismo hombre giró la cabeza y miró hacia él se asustó, porque era la primera vez que presenciaba algo así. Lo peor de todo fue que sintió genuino miedo recorrerlo como nunca antes.

En ese momento aquel sujeto le dio una media sonrisa burlona y tuvo indicios de caminar hacia él. Por suerte o no, un amplio cuerpo se puso delante del suyo, tapándole cualquier vista que tuviera del otro hombre.

—Es mi chico.

Sin quererlo dio un suspiro de alivio cuando reconoció la voz de ChanYeol, quien era el único que consideraba medianamente normal en ese asqueroso lugar.

Infamia • || ChanBaek || [Corrigiendo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora