Habíamos dormido abrazadas, relajadas, tranquilas.
Daniela estaba agotada, solo tuve que recostarla sobre mi pecho, darle suaves caricias en el cabello como sé que le encantan y, en tan solo unos minutos, cayó rendida en el más profundo sueño.
Yo, sin embargo, ya estaba soñando, despierta.
¿Quién no ha fantaseado con vivir una historia de amor como la nuestra? Quizá no era la más tierna o la típica de una princesa y un cuento de hadas, pero no podía haber otra tan romántica y, a la misma vez, pasional y loca.Tanto que nos hace vivir diariamente al límite.
Estaba viviendo un sueño, mi propia novela de amor y no necesitaba nada más que eso.El peligro era relativo y los límites también.
Salí de mi cuarto y me encontré la casa llena de policías, entre los cuales, por supuesto, se encontraban mi abuelo, mi padre y Marco.
- Dadle a las neuronas, ¡joder! –Regañaba mi abuelo a mi padre y Marco- A ver si se os ilumina la bombilla y adivináis dónde coño está Daniela.
- Buenos días.
Al decir eso, todas las miradas se dirigieron a mí.
Yo les dediqué una corta y tímida sonrisa, totalmente ingenua, como si no hubiese roto un plato en toda mi vida.- Buenos días, amore –Saludó mi padre, desde el sofá.
Sergio, el policía que estaba de guardia junto a Aless cuando fuimos al Hangar, entró.
- Don Ferruccio, estas son las cosas que hemos encontrado en la casa de Daniela –Mi mirada se dirigió rápidamente allí, al igual que la de mi padre y Marco- Tarjetas, 2.500 euros, el pasaporte falso que le hizo la Interpol y esta Beretta sin registrar –Ahora sí que estábamos jodidas- Junto a este móvil, con tarjeta prepago.
- Muy bien, estupendo.
- Estas son las llamadas de su móvil, ninguna desde ayer –Dijo, entregándole un documento con el registro de llamadas- Además, hemos pinchado el teléfono de Marco, de Tonino y de Elettra, por si acaso.
Eso me sirvió para armar un buen numerito.
- ¿Qué? –Todos me miraron, incluido mi abuelo- ¿Habéis pinchado mi móvil?
Mi padre se puso en pie y se acercó a mí.
- Elettra, cariño... es por precaución, por si llama Alexandra poderla localizar.
- Ma... Ma... vediamo, ¿cómo cazzo va a llamarme? Si Daniela se ha fugado no va a ser tan idiota como para llamar a la policía. E siamo la polizia, vaffanculo!
- Si tratta di un protocollo, Elettra!
- ¿Protocolo? ¡Espiar a tu hija es el protocolo! –Él respiró hondo- ¿Qué? Tómame las huellas dactilares también si quieres, papá. No, mejor... ¡registra mi cuarto! Y también enséñales a tutti la braga que la mamma me regaló
- ¡Alexandra, ya!
- ¿De quién es esta pulsera? –Preguntó Marco, agachándose y recogiéndola del suelo.
Dirigí mi mirada allí y confirmé mis sospechas, esa pulsera era de Daniela.
Estuve rápida.- Mía, es mía –Dije, sin casi darles la oportunidad de verla bien, quitándosela de las manos.
- Elettra -Me llamaba mi padre, mientras yo me dirigía a la puerta.
- ¡Que no!
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