- Comandante Nízar, esa que está ahí es mi nieta, ¡Santa María Benedetta!
Elettra se encontraba esposada dentro de la sala de interrogatorios de la comisaría, acompañada por Aless. Desde fuera, el comisario y la comandante, observaban todo.
- Su nieta está acusada de cómplice de homicidio, robo de información clasificada y colaboración con banda armada. Y, encima, se niega a hablar –El comisario suspiró- ¿Qué quiere que haga? ¿Le doy unos azotes o la pongo en un rincón castigada hasta que recapacite? Ya no es una niña, comisario, a ver si se da cuenta.
- ¿Qué quiere de ella?
- Que declare contra Daniela. Si nos da una declaración, su nieta está fuera en menos de dos horas.
Tonino Lamborghini entró a la sala de interrogatorios como alma que lleva el diablo, exigiendo poder hablar con su hija a solas. Y se lo permitieron, aunque la comandante fue difícil de convencer.
- No lo intentes, papá. No voy a decir nada en contra de Alexandra –Advirtió, sin si quiera dejarlo hablar.
- Tranquila, il rispetto. Si no quieres hablar, no hables. Solo quería hacerte saber que, si declaras, estarás fuera en cuestión de horas.
- No voy a fallarle, papá –Dijo, agarrándole las manos.
- ¿Y a mí?
- Tú harías lo mismo por mamá.
Y tras escuchar eso, Tonino no discutió más.
No discutió porque sabía que, en el fondo, tenía razón. El amor era ciego y él no sabía si todo de lo que estaba acusada Daniela era cierto o no, lo que estaba claro es que fuera como fuera, Elettra la iba a defender hasta la muerte.Sin embargo, lejos de quedarse de brazos cruzados, junto a Marco se marcharon a su casa y cogieron los móviles prepago que habían encontrado días antes en uno de los cajones de Elettra.
¿Para qué?
Para conseguir ponerse en contacto con Daniela.
Y lo consiguieron.- Daniela, soy Marco.
- ¿Marco?
- Escúchanos.
- No, escúchame tú y que escuche Tonino también que seguro que está ahí -Le interrumpió rápidamente- No sé cómo le habéis quitado el móvil a Elettra, pero no me pienso entregar, ¡y punto! No tenéis ni idea de lo que ha pasado.
- Daniela, tienes que venir –Rogaba Marco, bajo la mirada de Tonino.
- La única forma de que me entregue es con la cabeza del Káiser y, de momento, no la tengo.
- Daniela, soy yo -Cogió el teléfono Tonino, ya desesperado- Elettra está detenida.
Esas palabras se repitieron una y otra vez en su cabeza, sintiendo hasta que el mundo se detenía por un momento.
Casi de forma natural, se llevó las manos a la cabeza.- Necesito hablar contigo, bandera blanca, sin armas. Te doy mi palabra.
- Hecho.
Por otro lado, Luisa Lamborghini ya se había enterado y no dudó ni dos segundos en volver para ir a ver a su hija.
No entendía nada, pero tampoco hacía falta. Solo necesitaba saber cómo estaba.- Lo mejor que puede hacer por su hija es convencerla para que hable.
Aída Nízar estaba jugando sus cartas lo mejor que podía.