CAPÍTULO 26

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Estamos a miércoles, sigo sin tener noticias de Einar. Esta semana no tenemos reunión de planificación, cuando estuvo aquí dejamos todo preparado para las dos semanas próximas. Dijo que intentaría venir él para que no deje a los chicos, pero después de la forma en que se marchó del hospital, dudo si volveré a verle.

Salgo un poco antes de la oficina por fin le dan el alta a Celia, he avisado a paquita para que recoja a los niños, mientras yo recogeré a Celia. Voy a pedirle que se venga a vivir con nosotros una temporada, no sé lo que pasó en su piso pero no quiero que esté sola, de momento. Llego al hospital y entro en su habitación.

- Holaaaaa – saluda alegre, ya está vestida.

- Hola, veo que estas al cien por cien – señala su cuerpo a modo de prueba. – ¿Podemos irnos ya?

- Si el médico acaba de darle el alta. – dice Eduardo.

Él se marchará mañana temprano a California, y está de acuerdo en que Celia venga a mi casa aunque sean sólo unos días. Ahora viene la parte difícil que es convencer a la Celia independiente y testaruda.

- Bien pues vámonos, los chicos te están esperando – digo lo de los chicos para que sospeche.

- ¿Los chicos? ¿Me habéis preparado una fiesta? – niego y busco con la mirada la ayuda de su padre.

- Nooo, hija – la abraza – creo que es mejor que te vayas a pasar unos días a casa de Carla. – nos mira incrédula.

- No he intentado suicidarme – remarca cada silaba que sale de su boca.

- Lo sabemos, pero todavía estás algo débil y yo quiero cuidar de ti por una vez. – pongo cara de pena – Anda di que si, será como cuando éramos niñas y vivíamos juntas – hago pucheros – Además tu piso está hecho una pena, sucio y desordenado, así que al menos hoy tendrás que dormir en casa – añado y me anoto la victoria y aunque resopla finalmente acepta.

Llegamos a casa y aunque pensábamos que no, si que le han preparado una fiesta de bienvenida.

- Bienvenida tía Celia – saludan Víctor y Alex, mientras Darina corre hacía ella con los bracitos abiertos.

- Hola mis niños – los abraza y coge a Darina en brazos, después se gira hacia mi – creo que he hecho bien en venir.

Cenamos todos juntos como la gran familia que somos. Invito a Eduardo a quedarse en casa para que pueda estar con Celia hasta el último momento. Cuando todos se han marchado y Eduardo y los chicos se han ido a la cama, nos sentamos.

- De verdad te sientes bien.

- Que si tonta. Estoy estupenda. ¿Y tú? Te noto rara. – me encojo de hombros.

- Supongo que es cansancio. – no quiero contarle penas.

- Pues vámonos a la cama que yo también estoy cansada. – como Eduardo se ha quedado en casa Celia y yo dormimos juntas.

- Nunca has pensado en hacerte lesbiana – me abraza por la espalda, se que se está aguantando la risa.

- Yo no ¿Tú?

- Soy demasiado adicta a los hombres – se carcajea y me contagia, reímos durante un rato.

- Anda vamos a dormir que mañana trabajo.

- Vale buenas noches.

Escucho mi despertador y a Celia protestar, me levanto y comienzo mi rutina, preparo desayunos, reviso mochilas,...

PUNTO Y PRINCIPIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora