Rubén se ha encargado de organizar la agenda esta semana. No sé si se le da mejor que a mí, hay poco trabajo o un poco de cada, pero la semana se presenta relajada. Alguna que otra reunión, pero con clientes encantadores, y todo lo demás trabajo de oficina. Tendré tiempo de poner al día las cosas pendientes y de reorganizar cosas que desde hace tiempo vengo pensando. Mi alegría va en aumento cuando veo que tendré el viernes por la tarde libre. Es todo un detalle por su parte, sabe que el viernes es mi cumpleaños.
- Cumpleaños feliz,... - me despierta esta canción y de repente todos saltan sobre mí. - ¡FELICIDADES! – gritan los cuatro al unísono.
- Gracias – me siento en la cama, les beso y les abrazo. Ellos son mi vida, mi alegría y mi felicidad.
Llevo a los chicos al cole, a mi pequeña llorona a la guardería, y conduzco hasta la oficina. De pronto en mi cabeza resuenan las últimas palabras que Einar me dijo en el aeropuerto "hasta el viernes", no me ha avisado de que venía. Esta semana si hemos estado en contacto, a través de mensajes, en uno de ellos me dijo que estaba en Nueva York.
- Buenos días, Rubén – saludo como siempre.
- Felicidades, jefa. – le doy dos besos. El primer día que lo vi, no imaginé que me llevaría también con él – Ahora mismo voy.
- Tomate tu tiempo, hoy no hay mucho que hacer.
Abro la puerta de mi despacho, sobre mi pequeña mesa de juntas, hay un gigantesco ramo de flores, sé que son de Einar y busco la tarjeta quiero saber que me pone pero no hay.
- ¿Quién ha traído las flores? – le pregunto a Rubén.
- Un mensajero a primera hora.
- No han dicho ¿quién las manda? Porque no traen tarjeta.
- No, sólo que eran para ti. – asiento, espero que no sean de Oscar del departamento jurídico.
Durante toda la mañana recibo llamadas y mensajes de felicitación pero el que más anhelo no llega.
Son las tres, no tengo más trabajo para hoy, aunque podría adelantar algunas cosas, es mi cumpleaños y me apetece irme a casa. Salgo y aviso a Celia para que no recoja a los chicos, ya voy de camino a casa de Paquita. Inmediatamente me entra una llamada.
- Dime.
- Estoy justo en la puerta de casa de Paquita así que vete para casa y espéranos allí.
- Está bien. Te parece bien si os invito a cenar a todos.
- Luego hablamos. – cuelga.
Aparco al principio de la calle y al llegar al portal, veo a Einar sentado en los escalones, mi corazón se acelera y me tiemblan las piernas.
- Hola – digo tímida
- Hola – se levanta.
- ¿Qué haces aquí? – seré tonta la respuesta es obvia.
- Quería felicitarte en persona. – no aguanto más y le beso.
Subimos a casa y mi móvil vuelve a sonar, es Celia.
- ¿Estás en casa?
- Si, acabo de llegar.
- ¿Has visto ya tu regalo? – lo han planeado todo.
- Si mi regalo tiene el pelo canoso, los ojos grises, los labios bien definidos, un hoyuelo en la barbilla y es el propietario de una mirada que es capaz de parar mi mundo, entonces creo que sí.
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PUNTO Y PRINCIPIO
RomanceA sus treinta y cuatro años Carla Ortega es jefa y coordinadora en el departamento de marketing de una prestigiosa empresa. Es madre y esposa, se siente una mujer realizada en el ámbito laboral y por supuesto en el familiar. Para ella y para todos...