CAPÍTULO 74

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Es sábado, Einar dijo que vendría, pero no dijo si se quedaría en casa, por lo que no les digo nada a los chicos, no quiero que se ilusionen para nada. Son casi las doce y no hay señales de Einar, probablemente no haya podido venir. Cierro el ordenador, es sábado y no me apetece nada cocinar, pienso invitar a los chicos a comer donde ellos quieran, aunque sobra decir el sitio. Escucho mi móvil, tengoun mensaje, estoy segura de que es de Einar.

"Hola. Os invito a comer. ¿Paso a recogeros en media hora?"

Le contesto que sí, y aviso a los niños para que se preparen, no les digo que vamos a comer con él, quiero que se lleven la sorpresa al verle. Cuando bajamos Einar no ha llegado, por lo que les pido que se sienten en los escalones a esperar, como es lógico preguntan que esperamos y les invento que he llamado un taxi, porque no me apetece nada dar vueltas con el coche para buscar aparcamiento. Víctor empieza a explicarme que en el centro comercial hay parking, justo cuando Einar para delante de nosotros. Se lanzan a abrazarlo, no cabe duda de que se alegran de verle. Darina también quiere ir con él y la dejo, me gusta ver como le brillan los ojos y se le ilumina la mirada cuando está con mis hijos.

- Hola – pasa su hombro por mi espalda para acercarme a él y me besa.

- Hola. – contesto correspondiendo al beso.

- ¿Dónde comemos? – me pregunta.

- Pues verás eso ya estaba decidido antes de que nos invitases.

- No me digas que vamos a tu restaurante favorito. – asiento mirando a los chicos.

- Bueno también podemos ir al italiano, nosotros pedimos pizza y mamá lo que a ella le guste, por ejemplo una deliciosa lasaña de verduras ¡Ummm! – propone Alex.

- Me parece una muy buena opción, ¿a ti Víctor? – él siempre cuenta con los chicos para todo.

- Me encanta la pizza.

Una vez que estamos todos de acuerdo, no hay nada más que decir, nos vamos al maravilloso restaurante italiano que Einar nos enseñó, y al que nos hemos aficionado. Cuando los chicos se ponen a hablar entre ellos y me dejan un poquito a Einar aprovecho para hablar con él.

- ¿Duermes en casa? – pregunto algo insegura.

- No lo sé, ¿me invitas?

- Tú ya no necesitas invitación, si te das cuenta he dicho en casa no en mi casa.

- Por estas cosas me enamoro de ti todos los días. – me ruborizo y le aparto la mirada. – y porque me encanta ver como te sonrojas cuando te digo algo bonito.

- No es porque sea bonito, es porque es algo sincero y profundo. Porque hablas con el corazón y cuando el corazón habla, todo lo demás se calla. – acaricia mi mejilla y roza mi nariz, adoro que haga eso.

Nos pasamos el resto del día fuera de casa, aprovecho para ir a comprarles a los chicos algunas cosas que necesitan para el colegio y ellos aprovechan para que Einar les compre videojuegos, zapatillas de marca y mil cosas que no necesitan. Insisten en cenar fuera pero me siento cansada y tengo ganas de llegar a casa. En medio de nuestra discusión mi móvil suena.

- Hola Celia.

- Hooolaaa. Como tu amorcito ha venido te has olvidado de mí. – dice haciendo puchero.

- No. Quería que tuvieses tiempo para ti.

- ¿Dónde estáis?

- En mitad de la calle, discutiendo si cenamos fuera o en casa.

PUNTO Y PRINCIPIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora