Capítulo 2

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Me quedé por lo menos 5 segundos tratando de recordar donde había visto  aquel chico. Estaba seguro de eso porque sus ojos eran imposibles de olvidar. Tamy por su lado estaba despidiendo  los visitantes quienes sólo habían pasado a saludar.

--Tengo que recostarme, estoy muy cansada y tu deberías hacer lo mismo--, dijo Tamy mientras subía las escaleras. Dicidí hacer lo mismo, mi cuerpo tampoco daba para más, lancé al piso algunas cosas que estaban sobre mi cama y me tiré boca abajo.

Me despertó de golpe un ruido, Tamy tocó la puerta de mi habitación y me dijo muy bajito. --Debes bajar, tenemos visitas--.
¡Más! Dije yo, haciendo una mueca de disgusto con mi boca, Y de muy mala gana procedí a tomar una ducha.
--Ya es noche, ¿quien será que nos visita a esta hora?-- me preguntaba a mi mismo mientras buscaba algo que ponerme. Cuando por fin decidí bajar, vi unas cuantas personas con Tamy, entre ellos estaba Mirna la vecina acompañada de quien seria su esposo,el sr. William, Tamy caminó hacia mi y dijo como sintiendose orgullosa. --Él es mi hijo Santiago, el hombre de la casa y de mi vida--. Las  carcajadas se hicieron presentes así como las felicitaciones y las frases de cajón.
--¡Yahir!, ven acá, porque no subes con Santiago a su habitación, deberían hacerse amigos, nosotros los adultos hablamos de cosas aburridas--. Expresaba el sr. William mientras que el muchacho no mostraba ninguna expresión, solo se dedico a subir por las escaleras con una frialdad que solo él era capaz de transmitir. Yo en cambio me encontraba nervioso porque no tenía ni idea de que hacer o decir para entablar alguna conversación.

Cuando entré a la habitación, él estaba acostado en mi cama con  audífonos y una música macabra que se alcanzaba a oír.
--pero éste que se cree--. Me dije con una especie de coraje al ver sus zapatos que entaban manchando el cubre camas. Caminé hacia él y con mi brazo derecho tiré sus pies hacia el suelo.

De inmediato él se levantó tirando sus audífonos a un lado y caminó hacia mi. Sus hermosos ojos azules penetraban los míos haciendome sentir acorralado. --Te voy aclarar algo, tonto, yo soy quien da las ordenes aquí. No me quieres ver enfadado porque te vas arrepentir--. Me dijo con mucha seguridad, en ese punto yo ya había caído en su juego pues el temor pudo más en mí.

Por fin se marchaban todos y yo baje junto con Yahir quien se pasó todo el rato escuchando su música tenebrosa e ignorandome como un objeto más de la habitación. Ya en la entrada de la casa, Veía a Yahir marcharse con su familia, de pronto el sr. William regresó hacia nosotros y preguntó
--mañana vamos a ir a la casa de campo  de mi padre, ¿si guntan pueden venir a pasar el fin de semana con nosotros?--.
Tamy no dudo en decirle que sí, dejándome  con un estrés horrible porque no quería pasar un fin de semana con ese monstruo de ojos azules.

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