Cuatro.

60 3 1
                                    

La semana se les pasó rapidísima y Erika las acompañó al aeropuerto con Ainhoa.

-Te voy a echar de menos mi niña. -Dijo Erika.

-Va, sed fuertes, que solo van a ser dos meses de nada. -Intervino Francisca.

Laura abrazó fuerte a su mejor amiga y seguidamente a su novia. A esta última le dio un tierno beso en los labios.

-Os echaré de menos. Os quiero. -Dijo Laura.

-Lo mismo decimos. -Dijo Erika.

-Vamos, tenemos que irnos ya, va a salir ya el avión. -Dijo Francisca.

Laura le dio un último beso a Erika y le dedicó una sonrisa a Ainhoa con lágrimas en los ojos y pusieron rumbo al avión.

-Se me van a hacer eternos. -Dijo Laura.

-Vamos, cariño, no estés así. La vida tiene sus dificultades.

Laura no contestó y subió desganada al avión.

-Es que ni siquiera entiendo alemán, vaya dos mesecitos... -Se quejó la chica de ojos verdes.

-Abróchense los cinturones, vamos a despegar. -Dijo la azafata.

Laura lo único que podía hacer para evadirse era cerrar los ojos e imaginar. Así que eso hizo, estaba tan agusto que incluso se durmió.

Pasaron las horas como si nada y Laura seguía durmiendo.

-Laura... -La llamó cuidadosamente Francisca-. Laura, cariño, ya estamos en Alemania.

Laura abrió los ojos con dificultad.

-¿Ya?

-Sí, te has quedado dormida.

-Me he dado cuenta.

Se levantaron de los asientos y salieron del avión.
Cogieron las maletas y caminaron hasta salir del aeropuerto.
Mientras esperaban al taxi, Laura miró su móvil y tenía un mensaje de Erika.

"Que te vaya bien en Alemania, te voy a echar muchísimo de menos."

Laura sonrió tristemente.

"Yo también te lo voy a echar, te quiero." -Contestó Laura.

Al cabo de diez minutos llegó el taxi y las dos chicas subieron.

Laura no entendió cómo, pero el taxista sí entendió a dónde las tenía que llevar.
Era un hotel no muy lejano a la zona del aeropuerto, estaba bien de precio y parecía ser cómodo.
La verdad es que no hacía mucho calor, al revés, hacía bastante frío.

-Mamá... ¿qué pasa con el instituto? -Preguntó Laura.

-Volveremos sobre el quince de marzo, te saltas el segundo trimestre, apreta en el tercero y lo sacas.

-No es tan fácil.

-Bueno... si repites no te voy a castigar.

-Ya, pero es que no quiero repetir.

-¿Y Erika qué? ¿Repite?

-¿Qué tiene que ver Erika en esto?

-Pues que si repite no estás sola.

-No es cuestión de estar sola, es cuestión de que es mi último curso y no me quiero quedar un año más. De todas maneras Erika va a tercero porque repitió el año pasado, no vamos a la misma clase. -Aclaró Laura.

-Bueno... no pasa nada.

-Ahora que lo dices... si estoy en su clase se me pasaría rápido. Tengo probabilidades de repetir.

-Bueno, pues déjalo este año, repite y al año que viene vas a tope con más nota.

-Vale, a todo esto si repito.

Mientras subían a la habitación del hotel conversaban.
Ya estaba anocheciendo, era jueves y no había sido un día muy soleado en Alemania.

-Lo bueno es que hay wi-fi. -Dijo Laura.

-Sí.

Laura se tumbó en la cama y llamó por whatsapp a Erika.
Hablaron hasta la hora de cenar y poco después se acostaron.
Pero Laura no dejaba de dar vueltas, se notaba que esa cama no era la suya y le era imposible dormir.
Así que, sin nada más importante que hacer, cerró los ojos y se puso a imaginar tal y como lo hizo en el avión.
Para Laura imaginar era como soñar despierta... una sensación que no sabía muy bien como explicar pero que, sin duda, era muy buena sensación.
Podía llegar a imaginar miles de cosas y, cómo no, la mayoría de esas cosas las imaginaba con Erika.
Podrían hacer tantas cosas...
Al final le dieron las tres de la mañana y vencida por el sueño se durmió.

Laura bajaba del avión ansiosa de ver a su novia, esperando a recibirla con un gran abrazo, pero miraba a su alrededor y Erika no aparecía por ningún sitio, la gente la miraba raro, como si de un bicho se tratase, estaba completamente sola y al final consiguió salir del aeropuerto, su madre no estaba, la había perdido antes de salir del avión, incluso no recordaba haberla visto dentro del medio de transporte, tenía un nudo dentro y muchas ganas de llorar y ni siquiera entendía el porqué. Cogió el autobús y llegó a su pueblo. Sin pensarlo, se plantó en casa de Erika para saber por qué la chica no había ido a recogerla. Tocó al timbre. Después de esperar varios minutos, Conchi contestó.

-¿Está Erika en casa? -Preguntó la chica de ojos verdes, con la voz temblorosa.

-Sí. -Abrió.

Subió al tercer piso por las escaleras y entró a la casa.

-Hola.

-Está en su habitación.

Laura fue lentamente a la habitación de Erika, tenía la puerta cerrada, así que, abrió sin llamar, pensando darle una sorpresa. Pero la sorpresa se la llevó Laura.
Rota y sin palabras, observó a su novia besarse con otra chica y no pudo evitar que las lágrimas cayesen. Se dio media vuelta y salió de la habitación.

-¡Espera, Laura! -Gritó Erika intentando frenarla.

Laura abrió los ojos sobresaltada y rápidamente cogió el móvil.
Solo eran las cinco de la mañana y a pesar de las horas no dudó en escribirle un mensaje a Erika.
Si la primera noche ya soñaba eso, no quería imaginarse lo que iba a pasar...

"Erika acabo de tener una pesadilla."

Laura sabía perfectamente que a esas horas su novia estaría durmiendo, así que intentó dormirse otra vez.

Erika se despertó a las siete para ir al instituto y lo primero que hizo fue mirar su móvil y vio el mensaje de su novia, al que respondió enseguida.

"¿Qué has soñado?"

Por otra parte tenía un mensaje de un número desconocido.

"Hola Erika."

"¿Quién eres?" -Respondió esta.

Se vistió e hizo todo lo que tenía que hacer antes de irse al instituto.
Volvió a recibir otro mensaje.

"Soy Esther."

A Erika le pareció extraño, solo conocía a una Esther y de vista. Miró su foto de perfil y efectivamente, era esa Esther.

"Ah, te conozco de vista." -Contestó.

"Y yo a ti y me pareces muy mona, me gustaría conocerte."

"Lo siento, pero tengo novia. ¿Cómo has conseguido mi número?"

"Me lo dio un chico de tu clase."

"¿Quién?"

"No importa, pero no me rendiré tan fácilmente." -Dijo Esther.

Erika la dejó en visto y salió hacia el instituto temiendo que Esther le hablara en persona.

A pesar de todo, te quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora