Capítulo 1 - Independizar
Narra Daniela- ¡Ya estoy harta y me largo! - grito furiosa a mis dos progenitores.
- ¿Harta de qué? ¿De una buena vida llena de comodidades? ¿De eso estás harta? - dice mi padre en un tono de voz un tanto alto.
- ¡Harta de ustedes y de la poca atención que me prestan! ¡Y encima lo que hacen es imponerme reglas, pero nunca están en la casa!
- ¿Y qué quieres? ¿No tener reglas y hacer lo que se te venga en gana? No, estás muy mal Daniela. - lo único que mi padre hacía en este momento era gritarme y ya estaba harta.
- ¡Si si estoy muy mal pero por ti y por mamá! - espeté - ¡Nunca están conmigo! ¡Ni para mi cumpleaños, ni para mis graduaciones! ¡Soy como parte de la decoración!
- Si fueras parte de la decoración estarías con vestidos rosa, lila y crema. Y no tendrías tu cabello pintado de ese horrible color rojo. - dijo mi madre al fin quitando su vista de el ipad.
- ¡Ay mamá ya por favor! ¡Hemos discutido miles de veces por lo mismo, me gusta el rojo y punto! - estaba cansada de que mi madre me criticara por todo, en especial por el color de mi cabello.
Su mirada estaba puesta en mi y yo la miraba cansada. - Al fin te dignas en atender a la discusión. -digo aún más molesta.
- ¿Por qué eres tan grosera?
- No soy grosera Denisse lo que pasa es que estoy harta de todo esto, de que me critiques y de que ustedes dos no esten casi nunca en la casa. ¡Por eso me voy...me voy de aquí!
- ¿Cómo que te vas? - pregunta mi padre dejando a un lado su taza de café.
- Me voy a independizar. Me voy a largar de esta casa. No les voy a hacer falta, tú siempre estás en la empresa o con tus amigos "los empresarios" jugando golf. Y tú mamá, si no estás de compras, lo cual odio, estás con tus amigas bebiendo té y hablando de cosas aburridas.
Los dos me miran ofendidos hasta que mi madre decide hablar - Bien, muy bien. ¿Te quieres ir? Vete, tú no trabajas y vendrás a la media hora aquí por que dudo mucho que te pongas a trabajar.
- Tu madre tiene razón, anda, vete.
Los miré con el ceño fruncido y mis manos a cada lado de mi cintura. Me estaban echando. ¿No que eran mis padres? Pensé que me rogarían, que me dirían que me quedara y que ellos pensaban cambiar. Que los disculpara y todo ese papelón, pero no.
Asentí despacio - Bien...bien. ¡Me voy!
- Ah eso si Daniela, olvidate de todas las comodidades. Tarjetas de crédito, dinero todas las semanas, viajes, entradas VIP a los antros y de tu auto.
- No no no no papá, mi auto es MI auto. Recuerda que fue mi abuelo Felipe quien me lo regaló.
- Eso es verdad Michael - me apoyó mi madre por primera ves.
- Bueno está bien. Pero andale, haz tus maletas y vete.
Los miré con la boca abierta y sorprendida. Era muy orgullosa y no me retractaría.
- Pues a eso voy papá. De hecho, voy feliz a hacer mis maletas.
Subo a mi cuarto y aún no me lo creo. Parece que se quieren deshacer de mi, que mas da. Busco mis maletas que están en mi closet y las pongo sobre la cama. Las abro y comienzo a sacar toda mi ropa y a ponerla en la maleta pero al ver que es mucha y que no me van a caber las cosas en las maletas decido sacar todo y doblarlas en pequeños rollitos. Al final logro conseguir lo que quiero y termino por doblar todo y que me sobre mas espacio. No puedo llevarme todas las cosas así que solo pongo lo más importante en la maleta, luego vendría por lo demás. Con mis cuatro maletas listas bajo las escaleras con la ayuda de una de las sirvientas de la casa.
- Pensamos que ya te habías ido, hija. - miré a mis padres sin comprenderlos luego hice una mueca.
- Ya me voy - saco las llaves del bolsillo y camino hasta el auto. - Rosa, no hagas tanta fuerza. Mejor que Pedro lo haga. - miro a pedro quien me mira aburrido y luego me ayuda a subir las maletas a mi auto que por poco ni entran. Pedro siempre anda de vago y no le gusta hacer nada. - Gracias a los dos. Rosa - la llamo y ella voltea - Despideme por favor de mis padres.
- Claro que si señorita.
Le sonrío a Rosa y subo al auto. Pongo mi cartera en el asiento del pasajero y prendo el motor. Salgo por aquellos portones gigantes y pongo música sintiéndome la chica más grande e independiente de este mundo.
Paso el redondel y me doy cuenta de que no tengo a donde ir. ¡Bravo Daniela, bravo! Ruedo los ojos y sigo cantando la canción que suena en la radio y aún no se cómo se llama. Soy una tarada, en serio. No sé a dónde ir y son las doce de la noche. Sonrio justo en el mismo momento en que pasa una idea brillante por mi cabeza "el departento de mi mejor amiga". Continúo recto y luego giro a la derecha. En unos quince minutos llego hasta aquel edificio verde, horriblemente verde. Estaciono el auto donde las demás personas que viven aquí los estacionan, no dejaría mi auto en la calle. Con cartera y celular en mano camino hasta entrar aquel edificio donde veo al mismo señor con sueño de siempre. Esta ves está dormido y paso sin que él se de cuenta, no subo por el elevador pues me da miedo así que voy por las escaleras hasta el tercer piso, muy bonito. Llego hasta la puerta AC13 con la legua casi por fuera y toco.
La puerta se abre y una confundida y sorprendida Michelle aparece tras ella.
- ¿Puedo preguntar qué haces aquí? - dice al cerrar la puerta.
La saludo y me siento en el sofá - Lo siento, sé que es tarde pero me le revelé a mis padres, les dije que me iría de la casa y prácticamente me echaron. Hice mis maletas y como toda una chica de dieciocho años salí en mi auto de mi gran ex casa pero en el camino recordé que no tenía a donde ir y aquí estoy.
Rió - Estás loca ¿y si yo no te abría porque estaba dormida?
- Le pediría a tu vecino el buenorro que me dejara quedarme en su departamento. - digo con una sonrisa.
- ¿En serio lo harías? - pregunta sentada a mi lado.
- Claro. No iría a casa de ningún familiar por orgullo y mucho menos iría a la casa de mi ex. Hola Rodrigo - saludo al novio de mi mejor amiga.
- Hola semáforo - le tiro el cojín por llamarme así, lo que sucede es que la vez que nos conocimos fue en un evento donde mi madre me obligó a vestirme como ella quería y tenía una fea blusa de monja color amarilla y una falda verde que nunca entendí en que combinaban y al mi pelo estar pintado de color rojo, Rodrigo decidió llamarme "semáforo". - ¿Qué haces aquí? - pregunta confuso.
- Se va a quedar aquí cariño - dice mi amiga abrazandolo, no me quedaría aquí mucho tiempo.
- ¡Pero tranquilo! No me quedaré mucho tiempo, lo siento pero me dan asco sus demostraciones de amor y no quiero hacer el mal tercio.
- A nosotros también nos dan asco tus demostraciones de amor con tus novios de cinco días. - ríe y yo tampoco puedo evitar reír.
- Voy a buscar las cosas más importantes, ya regreso. - dije saliendo del departamento.
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Espero que les guste, esta historia acaba de salir del horno y me gusta mucho.
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Roommates
Romance¿Qué pasa cuando tu roommate es tu viejo amor de instituto? Tuvieron un corto pero inolvidable romance que podría volver a surgir al darse cuenta de que compartirán el mismo techo. No se llevan tan mal a pesar de todo, pero no son amigos. Él es un m...