Capítulo 18 - Decisión express

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Capítulo 18 - Decisión express.

Narra Daniela

Había sido demasiado lista y finalmentr había logrado mi objetivo. Ayer en la cafetería había dejado a Josh como el chico infiel ante todos. Yo había quedado como la novia engañada y dolida pero prefería eso a seguir de novia con ese imbécil. Lo mejor de todo era que no había perdido mi trabajo. Ahora ya estaba un poco más soltera que antes por que aún faltaba deshacerme de Ian, un trabajo difícil.

- Entonces los veo en la próxima clase. - Ian se da vuelta y borra la pizarra.

Yo guardo mis cosas con suma lentitud para hacer tiempo. Espero que todo el mundo salga del salón y cierro la puerta por seguridad.

- Tenemos que hablar. - dije lo más seria que pude.

- ¿Pasa algo? - pregunta con el ceño fruncido.

- Obviamente pasa algo - dije con una ceja alzada - Pasa que esto aquí se acabó. - me doy la vuelta e intento salir del salón pero Ian me lo impide.

- Oye ¿qué? ¿por qué? - pregunta con sus manos sujetando mis brazos sin hacer ningún daño.

- Por que si, por que siempre estás muy...cariñoso no lo sé.

- Es que se nota que todavía eres una niña Daniela.

Abrí la boca en una perfecta "O".

- ¡Perdón! ¿Una niña? No soy una niña Ian.

- Pues claro que lo eres. ¿A caso tus relaciones son de manitas sudadas y ya? Me estas terminando porque eres una niña que le teme a algo tan sencillo como el sexo.

- Oye oye no, no le temo a eso pero no creerás que a la primera cita ya me siento tan cómoda como para tener relaciones con alguien que apenas conozco. Yo no soy así.

- Eres una niña y punto. Pero vete, ya conoces la salida. No sé en que estaba pensando cuando te propuse salir. - dijo serio

Giro mi cabeza mirando a otro lado. Me sentía como una niña pequeña y estúpida.

- ¿Qué? ¿No piensas irte? - su voz dura y fría resuenan en mis oídos.

- No soy una niña, Ian. - dije mirándolo fijamente.

- Si que lo eres, mientras no me pruebes lo contrario, Daniela.

Suspiré

- Debo ir a clases - dije para luego salir del salón.

¿Había terminado con él de verdad? No sabía ni en lo que habíamos quedado. ¿Tendría que comprobarle que no era una niña? ¡Él estaba chantejeandome!

En la siguiente clase no pude concentrarme del todo. ¿Qué pasaba conmigo que no daba ni una? Mientras que Dieguito se daba la bueba vida con miles de chicas esperando por él. ¿Pero cuántos chicos esperaban por mi?

Tan seria como podía caminaba por los pasillos de la universidad. Un nuevo mensaje del renacuajo, perdón, un nuevo mensaje de Diego me hizo sacar mi móvil de mi bolsillo y finalmente abrir el mensaje. Genial, al chico se le había quedado un trabajo importante y necesitaba que yo fuera a la casa por él.

Unos veinte minutos después ya estaba caminando hacia el salón donde se encontraba Diego para entregarle su trabajo.

- Bech - paré en seco, esa voz solo podía ser de...

- Julio - dije mirándolo sin expresión.

- Sigues con tu cabello tan rojo como antes.

- No ha pasado tanto tiempo.

- En eso tienes razón. Pero aunque no ha sido tan largo el tiempo separados las cosas han dado un giro interesante. - sonríe de medio lado.

- Al grano, Bernard. - pido con poca paciencia.

- Mi hermana se ha convertido en la Daniela Bech que tú deberías ser y que tu madre siempre quiso. Y yo soy como el hijo que nunca tuvieron tus padres.

- Felicidades - mi rostro estaba aún sin expresión.

- Felicidades a ti.

- ¿Por qué a mi?

- Más bien a tu padre. - se autocorrige

- ¿Mi padre? Deja de hacerte el interesante y dime las cosas como son de una ves y por todas, Julio.

- Tu padre se ha postulado para ser el nuevo gobernador de Michigan.

- ¿Qué? ¿Se ha vuelto loco? ¿Y la empresa?

- Se supone que se la deje a su hijo ¿no?

- Pero yo soy hija única. - su sonrisa en ese momento se ensanchó y yo lo miré enojada.

- ¿Ya te he dicho que soy como el hijo que nunca tuvieron tus padres, verdad?

- ¡Eres un...!

- Un chico inteligente que fue tu novio durante un tiempo solo para acercarse a tu familia y pertenecer a ella.

Quería asesinarlo pero antes torturarlo de la manera más cruel posible. Pero no lo haría.

- Eres un maldito. - giré sobre mis talones y seguí mi camino.

Yo sé que eso era como un halago para él pero no tenía ganas de pelear. Así que seguí mi camino y le hice señas a Diego para que buscara su trabajo.

- Tardaste demasiado. - dice Diego frente a mi.

- Lo sé, lo siento. Los baños estaban tapados y la mierda estaba por todos lados, de hecho me encontré con una en el pasillo. - dije sonriendo de miedo lado.

- Te encontraste con Julio. - afirma

- Si - digo sigo mi camino.

Estaba nuevamente hecha un lío. Cuando pensaba que tenía muchos problemas descubría que tenía muchos más. Julio a un lado y a otro Ian. Julio era un imbécil más que había pasado por mi vida como un relajo (yo era el relajo). Estaba harta de sentirme de esta manera. ¿Qué tengo yo que ningún chico bueno en verdad se me acerca? Solo los idiotas. Tenía una gran-mala suerte. ¿Entonces tenía que ser igual de maldita que ellos?

Por otro lado, no le diría nada a mis padres sobre Julio, no hablaría con ellos. ¿Para qué? Ellos deberían darse cuenta solitos de lo mierda que es Julio.

Ian me gustaba, me atraía bastante. No la pasaba mal con él sin contar esos detalles que siempre la cagaban. Tal ves él tenga razón y yo sea una niña como él dice. Creo que tengo que tomar una decisión ya.

¿Debía ir a buscarlo y decirle que pensaba demostrarle que no era una niña? No, eso sonaría muy...muy de facilotas.

Me encontraba en un punto donde ya no sabía que hacer. ¿Qué estaba bien? ¿Qué era lo correcto, lo bueno, lo que debía hacer?

Exploto mi burbuja de pensamientos y sigo mi camino por los pasillos de la universidad. Necesito despejarme. Salgo por la ancha puerta de cristal y camino rumbo al estacionamiento, hoy había traído mi auto pues mis clases terminaban antes que las de Diego y no nos íbamos a esperar.

- ¿Has tomado una decisión tan rápido?

Giro hasta encontrarme con Ian.

- Lo he estado pensando. Definitivamente no soy una niña. Pero hay ciertas personas - lo miré fijamente - que no opinan lo mismo.

- ¿En conclusión?

- En conclusión, le haré entender que no soy esa niña que él cree, que tú crees.

Ian sonrió de lado y yo subí a mi auto saliendo de la universidad a toda velocidad.

¿Había tomado una buena decisión? No lo sé pero en algún momento lo sabría. No era tiempo de pensar demasiado en ello. Necesita liberar el estrés y olvidarme de todo por un momento.

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