Capítulo 28 - Todo tiene un precio.

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Capítulo 28 - Todo tiene un precio.

Narra Daniela

Meses, ese era el tiempo que había pasado. Todo iba aparentemente bien con Diego. No podía decir que las cosas iban mal porque mentiría. La verdad aunque eramos un término medio las cosas iban muy bien. A veces me sorprendía la forma tan linda o dulce de ser de quien antes llamaba el renacuajo de ojos cafés. No digo que era el chico perfecto ni el más romántico pero así quería a Diego y estaba acostumbrada a él de esa manera. No era como que yo era una persona súper romántica pero si más que él. Tampoco podía decir que Diego era seco, por favor, el era un mujeriego lo más que le gustaba era estar de cariñoso y dándose a desear.

Debo admitirlo, habían veces en las cuales Diego y yo parecíamos chicos hormonales de secundaria. En ciertos momentos Rodrigo y Michelle nos decían que destilábamos mucha miel y que daban asco nuestras demostraciones de amor, exagerados.

Tal y como había dicho Ian, las cosas estaban más fuertes y difíciles en este nuevo semestre. Por lo que había visto no solo estaba siendo así para mi sino también para Diego quien se la pasaba en su habitación o en la casa de Bill estudiando. Había demasiado trabajo y las cosas eran mucho más fuertes, el año se estaba acabando y se acercaba el próximo año universitario y por lo que veía iba a ser tan fuerte como lo estaba siendo en estos momentos.

Pero aunque estaban todas las clases muy fuertes la de Ian lo era aún más. Y no puedo estar tan loca, les aseguro que Ian se empeñaba en hacer la clase más difícil por mi y hasta me hacía pasar vergüenzas en la clase.

La verdad a veces tenía varias dudas y tal y como hacía en todas las clases intentaba corroborarlas pero Ian se encargaba de hacerme quedar tonta o la brota de la clase, cosa que me hacía enojar pero no le demostraba pues eso era lo que él quería.

Mis calificaciones habían bajado, iba tremendamente mal en la dichosa clase que impartía el idiota de Ian pero no era que yo no estudiara o que la clase era demasiado para mi, de ninguna manera. Resulta ser que el idiota bajaba mis calificaciones. Es decir, si yo sacaba un nueve o un ocho el ponía que yo sacaba un seis o un cinco. Nadie podía asegurarme eso pero yo sabía que él estaba haciendo algo así porque yo me encargaba de estudiar lo suficiente como para poder sacar un nueve o hasta un diez. Estaba harta y todos los días al entrar a la dichosa clase solo quería que sonara la alarma de incendios para largarme y salir corriendo de aquel estúpido salón. ¿En qué momento el profesor buenote y buena onda se convirtió en el profesor buenote (sigue siéndolo) pero mala onda y con ganas de fastidiarle la vida a los estudiantes? Nadie decía nada al respecto, pues claro, solo pensaban que estos temas eran más difíciles y ya. Con los demás él no era tan pesado y malo, solo conmigo.

Ruedo los ojos y hago un bailecito de felicidad en mi mente al escuchar a Ian decir que nos veremos en la próxima clase. En ese momento deseo que se rompa las dos piernas y no pueda venir a dar clases pero luego recuerdo que existen las computadoras y que él puede enviar un mail con el trabajo diario, maldito idiota.

Espero que todos mis compañeros de clase salgan del salón y camino con mi mochila en el hombro hasta cerrar la puerta.

- ¿Qué pasa Bech? - pregunta Ian de lo más relajado.

- ¡Ay por favor no te hagas el tonto, tú sabes bien lo que pasa! - dije enojada.

- Más respeto, tú aquí eres la estudiante y yo el profesor. Ya perdiste todos lo privilegios ¿recuerdas?

- ¡Maldito idiota! - alzo mi mano para pegarle pero él la detiene y me acerca a él.

- No tienes idea de cuánto más me gustas así de cabreada.

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