Capítulo 8

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***AVISO: Este capítulo contiene menciones de Holmescest (una escena, mejor dicho) a mi no me viene mal el ship, pero como desconozco si a todos ustedes les agrada o no, decidí avisar con un "aqui comienza" y "aqui termina" así, si no quieren leerlo, busquen esas dos frases para saltar esa parte c: ***

VIII
Después de varias respiraciones profundas y meditaciones, John logró recobrar la calma y deshacerse del sonrojo, que de haberlo mirado alguien más, le habría incriminado de la peor manera. Habiéndose controlado, acudió junto a Sherlock para tomar el desayuno en el comedor familiar, el cual contaba con la misma elegancia que el resto de las habitaciones y a pesar de ser más "pequeño" (¿Cómo iba a ser una habitación pequeña? Seguía teniendo el tamaño de todo el primer piso de la casa que sus padres compartían con otra familia) podía contener fácilmente a ocho personas que tomaran sus alimentos con total comodidad; y también de nueva cuenta, volvió a sorprenderse con la cantidad de comida que le era ofrecida, y sólo para el desayuno.

Bien, el pequeño agradecimiento de Sherlock quizá le había logrado tranquilizar un poquito (sólo un poquito) como para creer que el desayuno lo podrían tomar en un cómodo silencio o, si era posible, una conversación pequeña pero igual de cómoda. Claro que no, nada podía ser cómodo en sus primeros días en la Holmes manor, al menos no en cuanto a situaciones; la primera parte de los alimentos ambos muchachos los tomaron en relativa calma, un confortable silencio y una que otra frase sobre el clima o sobre lo que podrían hacer el resto del día.

John apenas se encontraba sirviéndose una segunda ronda de pancakes* con canela cuando Forner, el mayordomo de los Holmes, se postró en la entrada a la habitación.

"Lord Mycroft ha llegado de visita, señorito," informó con su voz tranquila, "desea una palabra con usted."

Al escuchar su nombre, Sherlock no pudo evitar tensar por un momento el tenedor que sostenía, lo cual John logró notar de milagro. "Hágale pasar al comedor, Forner. Coméntele que tengo visitas." El mayordomo asintió y momentos después ambos muchachos se encontraban acompañados de un hombre joven, ataviado con prendas tan finas como el pelinegro hacía excepto que parecía pesar unos kilos de más, los cuales ocultaba con la altura y cierto poder que acompañaba cada uno de sus pasos.

"Tan obeso como siempre, Mycroft." Espetó Sherlock a modo de saludo sin dejar su desayuno de lado y, mucho menos para mirarlo; lo que provocó una sonrisa delgada y tensa en el joven mayor.

"Tan grosero y desinteresado como siempre, hermano mío" Replicó y la acidez que nacía en él murió al notar la presencia de John, ante ello, carraspeó y se arregló el último botón de su levita con aire ausente. "Disculpe este saludo tan desagradable, espero que no se cree usted una pésima primera impresión, ¿señor...?"
"Watson. John Watson." Respondió el joven rubio inmediatamente al ponerse en pie para estrecharle la mano. "Al menos es mucho más amable que Sherlock" pensó tras soltar la mano de Mycroft y volverse a sentar.

"Veo que tiene buenos modales; algo excelente en un caballero de nuestra liga, desafortunadamente no podemos comentar lo mismo sobre mi querido hermano." Confió el mayor de los Holmes al tomar asiento a la cabecera, quedando entre el par de jóvenes y le sonrió al rubio por un momento. "además, debo confesarle el que usted aceptara mantenerse como una amistad de él, debe ser insufrible tener tal posición ¿no es así?"

A pesar de ser tratado con amabilidad, el menor Watson pudo notar con gran facilidad (no hacía falta ser Sherlock para lograrlo) la pesadez en las palabras de Mycroft por lo que carraspeó y se arregló la corbata distraído. "Yo no diría que es insufrible, es...cuestión solamente de tratar con buen humor y ser buena persona. 'La amabilidad es la clave' es lo que diría mi madre"

The London HusbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora