Capítulo 23

898 73 23
                                    

Nota:
Perdón por haberme tardado tanto ;3;

*beau: Hermoso, en francés
**Apolo Belvedere. Escultura del dios griego que, a partir del siglo XVIII, para los europeos fue la representación de la perfección estética.


           

XXIII

El señor Holmes no llevaba mucho tiempo de encontrarse respondiendo cartas en la biblioteca después del desayuno, cuando pasos familiares se escucharon a lo largo del pasillo hasta detenerse a la entrada de la habitación y éste elevó la mirada, sonriendo satisfecho. "Muchacho, ¡que gusto verte! Aunque no te esperábamos hasta un par de horas antes de la cena." Saludó al levantarse para estrechar la mano de John.

"Lo mismo pensé, señor. Pero al final me han entregado las notas a primera hora de la mañana así que no quise desperdiciar tiempo y decidí volver más temprano. Aquí tiene." Informó el rubio al entregarle el sobre que contenía sus notas.

"¡Pero qué te parece! Una boleta sin más que sobresalientes. Y hasta una felicitación de un tal doctor Andrews." Sonrió el señor tras leer y guardar la boleta de nuevo, entonces se encaminó hasta donde le reservaban el whisky y sirvió dos vasos, uno para cada quien y le entregó el suyo al más joven.

John asintió en agradecimiento. "Él fue mi médico instructor en cirugía este periodo, mi Lord. Inclusive me ha aconsejado enlistarme como cirujano militar cuando termine mis estudios." Sabía que aquella noticia quizá no sería muy bien recibida, pero igual tenía que informarla; si bien aún faltaba un año para que concluyera sus estudios, debía comenzar a pensar en qué haría después de concluir. A su pesar (principalmente por Sherlock,) no podía permanecer en tal hogar por demasiado tiempo.

"Vaya, el ejército. Es algo muy noble de tu parte, muchacho pero ¿estás seguro de ello? No podríamos verte por unos años..." Aseveró Lord Holmes antes de dar un trago al vaso cristalino y suspiró. "Aún así, ¿Quién soy yo para dictar lo que un joven haga de su vida? Si esa llegara a ser tu decisión, tendrás mi apoyo por completo, muchacho. Y el respeto de nuestra familia también."

Aquello arrancó de John una pequeña sonrisa avergonzada. Si tan sólo su padre pudiera escuchar a Lord Holmes, se daría cuenta de que lo que él había siempre pensando era cierto: El dinero no te volvía vil o ruin. La falta de educación sí. "Le estaré siempre agradecido por sus palabras, Lord Holmes, así como la gran oportunidad que nos ha brindado a mi familia y a mí, prácticamente se podría decir que nos regaló unos años más de vida. Creo que es algo que nunca podré pagarle."

El señor sonrió leve. "Dejémoslo en un empate, ¿te parece? Tu amistad con Sherlock a cambio de ayuda. Nada menos." Apenas terminó de hablar cuando se vio al mencionado pelinegro pasar ya enfundado en su atuendo para cabalgar, fusta lista en su mano. "Sherlock, ¿acaso no piensas saludar? John ha llegado."

Y aquello pareció ser música para el menor de los Holmes.

Aún así, tuvo que contener el mostrar mayor afecto del necesario (y el cual podría meterlos en problema si su padre, o cualquiera, lo notara) y se limitó a adentrarse un momento a la habitación para estrechar su mano con la del joven rubio y ofrecerle una sonrisa genérica. "Me alegra tu regreso, John. Imagino que tu reporte calificativo está repleto de sobresalientes, ¿me equivoco?"  Cuando John negó con una sonrisa bastante disimulada, Sherlock asintió con la cabeza. "Acompáñame a montar. No se compara a una cacería celebrativa pero al menos permite el aire fresco y la compañía agradable."

"Lord Holmes, si me permitiera." Fue el único aviso de John al marcharse y tan pronto estuvo fuera de la habitación, apresuró sus pasos para cambiarse y al poco rato, ya encontrarse montando su propio caballo mientras Sherlock le esperaba.

The London HusbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora