Capítulo 18: Tu y yo siempre fuimos dos

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Angie

No escuché más los desalineados comentarios de la rubia torpe. La estúpida no sabe cómo hacer que yo no la escuche, ¿se habrá muerto ya? Nada me haría más feliz.

Su escencia había desaparecido, mi alma se sentía tan ligera, tan cómoda sin la alma de ella. La oscuridad con la que la atrapé se intensificó a tal punto de matarla cuando besé a Michael... justo lo quería.

Ay sí, Michael, siempre creí que me gustarían los mayores que yo pero él me ha mostrado que la edad no es más que una cifra. Él es demasiado maduro y todo lo que yo podría querer en un chico. Si lo besé fue por Dolores sí, no obstante, también lo hice porque siento lo mismo que Dolores sintió por Jhonnathan y ahora por Timmy (esto me recuerda mucho a Candy, hasta se parecen, o sea). Eso que ella llamaba amor, eso que fortaleció su poder a tal punto de dejarme al borde de la muerte.

Es eso, o un simple gusto temporal, sea lo que sea se siente demasiado bien, tanto como ese roce de labios que pasó a ser más apasionado... no quisiera extenderme en detalles.

Los días pasaron y la nula existencia del rubio en ahora mi cabello es solo una de las tantas cosas que muestran que la patética existencia de Dolores había desaparecido y nadie lo notó, debido claro a que su cuerpo seguía vivito y coleando. Pero eso sí, lejos estaba la bondadosa Dolores, eso sí que todos lo notaron.

El grupo de amigos de la desaparecida se desintegró por la falta que hacía la lucecita en sus vidas. Yo solo paraba con Michael y literalmente no me importaba nada más.

Ya había conseguido lo que quería, había resurgido de mi muerte con un nuevo cuerpo sin dejar de ser yo misma, Dolores ya no era un impedimiento. Me sentía como enamorada, hasta logré hacer cosas que nunca pensé realizar luego de que morí... sonreír.

La oscuridad de mi alma dejó de ser fría sin dejar de ser oscura, lo tenía todo y no me importaba en absoluto el dañó que eso provocó aunque sentía que algo me faltaba.

Aún me confundía cuando Michael o cualquier mortal me llamaba Lola. Por más que era yo misma, estaba en el cuerpo de ella y eso no es ser al cien por ciento yo misma. ¿Cómo podría hacerlo entonces? No podría seguir fingiendo siendo Lola y no otra persona, no por toda la vida. Pero como no pensé en esto antes.

Justo cuando llegaba a extrañar a la antigua dueña de este cuerpo, pude sentir dentro de mí una pequeña chispa de luz, pequeña sí, pero tan notoria como solo una nodita de luz podría serlo.

Aunque cuando empecé a analizarla mejor, supe que esa no era Lola, ella no había resucitado ni nada, esa luz era otra, una que presumía tener más poder por más que era pequeña.

Esto se puso interesante y muy pronto supe qué era lo que pasaba, ya no quería estar en ese cuerpo con un nombre que no era mía, quería ser libre y si algo pude aprender de las clases de historia es que si no eres de la India, para ser libre debe haber guerra.

Lola

No sé lo que pasó, cuando Angie besó a Michael me desmayé. Mi respiración se detuvo y realmente pensé que estaba muerta hasta que una luz tan minúscula pero intensa logró abrir mis ojos.

—Es tu oportunidad, querida. La oscuridad de su alma se ha aclarado por el amor —se oía una voz masculina tan angelical y agradable—. Antes de que preguntes, aun no debes saber quién soy pero si hay algo que debes saber es que yo siempre estaré aquí. Vamos, ni siquiera necesitas de mí para salirte de esta, por ello mi tardía ayuda. Somos la luz de la estrella más brillante, pero solo tú guiará a los demás que como nosotros deben alcanzar la excelencia, yo no pude hacerlo y ahora te toca a ti.

Mis ojos se iluminaron por completo en una luz amarilla. No necesitaba la luz del sol, yo producía el mismo calor que mi cuerpo necesitaba para subsistir.

Dos almas otra vez compartían el mismo cuerpo, su poder las hizo libres de esa cárcel de carne y hueso.

Mi alma escapó del cuerpo trazando un camino de luz solar hacia el cielo. El mismo caso fue para Angie pero en su caso era una luz morada oscura. La última vez que esto pasó yo no era conciente de mis actos, pero ahora sí que lo era.

Mi entorno era en plena ciudad, justo en el horario con mayor muchedumbre. Vi mi cuerpo y estaba tendido en el suelo, como si hubiese muerto, Michael estaba más que asustado y solo me daba palmaditas en el rostro o ne agitaba para despertar. Me hubiera gustado que otras personas estuvieran ahí.

Angie al verme se sorprendió levemente e hizo otra de sus risas siniestras.

—Ahora veamos tu velocidad ¡alcánzame si puedes! —exclamó Angie antes de elevarse aun más pasando sobre las nubes. Fue raro de que nadie haya dicho nada, ¿será que nadie podía verme? O querré decir ¿podía vernos?

Las alas de Angie eran diferentes a las mías, las suyas eran de un tono negro intenso aunque algo más calvas en el sentido de plumas, ella tenía una colita como de diablo y su aura estaba demasiado intensa. Por mi propio bien la mía debía ser la más intensa.

Angie se elevaba más y más. Era un rayo corrupto que ansiaba traspasar las nubes. De estar en tierra yo estaría tragándome su polvo. Aún con todas mis fuerzas me sentía no pude superarla en velocidad.

Una vez estando sobre nubes. Angie no perdería la oportunidad de presumir.

—Casi me duermo por esperarte —bufó Angie fingiendo bostezos.

—¿Qué quieres de mí ahora? —La miré ardiendo ante esa burla.

—No me creas una villana de cuento, Dolores. No pienso perder esta vez.

—Nada de lo que haces es necesario. Tú estás muerta, solo vete.

—¡No eres quién para mandarme nada! Solo eres una lucecita de vela que pronto apagaré.

—¡Pero si me acabo de prender! Para autoproclamarte carencia de luz estás brillando demasiado.

Quise herirla tirándole unos rayos pero en vez de eso solo rodee de su cuerpo una esfera que la estrujaba.

Veía horrorizada como aullaba de dolor, rayos amenazaban de partirla como un cristal.

No tenía una apariencia humana, salvo por su forma. Ella solo era una sombra negra de cuerpo humanoide, de aura y cabello de luz morado.

Una maldita piedad hizo que me apiadara de ella y me acercara. Olvidé que era yo quién mantenía esa esfera y Angie aprovechó mi descuido para ser libre.

—Eres débil, pero eres lo que necesito.

—¿Por qué no buscas a Peter Pan? Es el único al que se le pierde su sombra.

—Yo... no soy ¡una sombra!

—Entonces vamos a bailar.

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⏰ Última actualización: May 30, 2018 ⏰

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La Guardiana Legendaria (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora