Capítulo 11. La homofobia

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Marion

—¡Marion! Cuéntanos cómo te fue —insistía Ian.

Ya era miércoles y no había pegado ojo en toda la noche. Me había quedado pensando en todo menos en dormir.
Estábamos en la hora del recreo. Los cuatro siempre nos sentábamos en las gradas y hablábamos de nuestras cosas, aunque me daba la impresión de que esta vez la única que iba a hablar era yo misma.

—Mmm... Fuimos a un bonito parque —me encantaba dar detalles monótonos para aumentar las ganas de saberlo a los demás.

—Vamos, no fastidies. ¿Y qué pasó? —decía Ian.

—Nos besamos. Fue mi primer beso.

—¿Enserio? Joder, que monos. —Sara parecía feliz por mí.

—Cuéntame con más detalles —exigía Ian.

Les conté todo mucho mejor detallado y se quedaron mirándome perplejos.

No me di cuenta de que justo detrás de mí estaba Martina escuchando. Había venido nueva y ya estaba con las populares del instituto. Entonces fui a donde estaba, un poco más lejos de mis amigos.

—A ver si nos lo presentas. Un beso en la segunda cita... —dijo con risita burlona

¿Pero qué se creía? No podía entrar en una conversación privada como si nada.

—¿Cómo decías que se llamaba...? ¿Álvaro? —dijo con tono de superioridad.

Mierda. Había contado todo con tantos detalles que seguramente ahora ella lo sabría todo. Menuda cotilla. Eso me pasa por contar las cosas en la escuela, aun así, actué con naturalidad.

—Sí, ¿te importa mucho?

Podría haber sido un poco más maja pero no me salía serlo.

—No, lo único que quería decirte es que seguro que es un chico estupendo. ¿Por qué no te lo traes a la fiesta?

Tierra trágame.

—Está bien...

Seguía con su risa de arpía.

—¡Por cierto chicos! —dijo gritando para que la demás gente la oyese—. Poneros muy guapos, ¿vale? La fiesta es en mi casa a las nueve.

Era raro, a ellos les hablaba normal.

Después de decir esto último se marchó y otras dos chicas fueron detrás de ella. Miré perpleja hacia Ian, Sara y Charlie.

—Dios mío, que manera de llamar la atención —decía Sara.

—¿Tanto se nota? —reí.

—Mira el lado bueno —dijo Sara—. Hay una fiesta.

—Caray. Me siento mejor.

—¿Enserio?

—No. Me tengo que pensar el ir o no a la fiesta... —decía mi espíritu no fiestero.

—No digas tonterías. ¡Tú te vienes a la fiesta! —me dijo Ian—. Al cuerno con Martina, olvídala, pero una fiesta es una fiesta.

—Hombre... Claro que vienes. Y me vas a ayudar a elegir que llevar puesto —decía Sara.

—Vaya lío en el que me he metido.

—No es para tanto —me tranquilizaba Charlie.

—La verdad... Sí que es para tanto —afirmaba Ian—. Si no vas, van a pensar mal de ti.

—¡Ian! No me ayudas. Deja de ser tan negativo.

—Vale, vale. ¡Perdón!

La verdad es que Ian era directo, pesimista y decía completamente la verdad, tenía que decírselo a Álvaro...
No tenía la conciencia tranquila.

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