Capítulo 3. Por una carta

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Marion

Antes de entrar en casa eché un vistazo al buzón por curiosidad y
vi que había una carta llena de polvo. Miré la fecha y observé que había sido enviada hace cuatro años.

Imaginé que sería para la anterior propietaria de la casa, pero no tenía ni idea de quien era. Sentí lástima porque quien quiera que hubiese escrito aquella carta estaba perdiendo el tiempo esperando respuesta.

Leí el remitente y el destinatario de la carta, iba dirigida a una tal Martina de un tal Álvaro.
Decidí guardarla y de momento no comentar nada a nadie y la guardé en mi mochila del cole, la leería, ¿por qué no?

Llegué a casa y me quité los zapatos. Mi madre aún no había llegado.

A los diez minutos, llegó Naomi.

—¿Qué tal tu primer día cariño? —quiso saber. Qué raro era la palabra "cariño" en el vocabulario de mi hermana.

—Bien, todo bien —contesté.

—¿Qué te ha parecido el instituto?

—Es enorme, y ya he conocido a tres niños.

—¿Has comido algo? —añadió.

—Un café y un croissant, en el bar de aquí enfrente.

—Vale. Mamá va a llegar dentro de poco, estaré estudiando —se fue a nuestro cuarto y cerró la puerta de un golpe.

Me dirigí hacia la terraza y esperé hasta que mi hermana hubiese cerrado la puerta de nuestro cuarto. Después saqué de la mochila la carta y empecé a leer.

Querida Martina:                        7-7-2013

No sé cómo serán los gestos que tendrá tu cara al leer esta primera carta que te envío, no tengo ni la más remota idea de si esta sigue siendo tu dirección actual, no sé en qué día, mes o año te encuentras al leer esto, no sé tu número actual de teléfono ya que no das ningún tipo de señales de vida, ni tampoco sé por qué te fuiste así, ¿o no te fuiste?

Yo te quiero muchísimo y no sabes lo que te estoy extrañando.
He buscado todas las maneras posibles de ponerme en contacto contigo, pero esta dirección es lo único que me queda.
Empezaré por preguntarte "¿qué tal?" como en las cartas típicas.
Te escribo para ello. Para saber de ti y decirte que nunca te olvido.

PD: Te dejo mi número de teléfono, ya sabes que me cansa escribir.
(697356834)

Firmado, Álvaro.

Aquella carta me dejó intrigada, era raro encontrarse con estas cosas. Me quedé pensando después de leerla. ¿Qué había pasado entre Martina y Álvaro? ¿Por qué se había marchado la chica y el chico parecía no saber nada al respecto?
Me surgieron muchas dudas que yo no podía contestarme.

Al rato, llegó mi madre a casa y rápidamente guardé la carta.

—¿Qué haces aquí fuera con el frío que hace? —dramatizó mi madre.

—Que tú tengas frío no significa que yo lo tenga —sonreí.

—¿Qué tal el instituto?

—Bien, me gusta.

—Me alegro. Oye, ¿no tienes deberes?

—Sí, ahora los haré. —La verdad era que se me habían olvidado por completo los deberes con el tema de la carta. Tardé bastante en hacerlos porque eran un poco largos.
Cuando terminé, mi madre ya nos estaba avisando a mi hermana Naomi y a mí que estaba la cena.

—Itadakimasu —bendijo mi madre la mesa antes de empezar a comer.

—¿Qué tal el día Naomi? —pregunté. La verdad es que me llamaba la atención de como la había ido en la universidad.

—Raro. Extraño Ohara, la universidad no me gusta.

Mi madre echó una mirada rápida a mi hermana y dio un largo sorbo de agua.

—Eso es porque es tu primer día y no estas acostumbrada, piensa que todo el mundo está igual que tú —masculló mi madre.

—Tú siempre tan optimista mamá, seguro que te ha ido genial en el nuevo trabajo.

Mi madre se quedó callada mientras comíamos y al rato la contestó.

—Es una oportunidad y no se debe desperdiciar nada, tampoco te creas que estoy encantada de que tengamos que dejarlo todo y venir aquí.

Mi madre había empezado a trabajar como dentista, ella llevaba años trabajando en una tienda como dependienta después de sacarse la carrera de odontología.

—Ya mamá, pero es difícil —protestó Naomi.

Cuando terminamos de cenar, fui al cuarto de mi hermana y mío y estuve un rato pensando en el día que había tenido.
Saqué la carta que había leído antes y al terminar de leerla mi imaginación dio un brinco, vi el número de teléfono y se me ocurrió algo que posiblemente no debí haber hecho, pero en aquel momento quise probar algo nuevo y que mi vida cambiase de una vez por todas.
Guardé aquel número de teléfono en mis contactos del móvil.
Ojalá que no se haya cambiado de número.

Entró Naomi.

—Voy a hablar por skype con Ikari. No te importa, ¿no?

La verdad era que sí me importaba, me gustaba que hubiera silencio, pero a la pobre se la veía en cierta parte triste y además se había peinado y maquillado un poco.

—Puedes hablar con quién quieras, no estoy estudiando

—¡Yupi!

Mi hermana entró en skype y mientras lo hacía me fui a la litera de arriba a leer. Cosa que me resultó imposible porque se oían las risas de mi hermana y la voz de su novio.

—Naomi, ¿te importaría bajar la voz?

—Me has dicho que podía hablar.

—Sí, pero no tan alto. También es mi habitación, ¿sabes?

—Ay. Menuda pesada eres —me miró con cara de desagrado.

La tiré harta el libro desde mi cama y fue a parar a su hombro.

—¡Aaaaaah! —se quejaba. Pero seguía sin bajar la voz así que no hubo más remedio que dejar de leer.

Saqué mi móvil y empecé a escribir un mensaje a Álvaro para contarle lo que me había ocurrido, pero automáticamente lo borré. ¡Maldita timidez! «Qué tonta», pensé.
Seguro que pensará que soy una entrometida.

Decidí esperar y asumí que era mejor idea llamarle que escribirle.

MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora