Marion
No me gustaba mi anterior instituto. O, mejor dicho, no me gustaba la gente de mi anterior instituto.
Nunca he dado una imagen muy negativa de mí, pero como supongo que nadie más leerá esto, aprovecharé para decir todo lo que siento y no soy capaz de decir. Igual que cuando quemas un papel en el que escribes algo y dejas que el viento se lo lleve, algo parecido.
Había una chica en mi clase de historia el año pasado, que se llamaba Yuriko. Era muy divertido estar con ella en el instituto, pero estaba obsesionada con escalar más puestos en los rangos de popularidad. Siempre habíamos sido muy amigas, pero este verano había dado el estirón, pues estaba más guapa, más alta e incluso había perdido peso. Este último año de preparatoria, el cual corresponde a segundo de bachillerato había estado distante conmigo y se comportaba como una tonta por los pasillos, sobre todo cuando pasaban chicos cerca. Aunque a ella no se la veía tan feliz como lo era antes, yo he estado callada la mayoría del tiempo sin mencionar ese tema con ella.
Así que, nos distanciamos un poco.
Yo no tenía más amigos. Pero eso ya no era ningún problema, pues estaba a punto de mudarme.
Siempre he pensado que si algo no te hace feliz debes cambiarlo, ¿y qué mejor forma de cambiarlo que mudándose a otro sitio?
No me malinterpretéis, en mi ciudad también hay cosas bonitas: El picnic bajo los cerezos en flor cada abril, los festivales en los que miles de mujeres van vestidas en kimonos y las miles de tradiciones dedicadas a la religión.Echaría de menos tomar el té por las tardes con mi abuela, el olor a salmón en las calles, el fin de año en febrero...
Tengo que admitir, que era lo único que iba a extrañar junto con mis profesores, que eran los que me daban fuerzas para ir cada mañana al instituto, y a mi familia. Bueno, no toda mi familia. Mi hermana Naomi me habría hecho un favor si se quedase en Ohara (Kioto), aunque en el fondo la quería.Naomi era todo lo contrario a mí. Era una persona extrovertida, brillante, había tenido muchísimos novios y su vida siempre había sido más fácil. Era una chica alta, con unos ojos parecidos a los míos, pero más claros, al igual que su cabello.
Aquella tarde, cuando terminé de hacer la maleta, bajé al salón para reunirme con mi madre y mi hermana.
—Bueno niñas, ¿os habéis despedido ya de todos? —preguntó mi madre.
—Yo sí —lloriqueaba Naomi.
—¿Y tú Marion?
—Esto sí... Vámonos.
—Yo he llamado a la madre de Yuriko, para despedirme. Vendrá ahora, en un rato. —Mi madre y la de Yuriko, eran amigas y por eso yo había sido amiga de su hija desde el jardín de infancia.
—Bien.
Estuvimos dando una última limpieza a la casa y en un rato después sonó el timbre.
—Debe de ser la madre de Yuriko... Ya voy yo —decía mientras iba en dirección a la puerta.
—¡Anda Marion! Mira, Yuriko también ha venido a verte.
—Qué sorpresa... —exclamé, nerviosa.
—Hola Marion, mi madre me había dicho que os ibais y... Vengo a despedirme. —Al segundo después de decir aquello, me dio un fuerte abrazo.
—Bueno... Se que hemos estado algo distanciadas, pero... Te voy a echar de menos. ¿Vale?
—Va... Vale —tartamudeé algo asombrada.
—Bueno, pues... Hasta pronto.
Y ya está. Esa fue la única despedida que tuve. Me había alegrado, aunque joder; tener que mudarse para que me volviese a hablar... Bueno, cada persona tiene sus cosas.
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Marion
Novela JuvenilAl mudarse, Marion encuentra una carta que fue enviada por un chico hace cuatro años. Decide decírselo e involucrarse en la historia, pero lo que no se imaginaba ella es que cupido iba a hacer de las suyas.