Capítulo 18. En la nieve

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Marion

La excursión a la nieve fue legendaria, era de lo que más se hablaba la última semana en el instituto. Yo no tenía ganas de ir, no solo porque no supiese esquiar sino porque no quería salir de mi casa desde la fiesta. Estaba andando por el autocar a ver si veía alguna cara conocida, pero por suerte o por desgracia llegaba de las primeras. Ya casi al fondo del autobús me topé con Ian, que estaba sentado solo y estaba con su inseparable bloc de dibujo.

—¡Hombre Marion! —me saludó—. Corre, siéntate conmigo.

Me senté de inmediato mientras retiraba su mochila del otro asiento. Qué raro que no estuviese con Charlie.

—¿Qué piensas? ¿Vas a dibujar en lugar de esquiar?

—Solo es para relajarme —reía—. Esto tiene más pinta de ser un infierno invernal que una excursión guay para perder clase —decía mientras levantaba la vista de su dibujo.

—¡Pero si estabas encantado de ir! —exclamé.

—Estaba... Bien dicho —suspiró.

Ya iba llegando más gente y entonces, se levantó de uno de los asientos delanteros Yoli, la secretaria del centro que se había dignado a venir con nosotros junto con André y para mala suerte, nuestra profesora de francés.

—¡Bueno chicos! Estamos a punto de hacer una excursión de fin de curso que será una nueva experiencia para todos.

Todos los alumnos de segundo aplaudieron felices. Unos por el simple hecho de perder clase y muchos otros porque estaban ilusionados.

—Lo primero de todo, vamos a hacer tres grupos con los que vais a esquiar. Bueno, más bien os pasaremos una hoja donde están escritos. —se oyeron quejas y suspiros por parte de los alumnos.

—Joder —se quejó Ian—. No nos dejan libertad ni en una excursión y tenemos que estar con el profesor que nos toque —dijo mientras le pasaban la hoja donde estaban las listas—. Anda, Marion, ¡estás con Sara!

—Sí, genial. Y con Martina y sus amigas... —eché un vistazo hasta donde estaban sentadas, parecían muy felices.

—No te quejes, que a mí me ha tocado solo. Con lo guay que sería esquiar con tus amigos...

—Tranqui, no exageres. Supongo que darán tiempo también... —le calmé—. Estás con Charlie, ¿no? —repliqué al mirar la lista.

—Pues eso... Solo.

—Qué ha... —Alguien empezó a hablarnos y no me dejó terminar la frase. Era Charlie, que se había quedado parado al lado de nuestros asientos.

—Hombre Ian... Pensé que nos íbamos a poner juntos —farfulló este.

—Sí, y yo pensaba que el viernes estabas demasiado cansado como para venir a mi casa después de la fiesta.

Charlie frunció el ceño.

—¿Qué? —se sorprendió.

—Sí, por lo visto tenemos diferentes formas de dormir cuando estamos cansados.

—¿De qué estás hablando Ian?

—De nada, tú sabrás.

Ian hizo ademán de mirar por la ventanilla hasta que Charlie se fuese.

—Wow. No sabía que tenías tanto carácter.

—¿Enserio? Es la primera vez que lo saco. Pensé en quedarme callado... Pero sabía que iba a decirme algo.

—Estoy perdida.

—Sara es la única que lo sabe. Bueno, y tú ahora. Mira —me enseñó una foto en la que Charlie salía besándose con otro chico del que no conocía de nada.

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