Capítulo 4

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Creo que es momento de irnos, Bárbara.

Me quitó la cerveza y me llevo hacía la cocina.

-No, dale boluda, nos quedemos un poco más.

-¿Dónde dejaste las llaves del auto y el departamento?.

Preguntó ignorando rotundamente lo que le había dicho.

-No se, seguramente están con nuestras cosas. Micaela...

Ella desapareció de la cocina y yo me quedé sentada con el vaso de agua que me había dado. No tenía noción del tiempo, me estaba divirtiendo y para mi eso era lo que importaba.
Micaela apareció con Pablo y Alejo unos minutos después.

-Bárbara ¿Estás bien?.

Preguntó Pablo.

-Si chicos, no se que les pasa.

-Creo que tomaste un poco de más, te pasaste un toque, Bar.

Escuche decir a Alejo y me levanté con indignación, para irme a otro lugar y alejarme de ellos.
En el momento que me levanté me dio vuelta todo, fue una muy mala idea quedarme sentada después de todo lo que había tomado, había mezclado varias bebidas.
Me tambaleé un poco y Pablo ayudó a establecerme agarrándome de la cintura.

-Está mal, ayudenme a llevarla al auto.

-Que exagerada.

Dije alargando la última palabra y con Alejo empezamos a reír. Micaela rodó los ojos e hizo camino a la salida. La verdad no me quería ir, la estaba pasando bien, pero entendí que no podía quedarme después de que Pablo me ayudó a subir al auto, no podía hacerlo por mi cuenta. Nos despedimos de Alejo que subió de inmediato a atender a sus invitados

-¿Quieren que las lleve? Micaela no manejas hace mucho tiempo.

-No te preocupes que vamos a llegar bien. Además deje de tomar hace un par de horas.

Le guiñó un ojo y se subió al auto.

Nos despedimos de Pablo, Micaela encendió el auto y tomamos rumbo. Íbamos a paso de tortuga, así que definitivamente tardariamos un poco en llegar. Pasamos dos semáforos y en una esquina estaban haciendo control de alcoholemia.

-La puta madre.

Maldije mientras me ponía el cinturón de seguridad y me acomodaba en el asiento del acompañante para parecer normal. Micaela hizo lo mismos, pero ella parecía un poco más tranquila.
Llegamos, y un agente nos pidió papeles del auto.

-Todo en regla.

Dijo, revisando cada uno de los documentos que Micaela le había dado.

-Ahora necesito su permiso de conducir, señorita.

Maldije mil veces más en mi cabeza, hasta que vi a Micaela sacar el permiso de su bolso.

-Muy bien, pueden irse señoritas.

Le agradecimos y tomamos rumbo de nuevo. Estaba tan impaciente de lo lento que conducía Micaela, así que tome un cigarrillo y abrí el vidrio de la ventanilla.

-Así que, tenes auto.

Dije encendiendo mi cigarrillo.

-Tenía.

-¿Que pasó entonces?

-Nada que quieras saber.

-Quiero, por eso te pregunto.

-Cambio mi respuesta entonces. Nada que yo quiera contarte.

No pregunté más nada durante el trayecto hasta el edificio. Me molestaba este tipo de actitudes de Micaela, no podía mantener una conversación sin que a los dos minutos saltara su mal humor.

Barbica  (Sólo un momento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora