Capítulo 17

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Abrí mis ojos con dificultad, miré a Micaela que dormía serenamente entre mis brazos, no resistí la tentación de acariciar sus labios con mi pulgar, eran perfectos rojos y carnosos, irresistibles para cualquier persona que la tuviese tan cerca como la tengo yo ahora, en ese momento me di cuenta que soy la persona más afortunada del mundo, dejé sus labios y empecé a acariciar sus mejillas, podía ver perfectamente sus pecas que se lucían muy poco por el maquillaje. Después de un rato de hacerle mimos Micaela empezó a despertar.

-Dormilona. -Dije dándole un beso en sus labios.

-Estaba despierta hace rato. -Confesó con una sonrisa. -Pero quería que siguieras acariciandome.

-Sos una tramposa. -Reí. -Me la vas a pagar.

-Qué tal si te compenso. -Dijo poniéndose encima de mi. -No te podés mover ni tocarme. -Se acercó hasta rozar nuestros labios. -Solamente sentir, como lo hice yo.

En este punto yo ya sentía calor en todo mi cuerpo, simplemente asentí porque las palabras no salían de mi boca, Micaela empezó a dejar pequeños pero sentidos besos en todo mi rostro haciéndome erizar la piel, besó mis labios e inmediatamente profundizó el beso metiendo su lengua en mi boca haciéndome soltar un pequeño gemido, levanté mi mano para ponerla en su nuca, era una necesidad que tenía en el momento que habíamos profundizando el beso para mantener a Micaela ahí  por mucho más tiempo, en ese momento se separó de mi y yo me arrepentí de haberlo echo.

-La tramposa no soy yo.

-Lo siento. -Dije con mi voz jadeante. -¿Podemos seguir?. -Pregunté con un ardor en mi cara, sabía que me había puesto roja como un tomate. -Micaela sonrió besando mis mejillas y negó de inmediato.

-Tengo hambre. -Dijo simplemente y se levantó de mi. -¿No te enoja si seguimos después?.

-Obviamente no. -Dije sonriendo.

La verdad era que quería seguir hasta que alguna de las dos dijera basta, pero entendía a Micaela quizá no era el momento. Preparé el desayuno que simplemente era café con media lunas, Micaela me ayudó a llevar todo a la mesa y cuando me estaba por sentar me hizo seña para que me sentara en sus piernas, no me resistí aunque era un poco incómodo desayunar de esta manera no quería estar mucho tiempo alejada de ella aunque sólo fuesen unos centímetros de distancia.

-¿Qué querés hacer hoy?. -Preguntó dejando todo en la cocina.

-Lo que sea pero con vos. -Ambas empezamos a reír.

-Muy cliché, Martínez. -Dijo sonriendo. -Pero quiero hacer lo mismo.

-Lo único que puedo aportar es que no quiero quedarme encerrada todo el día, después no se me ocurre que podemos hacer.

-Podemos ir de picnic. -Dijo pensativa. -Tendríamos que buscar un lugar tranquilo.

-Me encanta la idea. -Micaela se sentó y me posicione encima de ella con mis piernas colgadas a sus costados. -Tenemos que preparar el auto. -Besé su nariz y ella sonrió.

-Aunque pensándolo bien...

Micaela puso sus brazos en mi espalda y empezó a besarme, yo la agarré por su cuello dejando que no se me escapara aunque tenía un plan. Metí mi lengua en la boca de Micaela para profundizar el beso, la excitación que me casaba ese simple contacto era increíble, ella empezó acariciar mi espalda metiendo las manos por debajo de mi remera, la imite dejando su boca y empezando a dejar besos húmedos en su cuello, podía sentir el calor que desprendían nuestros cuerpos, los gemidos involuntarios de Micaela me excitaban aún más, volví a su boca besandola desesperadamente, luego me separé de ella dejándola confundida.

-¿No te enoja si seguimos después?. -Dije en un tono de burla con mi voz jadeante aunque todo mi cuerpo pedia más.

-No. -Dijo Micaela sonriendo casi en un susurro por la falta de aire. Luego me abrazó y yo me pegué a ella cerrado los ojos.

-Me gusta cuando me abrazas así. -Dije cuando ya estabamos más calmadas despegandome un poco para mirarla.

-A mi me gustas vos. -Contestó sonriendo.

Me parecía irreal todo lo que Micaela me hacía sentir, todo mi cuerpo reaccionaba al mínimo roce que teníamos.

-Tenemos que pasar por mi departamento primero. -Dijo dandome un beso.

-Está bien, entonces vamos.

Acomodamos todo lo que íbamos a necesitar para nuestro día de picnic, lo subimos al auto y nos dirigimos a su edificio. Micaela iba pérdida en sus pensamientos de una forma que ni siquiera me había contestado lo que le había preguntado así que me dispuse a manejar en silencio.

-Llegamos. -Dije apretandole levemente su mano para que saliera de su trance, Micaela suspiró. -¿Estás bien?.

-Si. -Dijo simplemente abriendo la puerta para salir.

-Te acompaño.

-Es algo rápido, no voy a tardar. -Yo asentí y salió del auto.

Me recoste en el asiento y encendí la radio del auto, me preocupaba en repentino cambio de ánimo de Micaela, quizá estaba cansada y estaba complaciendome para que me sintiera bien después de haber estado enferma, no me molestaba en lo absoluto cambiar de planes para que ella estuviera mejor. La llamé un par de veces para avisarle que iría a comprar en la tienda que estaba a la par del edificio pero su celular seguía apagado, dejé una nota dentro del auto pegado a su asiento y me fui a comprar.
Cuando volví al auto no había señales de Micaela, así que dejé las cosas en el asiento de atrás y subí a su piso. Podía ver la puerta de su departamento abierta, podía escuchar la voz de Micaela totalmente alterada aunque no lograba escuchar bien lo que decía, luego la voz serena de una mujer.

-Lo lamento mi amor. -Pude escuchar decir a la mujer cuando me acerqué un poco más.

-No lo voy a hacer y punto. -Dijo Micaela con un tono frío en su voz.

-Lo vas a hacer. -Dijo un hombre que hasta el momento no había escuchado. -Vas a ir a Estados Unidos, ya está decidido.

-¿Qué?. -Dije llamando la atención de las tres personas que estaban adentro.

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