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-Señorita no sea descortés! - reí al ver una cara enfadada con algo de humor en su rostro - de igual manera, sí, quiero que sea una especie de... Babydoll - mi sonrisa se fue de repente.

-Y qué se supone que haga? No sé ni siquiera qué hace una babydoll - protesté tratando de apartarme, pero él me acercó, dió un dulce y tierno beso en mis labios que me tranquilizó lo suficiente como para seguir escuchándolo -

-Quiero mimarla, quiero vestirla, tocar su blanca y suave piel, quiero que use lindos y tiernos vestidos para ver su finura, quiero decidir yo lo que use, quiero besarla sin restricciones, quiero... Quiero llevarla a su instituto, llevar sus libros, regresar e ir a comprar lencería fina para usted, quiero que sea mi muñeca - lo miré aún no comprendiendo nada, respiré entrecortada -

-Puedo... Dormir? - parecía triste, decepcionado -

-Claro que sí, duerma, sueñe con caramelos y helado - reí algo cansada -

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-Señorita, despierte, abra sus hermosos ojos miel - negué acurrucandome -

-5 minutos más por favor - lo sentí acariciar mi cabeza, me la besó -

-debe levantarse, tomar su desayuno, y luego a la institución, me ha escuchado? - asentí, pero de igual manera volví a acurrucarme -Señorita, por favor -

-Sebastian, te aceptaré lo que quieras ahora, pero estoy cansada y no quiero soportar al director diciendo que quiere que haga aquella charla - me quejé -

-Bien, duerma sus 5 minutos - sentí sus manos acariciar mi cadera, era muy tranquilo.

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-Bien, veamos - comenzó a hacerme cosquillas, por lo que reí y traté de alejarlo, paró, negué cuando comenzó de nuevo un poco más rápido -

-N-no... No quiero! Basta! - reí, él se detuvo para ponerse encima de mi, besar mi cuello y jugar con mi sujetador - oye... Sebastian... Yo no estaba desnuda? - asintió jocoso -

-Tal vez tuve que dejarla así - sonrió - me encanta - miré hacia otro lado-

-Podemos irnos? - asintió -

Luego de vestirme - él lo hizo, él insistió - nos fuimos para abajo, había un rico olor a chocolate caliente, y por las pantimedias que me había puesto, suponía que hoy haría frío.

-No reconozco éstas pantis - le dije, me dió una vuelta para luego alzarme en sus brazos de un salto, me llevó hacia la cocina, me sentó en una silla y besó mi cabeza -

-Se las compré yo - dijo - las luce - bufé -

-Idiota - musité, me dió un pico -

-No diga malas palabras - evité su mirada - ha entendido? - asentí - muy bien - sonrió -

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Y como él dijo, me llevó a la institución, sin embargo, no lo dejaron pasar más allá, pero le dijeron que podía volver para recogerme, insistió en un beso y se fue.

Recibí uno que otro murmullo pero eso no me quitó el sueño.

Al sentarme en aquel banco, vi al director entrar, sonriente. Me miró.

-Cómo está Señorita! - inflé mis mejillas - su novio me dijo que haría la obra, no es fantástico? Dijo que usted, le estuvo hablando y al parecer dijo que él financiaria todo, ¡si usted es la protagonista! Es más que perfecto! ¡Estará fascinante!-abrí los ojos y traté de retroceder fallando en el intento. Negué.

-Y-yo... No le dije nada a Sebastian, él solo inventaba - reí nerviosa -

-¡Tonterías! Tú serás Cassy, ah - suspiró - ya puedo oler el trofeo! - mis "compañeros" comenzaron a gritar y a "celebrar" simple entretenimiento - ¡Al fin ganaremos el trofeo de Bellas Artes y Exposición! - gritaron, rieron y sentí golpecitos en la espalda - Te veo a las 5 en el club de Arte - quise decir algo pero... - apá pá pá, nada de pero, lo hará - y de ahí... Salió.

Todos comenzaron a regocijarse y a tirar papeles mientras no venía la profesora, minutos después vino un sustituto.

A la hora de salida, me decidí a evitar a Sebastian, así que salí por detrás, caminé dos cuadras más, hasta que llegué a una parte conocida.

Cuatro cuadras más tarde, llegué, abrí la puerta y entré.

Me fui y me eché en el sofá. Suspiré.

Cerré los ojos y al abrirlos, me encontré a un muy enojado Sebastian parado enfrente de mí.

-Si no le importa, quisiera que me dijera qué desea comer y requiero de su celular -

-Ammm... Yo... Bien - lo saqué de mi mochila, se lo di -

-Castigada, un mes - abrí los ojos cuando entró a la cocina - y comerá verduras - lo escuché decir -

-S-Sebas... Y-yo... No quise... - pero no salían las palabras - Sebastian? Me escuchas? -

Me levanté con el corazón latiendo rápidamente, nerviosa entré a la cocina, tenía zanahorias, tomates, rábanos... Cosas más raras, Ahg... Asco.

-Sebastian, estás escuchando? - nada, me acerqué por detrás y lo abracé - lo lamento, estaba enojada, además, hoy debo ir a las 5 a esa cosa de Arte raro - nada - no quiero ir y...

-Irá, quiera o no - tragué en seco - sin excepción, al menos que haya una tormenta eléctrica en tres horas, le apuesto a que irá - acaricié su pecho con las manos - Pare, por favor - dijo, llevé mis manos a las suyas e hice que deje de cortar las verduras, las jalé hacia mi, lo volteé y lo abracé - Podría dejarme acabar? - negué - No me seducirá - adviertió - suelteme - suspiré -

-Ya vuelvo, te gustaban los gatos... Verdad? - asintió, luego a los segundos que lo solté, negó con los ojos abiertos -

-N-no, no me gustan - asentí y salí de la cocina, corrí hacia mi dormitorio y entré al closet.

Recordé que me había dicho que le gustaban los gatos, y que... Además de eso le gustaba que yo llevase... Vestidos.

Bien.

La tendré, cueste lo que me cueste (Sebastian Michaelis Y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora