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-D-detengase p-por favor - me tenia tomada de la mano, me llevaba hacia un auto negro, ya había oscurecido un poco, eran las 8 de la tarde, Sebastian me llevaba hacia aquel sitio, comencé a tratar de hacer que me soltase, pero no podía, era fuerte -

-Ya llegamos - anunció y escuché como al auto se quitó la alarma, abrió la puerta del copiloto y me puso entre la entrada y él - entre por favor - sonrió - qué quiere cenar? Tal vez carne, entonces repone energías, pasta? Tal vez algo de salsa o...

-Señor por favor no me obligue, ni siquiera lo conozco y usted me conoce demasiado y... -

-Tranquilicese, y llámeme Sebastian, si Señorita? - miré hacia otros lugares, no había nadie - Vaamos - dijo de forma infantil - Vamos a comer algo y luego la devuelvo a su casa, si? Al menos que le guste la mía, le cederé una habitación, una cómoda, entonces no deberá de pagar tanto por un sitio así -

-Por favor para - susurré - cómo sabes tanto de mí - sonrió -

-Entre y lo comprueba, le daré lo que desee, pero entre, necesito hablar con usted - mirando hacia distintos sitios, entré no viendo a ningun salvador -

Él cerró la puerta, verifiqué y sí, tenía seguro para niños.

Entró cerrando su propia puerta, me miró para acariciar mi mejilla de forma gentil, quité su mano cruzándome de brazos.

-Qué quieres, acosador - rio - lo digo en serio - asintió jocoso - Secuestro -

-No soy un acosador, tampoco la estoy secuestrando, sin embargo, la llevaré a un lugar en donde no pueda escapar de mí hasta que le diga lo que quiero decirle, cuando lo haga, nos iremos a que coma algo - me sonrió - permitame - se acercó a abrochar mi cinturón, negué -

-Puedo hacerlo yo, gracias acosador- suspiró -

Eran cerca de las 9 y me estaba poniendo algo nerviosa, Sebastian no dejaba de conducir, hasta que se detuvo, se estacionó cerca de una casa, muy bonita por cierto, habían muchos árboles en los alrededores.

-Muy bien, entonces, quiero hablarle aquí -

-Tardaremos 1 hora en volver, debo dormir, mañana tengo que hacer tarea y... Tal vez alguien venga, alguien... A... A mi tutoria... Y...

-Señorita, no dejaré que vuelva allí, la pueden lastimar - dijo dolido -

-Sí, claro, tú dirigirás mi vida - traté de abrir la puerta -

-Señorita...

-Abreme - demandé - lo digo en serio-

-Escucheme por favor, primero, tiene 2 opciones, o se lo digo aquí o entramos a esa casa, tomamos un té o lo que desee y se lo digo allí - me crucé de brazos -

-Tienes helado? - suspiró -

-Sí, Señorita, tengo helado -

-De qué - comenzó a pensar hasta que se encogió de hombros -

-Frutos rojos -

-ay qué asco, por qué compras eso -negué, rió -

-Tengo el sabor que desee, pensé que le gustaría los frutos rojos -

-y Por qué? -

-Cuando era niña lo comía muy seguido, seguro no lo recuerda -

-Sebastian, me asustas, para por favor - miré hacia otro lugar -

-Chocolate? Seguro le gusta el chocolate - infle mis mejillas -

-Bien, al parecer eres un psicópata así que, seguro me matas luego de bajar y... - me cubrió la boca, tomó mis muñecas y se acercó a susurrar algo en mi oído -

-Voy a cuidarla muy bien, no se preocupe, deme 20 minutos y la llevaré a casa, sana y salva, le dejaré un teléfono encima de la mesa, si lo desea le daré un cuchillo también, lo que quiera para sentirse segura, pero va a escuchar mi propuesta, Señorita, la deseo - pestañee un par de veces, sacó sus manos.

-Y-yo...

Me quedé callada unos segundos, luego asentí y la puerta se abrió automáticamente.

Salí de allí, lo más rápido que pude, sin embargo cuando iba a salir a correr, él me tomó de la muñeca, cómo... Cómo lo hizo tan rápido...

-No no - dijo negando con su dedo índice -

Me llevó hacia dentro de la casa, me empujó un poco para luego cerrar con llave la puerta.

-Abre la puerta - demandé - me quiero ir -

-No creo que le convenga tratar de irse, ya que... Estamos a más de 3 kilómetros - suspiré

-esta es tu casa? -

-No, señorita, es una de las muchas que tengo, son por la distancia, ya sabe, si quiero un alma, debo de estar en un ambiente que guste a quien sea el individuo - me miró - por ahora, solo quiero que sepa que esta no es la casa en donde la atenderé, si no, otra, le gustará, lo prometo - comenzó a dirigirse hacia la cocina, o por lo menos, creo que eso era, ya que vi una hornalla reflejada en uno de los espejos colgados allí, era pequeño y fue descolgado de su sitio por el mismo chico, el cual me miró de reojo, lo dejó encima de la mesa de su sala, en la cual también puso varias de otras cosas, como un jarrón de helado de chocolate, un teléfono inalámbrico, y... Un cuchillo.

Todo aquello, enfrente de un sofá rojo, se sentó y palmeó a su lado, con cuidado fui y me senté.

-Bien, supongo que dormirá aquí, y yo la llevaré a la institución, así que usted se comporta mientras ordeno un cuarto - dijo mientras se levantaba -

-No dormiré aquí - avisé - siéntate y me explicas, qué mierda hago aquí-

La televisión se prendió y comenzó una sinfonía de Vivaldi.

Era lenta y podía dormirme allí mismo si esa cosa no estuviese.

-Bien - musitó y se sentó - cualquier incomodidad me lo dice y me detendré - tragué en seco y asentí - Más de dos milenios y no sé siquiera como empezar - me miró -




La tendré, cueste lo que me cueste (Sebastian Michaelis Y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora