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-No estoy de humor - suspiró -

-No importa - me besó, sentí su cálido aliento chocar, me sentí más cálida, ya no tenía tanto frío.

Luego de eso, bajamos.

Me abracé a mi misma, comenzó a ver su cartera, la cerró y se la puso en el bolsillo.

-Bien, todo listo - sonrió.

El lugar en donde estamos se llamaba the - 90's, y me fijé que solo tocaban música de esa época o menos, era interesante.

- Sé que le gusta este tipo de música, así que la traje aquí - asentí-

-S-si... M-me encanta - me atrajo y nos fuimos a sentar.

-Bien, comerá carne, ya que las vitaminas son esenciales - me recosté contra su hombro - también...

-Jugo de naranja - sonrió -

-Correcto, como sabía que diría eso? -

-Te conozco -

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-Entonces... Resumiendo, tendremos dos días de vacaciones para que los ángeles piensen que estuvimos cerca de un mes allí y tal vez yo esté muerta - asintió - b-bien, sabes? Ya no quiero comer - aparté el plato-

-Pues - suspiró - está bien, ha comido bastante - me acercó a besar mi mejilla, se quedó allí un rato, entre mi cuello y hombro, lo sentía besar y acariciar esa zona- Es preciosa, se lo dije? - asentí-

-Ya no puedo contar las veces que me lo dijiste - dije suave

-Perfecto entonces, estoy haciendo bien mi trabajo - acarició mi hombro- mi hermosa nena - susurró-

-Podemos irnos? Nos están viendo, al menos tu auto tiene las ventanas polarizadas - asintió -

-Se me ocurrió varias cosas que hacer con las ventanas polarizadas-

-Discúlpeme - una Señora nos interrumpió, aparté a Sebastian levemente - La cuenta Señor- me sonrió y se fue -

-Bien cariño, andando - Cariño. Me dijo cariño.

- O-oh... Vale -

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Ya en el auto, él me subió nuevamente a sus piernas, me acomodó entre las suyas, sentí una pequeña erección detrás, pero no comenté nada.

Puso sus manos extendidas enfrente de mí, con las palmas para arriba.

-ponga sus hermosas manos encima- al hacerlo, él me rodeó con sus brazos, besó mi cuello y luego, al voltearme un poco, simplemente me besó, siempre tan suave y gentil, me encantaba - usted es tan... Todo - dijo - siento que se romperá, es tan delicada y me fascina - me solté -

-Aún estoy enojada contigo - digo- estás castigado, no mereces mi atención - me volteo, me abraza nuevamente -

-Mi preciosa nena no debe estar enojada - susurró - vamos a quitar ese entrecejo - volvió a besarme, me aparté cuando mordió mis labios, traté de apartarlo pero se me era imposible, siguió besando mi cuello y el que no me hiciese caso me enojaba-

-S-Sebastian... P-para ya - no me hizo caso - es una orden - le dije casi en un murmuro, se apartó un poco -

-S-Señorita - se lamentó - Sabe que debo acatar sus órdenes pero...

-Pero nada, vámonos si? - asintió triste - Sebastian no te enojes conmigo ahora - lo miré, suspiré cansada -

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Ya llevábamos un rato conduciendo, le pedí que me sentase en el asiento del copiloto, pero se negó, así que... Sigo en donde estaba antes.

Pero aprendí cosas nuevas, si alzo la mirada hacia él, se pone nervioso.

No me hacía caso, estaba enfadado, mucho...

-Sebastian? -

-qué necesita -

Aquello era lo único que respondía.

-Sebas, tengo hambre - me miró unos segundos y luego volvió su vista a la carretera -

-Le pediría que no mienta - suspiré

Era cierto, el problema es que ya había probado con todo.

-Sebi - susurré, rodó los ojos - buff! -

Nada.

-préstame atención - nada, ¡nada! -

Al cabo de diez minutos, y ver que ya ni había nadie en la solitaria carretera, decidí hacer mi plan Z.

Z de... Zpeligroso.

La verdad es que solo era el último plan que se me ocurría.

Puse mis manos en sus piernas, las conduje hacia su miembro, al tocarlo por encima del pantalón se detuvo brusco.

El auto paró y al segundo senti sus labios sobre los míos, bajó algo desesperado, dolía un poco, me mordía y chupeteaba mi cuello, hasta que en un momento, me quitó la blusa, la tiró por algún sitio y bajó hasta sentirlo besar y morder la piel de mis pechos sobresaliendo por encima del sostén. Subió y siguió besandome.

-eso estuvo muy mal - susurró y me apretó contra sí - buscaré un castigo apropiado - sonrió -

-c-castigo? - asintió y lo sentí quitar el sostén, no llegué a tomarlo, así que sólo me cubrí -

-Listo, levante los brazos - negué - ¿No quiere que le ponga su blusa?- lo hice avergonzada, cuando terminó, me besó - se quedará así hasta que lleguemos - sonrió, al menos... Ya no estaba enojado.

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Luego de veinte minutos más, ya me dolían los pechos, Sebastian me los acariciaba mientras conducía, los apretaba y sonreía, parecía feliz, demasiado, y eso... Me gustaba.

Cuando me tenía solo para él, sonreía, así que... Al fin lo había entendido, si dejaba que él me demostrase que era sólo de él, lo mantenía feliz.

Eso era... Romántico.

-S-Sebastian, me duelen - le dije, él me miró unos segundos -

-¿Qué ocurre Princesita? - tragué en seco -

-N-no nada - en cualquier caso, me gustaba, y me avergonzaba admitirlo.

Él no paró ni un segundo, sólo lo hizo cuando llegamos, me puso mi abrigo y lo prendió por delante.

-Eso es, preciosa, tranquila - abrió la puerta y salió dejándome en su lugar - ya vuelvo nena, no te vayas - besó mi mejilla y cerró la puerta -

Me había puesto el sostén para cuando lo vi acercarse al auto, me acomodé.

-Bien, adelante - me dejó bajar, estábamos en una cabaña - en invierno nieva - comentó - le mostraré algo, venga -

La tendré, cueste lo que me cueste (Sebastian Michaelis Y Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora