8. Cena Familiar. Parte 1.

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Kiara Davis

Abro lentamente los ojos. Todo a mi alrededor esta borroso. Los cierro de nuevo. Mis labios los siento resecos y partidos, los lamo y el sabor a sal me provoca hacer una mueca de asco probablemente muy espantosa. Mi garganta esta igual de seca cuando intento tragar. Trato nuevamente de abrir mis ojos, esta vez parpadeo repetidas veces para acostumbrarme a la luz que entra por una ventana. Cuando me muevo hacia un lado me cuesta bastante trabajo, me siento agotada por completo como si hubiera hecho ejercicio sin parar y al siguiente día recibir las consecuencias de ello. Me duele el cuerpo, cada músculo. Me siento fatal.

Las imágenes me llegan de golpe, una tras otra: El mar arrastrándome hacia dentro, el agua salada invadiendo mi boca y haciéndome difícil poder ver a mis alrededores. La sensación de alguien ayudándome a nadar, la arena pegándose a mi piel... la voz de un chico hablándome y diciendo mi nombre...

Un minuto, ¿por qué alguien en este lado del país se sabría mi nombre? ¿Me lo habré imaginado? Y si no, ¿quién habrá sido? Intento recordar si pude distinguir algún rostro familiar, pero no único que consigo es un dolor de cabeza terrible.

Intento incorporarme con la poca fuerza de mis brazos hasta poder sentarme y dejar que mis pies cuelguen de la cama. Ahora me pregunto ¿dónde estaré? Porque es seguro que no es mi cuarto. ¿Quién me trajo aquí?

El picaporte de la puerta gira, me exalto y tomo lo primero que encuentro para defenderme: una almohada. Me pongo de pie en cuando veo a alguien entrar, un tipo no mayor de 30 años de cabello negro al igual que su barba, lleva una charola en sus brazos, pero no alcanzo ver su contenido ya que las piernas me han fallado y caigo al suelo.

—Oh Dios, Kiara. —exclama el hombre, deja la charola en el suelo y se aproxima hacia mi. Por instinto, intento retroceder para que no me toque—. Oye, oye, tranquila —levanta sus manos en son de rendición—, no voy a hacerte daño.

Mi respiración comienza a acelerarse. Jamás me había sentido tan vulnerable en toda mi vida. Tengo que salir de aquí.

—No me toques. —susurro con temor, él se detiene permitiéndome alejarme hasta que mi espalda da contra la mesita de noche a lado de la cama en donde estaba acostada—. ¿Quién eres?

—S-soy doctor, ¿de acuerdo? Solo quiero ayudarte.

—Si fueras doctor estaría en un hospital y no en una habitación de casa. —objeto.

—¿Quieres ir al hospital? Te llevaré al hospital si así te sientes más segura. —afirma.

Me lo pienso, si Carlos ve que de nuevo me he metido en problemas no sé que pueda hacerme.

—¡No! No llame a nadie.

Ahora es él quien me mira extrañado.

—De acuerdo, no lo haré, solo... confía en mi. ¿Si? —intenta acercarse más.

—¿Por qué haría eso?

—Jake. —dice alguien parado en la puerta. Ambos levantamos la mirada y me sorprendo al ver a aquella persona—. Oh, Dios mío, ¿qué paso?

La chica se acerca a nosotros, especialmente a mi, me dejo llevar con ella por el simple hecho de que estoy paralizada, de que no me lo puedo creer que sea la misma chica que me regaló los cigarros.

Ya sentada en la cama comienza a hablarme, pero mi mente se encuentra en otro lado, específicamente en mi habitación viendo la cajetilla de cigarros en el suelo, nueva e intacta aun.

—Puedo manejarlo, si. —escucho que dice la chica antes de que el chico de barba saliera del cuarto—. Kiara —me llama, ahora si le pongo atención—, linda, oye, ¿me recuerdas? ¿Sabes quien soy? —asiento lentamente con la cabeza—. Muy bien, ¿cómo te sientes? —quisiera mentir, decirle que bien, pero no puedo, ayer estuve a punto de morir ahogada y todo por esos pensamientos negativos que me llevaron a meterme más y más adentro en el mar para que este me llevara lejos y cuando me di cuenta de que eso no era lo que realmente quería me asusté y pensé en mamá, en que ya no volvería a verla nunca, en mi papá al cual ya no daría molestia alguna, en mis "amigos" de la escuela a quienes poco les importaba, y quería con todas mis ganas que sintieran lo mismo que estoy sintiendo yo porque de algún modo ellos influyeron en esto.

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