9. Cena Familiar. Parte 2.

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Jamie Evans

Las cenas familiares siempre fueron de mis actividades favoritas desde que era niño, me agradaba pasar tiempo con mis padres, hermanos, tíos y hace unos años se sumó Jake.

No sé si podría considerarlo ya como mi cuñado, Hazel no me ha dicho nada acerca de algún compromiso, a parte de que no le he visto ningún anillo en su dedo.

Mamá trae en brazos al pequeño Jimmy, Layla y yo nos mantenemos detrás de ella juntos, de vez en cuando rozamos nuestros dorsos de la mano y reímos por lo bajo. Aun no le hemos dicho a nadie acerca de esto, creí que sería sencillo, pero al parecer va a tomar algo de tiempo. Cuando traté de ponerme en su lugar me imaginé como me sentiría si Layla me presentara con sus padres, imaginé que muy nervioso a pesar de que ya me conocen, su padre suele ser muy sobreprotector con Layla por ser su única hija y no tengo la más mínima idea de cómo reaccionaría.

Al llegar a la puerta de la casa de mi mamá, toco el timbre y esperamos a que nos abran. La puerta se abre y Jake es quien nos recibe. Nos saludamos con la mano y una palmada en la espalda, luego saluda a mi mamá con un beso en la mejilla al igual que a Layla. Jimmy comenzó a alborotarse en los brazos de mamá queriendo ir con Jake, este lo carga en brazos y le hace avioncito, las risas de mi hermanito son contagiosas que todos comenzamos a reír con él.

—Bueno, ¿qué están esperando? —nos pregunta Hazel asomándose por el marco de la entrada al comedor—, si tienen hambre tendrán que ayudarme a arreglar la mesa.

—Hazel, que cortes eres con tus invitados —comenta mamá sarcásticamente—. Creí haberte educado bien.

—Ya sabes que yo solo preparo la comida, en servir los platos le va mejor a Jamie —me mira ahora a mi—. Hermanito, ayúdame con los platos, ¿si?

—La verdad yo... —intento buscar alguna excusa que me libre de ellos, pero Hazel al no obtener respuesta camina hacia mi y cruza uno de sus brazos con los míos arrastrándome a la cocina.

—Los platos están en aquella repisa. —me indica señalando el lugar con una cuchara.

Con pesadez en mi caminar, llego a la repisa, abro la puertita y saco los platos dejándolos en la mesita de mármol que hay en medio de la cocina.

—¿Ahora con que pretendes envenenarnos? —pregunto a manera de burla y ambos reímos.

—Cállate que cuando menos alguien de nosotros sacó las habilidades culinarias de mamá.

—¿Estas insinuando que no te gustó mi sopa medio quemada medio cruda?

—Jamie, yo no insinúo nada, lo estoy afirmando. —Hazel prueba lo que parece ser crema de elote con un cucharón, después la vuelve a meter a la olla.

—Eso es asqueroso —exclamo—. ¿Por qué no lo haces con una cuchara limpia y la dejas en el lavatrastos?

—Porque, aquí entre nos, sabemos que el que terminará lavando los platos eres tú. ¿Acaso quieres que ensucie más? —pregunta con diversión mientras yo la miro sin entender—. ¿Mamá sabe lo de Layla y tu?

Mi cara de confusión ha desaparecido dejando una de asombro. ¿¡Cómo es que logro enterarse!?

—Aja, si claro —intento evadir la pregunta— y yo soy Peter Pan.

—Oh vamos, Jamie, ambos sabíamos que terminarían juntos tarde o temprano, hasta mamá y papá lo sabían. A parte los escuché hablando cuando estaban en el ático. Pensé que iban a hacer... —sacude su cabeza de lado a lado interrumpiéndose a si misma—, pero cuando escuche que querías decirnos sobre lo suyo me tranquilicé.

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