Prólogo

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«Concédeles el descanso eterno, Señor, y que brille para ellos la luz perpetua»

JunHong se acomodó la chaqueta de cuero sobre los hombros, el gorro sobre la cabeza, soltó un tembloroso suspiró, sorbió los mocos y dejó que las lágrimas recorrieran sus mejillas.

Un gemido colectivo se escuchó cuando un grito femenino rompió la aparente calma del lugar.

—¡¿Por qué?! ¿Por qué te lo llevaste?

Se secó las lágrimas y suspiró de nuevo, él conocía la respuesta, todos en el lugar lo hacían, pero no podía ir a decirle y acabar de romper el corazón de la señora Bang.

Los sollozos se hicieron más audibles, la muchacha que cantaba silenció su voz y dejó guitarra a un lado, dejándose abrazar por su propia madre.

Cerró definitivamente su chaqueta, el sol estaba en su cenit y le calentaba la piel, pero no le abrigaba el cuerpo. Sentía que en cualquier momento se desmayaría, pero quien realmente lo hizo fue la señora Bang. Una nueva exclamación colectiva se escuchó y vio a la gente desplegarse para darle espacio para respirar. Vio a su actual marido cargarla en brazos y depositarla a un costado, el llanto de las demás personas se escuchaba por todo el lugar y se confundía con los susurros preocupados.

JunHong quiso acercarse y ayudar, pero mantuvo los pies en su lugar y vio a una desconocida acercarles un perfume para despertarla. Su hermano, el tío favorito de los gemelos, agradeció a los asistentes, con la intención de que estos se retiraran y todos aplaudieron, pero nadie se movió.

Sostuvo con fuerza una tarjeta, esperando que la gente se retirara para acercarse a la familia.

Los minutos pasaron y el llanto de la señora Bang volvió a escucharse y JunHong sintió una corriente helada azotar una por una las vértebras de su columna. Había sentido lo mismo al escuchar la noticia y vio su vida pasar frente a sus ojos.

No podía decir que alguna vez fue realmente cercano a los hermanos Bang, al menos no como lo fue su hermano JunSeo, pero tenía muchos recuerdos de su infancia en los que ellos estaban involucrados. Le resultaba difícil comprender que realmente, uno de ellos había dejado el mundo de los vivos.

¿Qué estuvo pensando? ¿No pensó en su familia, su madre, sus hermanos o su hija? ¿Qué lo llevó a amarrarse una soga al cuello y saltar?

Ganaba muy poco cuestionándose los motivos de un suicida, pero no podía ignorar el dolor que le provocaba la situación ni la tristeza de ver a la señora Bang destrozada.

Con ayuda del padrastro de los hermanos Bang, la mujer fue sacada del lugar y, con eso, la gente también comenzó a marcharse.

JunHong se acercó a la tumba, pidió en silencio que el alma del gemelo alcanzara la paz y le diera consuelo a su familia, para luego imitar al resto. Pasó junto a un par de tumbas antes de encontrar a Natasha sentada en una esquina acompañada de Charu, su pareja, y secándose las lágrimas con la mirada perdida. Se acuclilló a su lado y le rodeó los hombros con un brazo, Natasha sollozó y dejó caer la cabeza en su hombro.

—No sabes cuánto lo lamento. —No tenía palabras para expresar su pesar. Le dolía, sí. Deseaba haber hecho algo más para evitar esa tragedia, también. Pero su sufrimiento no se comparaba a lo que ella y cualquier miembro de la familia Bang podía sentir, ni siquiera se sentía con el derecho de llorar.

La mayor de los hermanos Bang solo asintió sin mirarlo a los ojos.

JunSeo le había mandado un mensaje a YongNam, el que estaba pulcramente plasmado en la tarjeta que había estado sosteniendo y esperaba que el gemelo mayor algún día recibiera. Tomó una de las manos de la mujer y dejó la tarjeta entre sus dedos, obligándola a sostenerla.

—Es un mensaje de JunSeo hyung, espero que puedas dárselo.

Natasha volvió a asentir y, con eso, JunHong se alejó de ella, sintiéndose incapaz de darle consuelo.

Estuvo tentado a desviarse a saludar a sus abuelos, pero, debido al calor y el llanto contenido, estaba comenzando a sentir una jaqueca, por lo que se dirigió en seguida a la salida. En el portón principal del cementerio, dos miembros de la familia Bang se despedían de los asistentes y recibían las últimas condolencias.

—Lo lamento mucho —susurró abrazando de forma incómoda al tío de los hermanos, este agradeció sus palabras y su presencia.

Entonces su mirada se encontró con la del único gemelo vivo y sintió su corazón estrujarse. Tenía los ojos rojos e hinchados, se veía incluso más delgado que la última vez que lo vio. De todas formas, con la tristeza marcando sus actos, se las arregló para sonreírle.

—Lo lamento mucho —repitió las palabras que le dijo al tío y este lo abrazó apretadamente—. Me gustaría poder hacer algo más por ustedes. —Nuevamente las lágrimas se agolparon en sus ojos cuando los brazos ajenos se tensaron a su alrededor y una respiración tibia cayó sobre su cuello.

—Haces lo suficiente con estar aquí.

—No te imaginas cuánto lo lamento, de verdad. —Con esas palabras el abrazo se rompió y nuevamente se encontró con una sonrisa triste.

—Gracias.

JunHong asintió y sorbió los mocos nuevamente, quería llegar pronto a su casa y echarse a llorar en paz. Con una sonrisa incómoda, giró para dirigirse a la salida, pero una mano sosteniendo su muñeca lo detuvo.

—Zelo, ¿JunSeo lo sabe?

Asintió y volvió a mirarlo, no podía creer que le preguntara eso.

—Sí, él sabe que YongNam se suicidó, Natasha tiene el mensaje que le mandó.

Requiem [BangLo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora