Prólogo.

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Un día más. Un maldito día más acostada en aquella cama, un día más perdiendo los momentos valiosos que podría estar vivendo en vez de estar aquí, derramando lágrimas por las palabras que para mí, no deberían tener validez. Pero sí la tienen...

Las lágrimas siguen cayendo sin control, mientras los sollozos son sonoros. No me importa despertar a mamá, o causarle problemas. Simplemente necesito un desahogo de todo lo que he estado guardando.

Mi historia no es la típica de cuentos de hadas. Podré tener una casa de realeza, una madre de ensueño, pero no soy una princesa. Soy aquella bruja que arruina el cuento.

Ser gorda nunca ha sido fácil, y no por mí, sino por los demás. Al parecer, a las personas no les gustará como eres sino como ellos quieren que seas. Eso implica ser delgada, bonita y sin ninguna imperfección; lamentablemente, no tengo ninguna de aquellas características.

Aunque aparente que ninguno de sus comentarios me afecta, sí lo hace. Me quema, me daña, me afecta. Pero aún así, no son sus palabras, sino los efectos que éstas conllevan. No saben lo difícil que es odiarse e insultarse cada vez más, cada día, cada fatídica noche.

Sea como sea, no me interesa como termine ésto. Debo seguir luchando por mí, por mi final feliz, sin interesar lo que piensen los demás. Debo seguir siendo yo, aunque eso no sea del agrado de las otras personas.

Ésta es mi lucha, mi carga, la cual llevo todo el tiempo.

No importa como sea, seguiré aquí. Porque aunque les duela, seguiré en sus vidas para molestarles la existencia, por más que me hiera.

Porque no seré más la "gorda despreciada".

No más Fattie.

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