Sugar and Honey ↔ MYG ff. ✔️(Terminada)

9. my body is telling me yes

Suga

Heeyeon me estaba haciendo sentir cosas que no debería teniendo en cuenta la clase de relación que hemos desarrollado desde que nos conocimos años atrás en Corea. Estoy al tanto de que no es demasiado apropiado pensar en tantas cosas y tantas posibilidades con ella porque definitivamente hay un millón de razones que van en contra de tales pensamientos y desenlaces negativos tanto para ella como para mí.

Es cierto que me caía mal, que su jodida personalidad me hacía querer insultarla de vez en cuando, que pienso que es una bruja y tiene un maldito aquelarre secreto o una secta a lo Charles Manson, que me ha hecho pasar rabia al menos unas veinte veces, pero joder, así como me caía pesada, me atraía.

Y es que eso era precisamente lo que no entendía, no podía captar con claridad como alguien cuya personalidad choca tanto con la mía, me hacía admirarle de esa forma, era tan jodidamente diferente a mi tipo ideal de chica que me hacía cuestionarme si es que realmente tengo un tipo ideal. Heeyeon es todo lo opuesto a lo que supuestamente busco en una mujer para que pueda agradarme a tal punto de pensar en ella todo el maldito día.

Según lo que siempre había tenido entendido, es Suran alguien quien se acercaba al prototipo de chica que usualmente hacía que me derritiera. Etérea, de apariencia tierna, tranquila, despreocupada y sutil, alguien con quién pasar momentos tranquilos sin mucho escándalo y con quién fácilmente podías estar cómodo. Todas las chicas con las que he salido antes han tenido exactamente esas características distintivas. Es por ello que no entiendo como cojones es que Heeyeon me empezó a atraer, en especial porque de tranquila y sutil no tenía ni una hebra de cabello, Honey es un caos andante, tenía esa personalidad tan a la defensiva, tan escandalosa y poco sutil de la que siempre he preferido mantenerme alejado en cualquier tipo de persona, tiene ese semblante feroz y para nada suave que a veces hasta da miedo, y si yo tenía cara de haber mordido un limón, pues ella me hacia la competencia.

Me costaba demasiado entenderlo...

Ansiaba...poder cambiar eso tanto en ella como en mí, ansiaba poder lograr que nos entendieramos mejor, acercarme a ella para suprimir ese choque de personalidades y hasta de besarle, todo eso fuera más sencillo de no ser porque es toda una bruja escandalosa, me acerco a un metro de ella y ya está como subnormal gritándome que soy una desgracia para la existencia humana. No obstante, aquellas ideas eran algo que ella muy en claro me dejó que jamás pasaría, así que simple y llanamente la mejor decisión era desistir y mucho menos insistir. Quizá esa es la mejor decisión para ambos.

―Heeyeon me contó que estuvo a punto de ser despedida ―invité a mi hermana a tomar un café. Pensaba que ella era la única con la que me podía desahogar libremente sobre todo lo que estaba pasándome, había pensado en Jungkook pero sinceramente decirle que tenía pensamientos sexuales con su hermana no parecía una buena idea, ganarme un puñetazo de ese tipo no es algo que me atrajera―. Porque Danny repitió algo que tú le dijiste y que sonaba para nada inocente ―sentí ganas de reírme, esa situación seguía causándome una gracia infinita. Quería imaginarme las expresiones que debieron haber puesto Kat y Gordon al escuchar semejante revelación―. Sólo espero que no saquen al niño del conservatorio por la mala influencia que eres como profesor, hombre. ¿Cómo se te ocurre? ―negó con la cabeza y bebió su café, escondiendo una evidente sonrisa. Eso me dejaba en claro que también le hacía gracia.

―La verdad es que lo hice con la más mínima intención de que el niño fuera corriendo a repetírselo. Es una pequeña urraca, repite todo lo que escucha, no la pensé antes. No tomé en cuenta en las consecuencias que traía decir ese tipo de cosas frente a ese pequeño demonio.

―¡No le digas así, cruel! ―solté una carcajada silenciosa por ello― En fin... ¿De verdad piensas eso? Además ¿Por qué se lo dijiste? No es como que se los hayas visto. ―añadió con el ceño fruncido mientras yo sorbia mi café silenciosamente sin afán de responder a eso, aunque seguramente esté viéndome muy sospechoso―. Que yo sepa.