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—¿Qué ocurre? —Gray me toma el rostro con sus manos y empieza a examinarme exactamente igual a como lo había hecho Lyon un par de horas antes. El recuerdo me escuece en el pecho llenándome más y más de culpabilidad. Odio admitirlo, pero estoy jugando con dos hombres y definitivamente tengo que parar, ahora no lo pienso como una idea vaga de «debería pero no ahora».

Ahora siento un estremecimiento extraño dentro de mi cuerpo producto de una valentía y unos nervios repentinos que me guían a que en este momento dé el primer paso para parar esta montaña rusa de infidelidad y mentiras en la que me he subido.

Parpadeo repetidas veces para guardar las lágrimas e inspiro profundamente alejando las manos de Gray. Me niego a pensar en su respuesta después de que le suelte toda la verdad, porque por donde lo veas, obviamente será negativa y decepcionante para él, y me duele pensar que voy a perderlo después de esto pero... «¡Es lo correcto Juvia! Debes parar antes que las cosas se salgan de control».

Me agarro a esa vocecita de mi subconsciencia y abro la boca dispuesta a hablar, pero lo que sale de ella es otra mentira más antes de que pueda detenerla.

—No te preocupes, solo me ha dado un repentino dolor de panza. —¡¿Y otra vez mintiendo sobre la salud?!

Gray frunce el ceño como si no se creyera lo que le he dicho, pero antes que pueda hablar escuchamos el sonido de su teléfono sonando desde la planta de arriba.

—Oh mierda, me he olvidado del trabajo. —Su expresión es de total sorpresa y terror, y se va corriendo a la planta de arriba para atender la inoportuna llamada. Gray trabaja en una empresa de fármacos muy parecida a la que yo, solo que su trabajo no consiste en ser el director de marketing, él en cambio es un ejecutivo de ventas.

Un largo exhalo se escapa de mi cuerpo al verme sola en la cocina y, de repente los nervios, la valentía, y todo lo que estaba sintiendo se van junto con el aire.

¿Cómo pude estar apunto de decirle a Gray que lo estoy engañando? No quiero romperle el corazón, no quiero decepcionarlo..., y no quiero romper con él.

Aún no...

Al instante baja Gray casi corriendo por las escaleras. Ya está vestido con ese traje oscuro que resalta sus ojos y su cabello y lo hace ver más sexy de lo que es. Cuando se acerca a mí me da un beso rápido para luego disculparse con una sonrisa, tomar sus cosas y salir a toda prisa de la casa.

Sonrío. No debería, pero me causa gracia que se vaya corriendo porque yo lo atrasé.

Entonces me doy cuenta que estoy llena de crueldad.

Y no me enorgullece.

La noche llega y Lyon y yo vamos a la celebración del megajefazo de la empresa a la cual trabajo. Me doy cuenta que la mayoría de invitados son personas que no conozco o he visto algunas veces junto al jefe; no estamos muchas personas en el salón y veo a muy pocas personas de la empresa. No es que a mí me hayan invitado porque sea alguien importante en mi trabajo, me invitaron porque soy importante en el círculo de amistades de Gajeel Redfox; mi jefe y mejor amigo a la vez. Así que supongo que todos los que están hoy aquí es porque son amigos íntimos de él.

Bueno, Lyon no lo es; Gajeel es el típico mejor amigo que nunca va estar conforme con el hombre que te busques, y Lyon es el típico hombre que le importa muy poco agradarle al círculo social de su novia si se siente incómodo. Pero igual a los dos parece importarles muy poco ese asunto porque nunca se lanzan ni malas caras ni malos comentarios, pero no andan por ahí dándose saludos si no se ven obligados a hacerlo.

El dilema ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora