𝗖𝗵𝗮𝗽𝘁𝗲𝗿 𝟱. Kakariko.

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Atravesar la llanura por la noche era mucho más sencillo y tranquilo sin stalchilds, aunque Link no entendió por qué no salían a atacarle

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Atravesar la llanura por la noche era mucho más sencillo y tranquilo sin stalchilds, aunque Link no entendió por qué no salían a atacarle. No parecían guardar relación alguna con Ganondorf, pero no apareció ninguno durante su travesía.

Así sería mejor, en definitiva. Antes llegaría.

Estuvo tentado de ir hacia la Ciudadela de Hyrule al amanecer, pero sabía que si iba allí terminaría visitando el Templo del Tiempo antes de hora, por impaciencia. Tenía que recordar que debía esperar hasta una cierta edad. Al menos, sino quería ir directo al Reino Sagrado y aparecer ante Rauru, y quién sabía lo que podría ocurrir después de eso.

Si quería volver a tener la Espada Maestra entre manos debía esperar, se repitió una y otra vez para calmarse. Finalmente, apretó el paso y llegó a las escaleras que conducían a Kakariko, el pueblo natal de Impa. Impa, la nodriza de Zelda.

Link se apartó ese nombre de la cabeza tan pronto como pudo y se apresuró en subir la hilera de escaleras. Allí estaba, tal como lo recordaba. La entrada al pueblo, con un guardia custodiándola, que no puso objeción alguna a dejarle pasar, aunque sí le habló desde lejos.

Guardia.- ¡Din don! —exclamó—. ¡Soy el guardia reloj de Kakariko! ¡Son las once y media de la noche! ¡Muy tarde para que un niño deambule por la calle!

Link le dirigió una mirada breve y siguió caminando hacia el interior del pueblo. No le prestó demasiada atención.

Ya sabía adónde ir, por lo que giró a la derecha, subió las dos escaleras y llamó con los nudillos a la puerta de la casa de Impa. Poco después, una mujer somnolienta con el pelo a la altura de los hombros de color rojizo le abrió la puerta.

Link no tenía muy bien preparado el discurso. Imaginaba que se encontraría a esa mujer en esa casa, como la primera vez que fue, en la otra línea temporal. De las casas de ese pueblo, imaginó que esa sería la mejor. La casa de abajo, donde dormían los obreros, intuyó que sería demasiado caótica.

No obstante, la mujer no necesitó discurso alguno, pues le invitó a pasar sin más, viéndole solo tan tarde y temiendo que cogiera frío. Link obedeció y tan pronto como entró, la mujer cerró la puerta.

La casa estaba en penumbra, pero el chico distinguió algunas cosas en la sala de abajo. Un montón de libros encima de la mesa central, papeles con dibujos pegados por las paredes y una vaca enjaulada en una esquina que a saber por qué estaba allí. Mientras Link observaba el panorama, la mujer subió las escaleras y le preparó una cama improvisada en la esquina contraria donde ella tenía la suya. Poco después, sin pedirle explicaciones, le invitó a subir.

El chico subió con ella, quien se volvió a acostar y tan pronto como lo hizo, se durmió. Link se tumbó en aquel camastro de telas viejas y paja y se quedó pensativo durante un rato hasta que volvió a quedarse dormido.

𝐓𝐡𝐞 𝐥𝐞𝐠𝐞𝐧𝐝 𝐨𝐟 𝐙𝐞𝐥𝐝𝐚: 𝐃𝐚𝐫𝐤 𝐓𝐫𝐢𝐟𝐨𝐫𝐜𝐞 𝐚𝐰𝐚𝐤𝐞𝐧𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora