Capítulo 3 - Rosalynn

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Antes de que se diera cuenta, sus pies la habían llevado a la casa de Haley. La observaba desde la calle, sin atreverse a llamarla... pero Brenda sabía que no iba a poder volver a su casa hasta que fuera de día... no soportaba la oscuridad... y menos si los cajones se abrían y cerraban solos. Vio por la ventana de la habitación de Haley que estaba despierta, pues pasaba de vez en cuando por delante, bailando una canción que seguramente sería de Taylor Swift, su cantante favorita. Finalmente, Brenda se decidió. La llamó, pero las ventanas estaban cerradas y la música estaba demasiado alta como para que la oyera, así que cogió unos cuantos guijarros y los arrojó contra su ventana. Consiguió llamar su atención, y Haley abrió la ventana. Parecía estar de buen humor, porque incluso le sonrió, como si no hubiera pasado nada.

- ¡Brenda! ¿Qué haces aquí a estas horas?- 

- Bueno... verás... no tengo dónde pasar la noche...-

- ¿Has discutido con tus padres o algo?- 

- No... bueno... es que han vuelto a ocurrir cosas raras... en mi cuarto... los cajones y el armario parecen haber cobrado vida y...- apenas hubo acabado la frase, Haley puso una sonrisa estúpida en la cara y le cerró la ventana, volviendo a bailar como si fuera una cantante famosa en un concierto.

<< En el fondo lo sabía... pero no tengo más remedio que seguir intentándolo con Mitchie y Sandra... no puedo volver a casa...>> pensó.

De hecho, prefería mil veces soportar la humillación a la que sus amigas pudieran someterla que tener que volver a casa, con todas las cosas horribles que estaban sucediendo. Se encaminó hacia las casa de las otras dos... pero sólo obtuvo resultados similares. Desesperada, se dio cuenta de que el único al que podía recurrir entonces era Mathew. Soportando el frío de la noche, y sin dejar de oír un murmullo apagado cada vez que pasaba cerca de un árbol, fue hacia la casa de su novio, con la esperanza de que él la comprendiera.

La cara que puso Mathew al verla en su casa a esas horas de la noche un domingo, fue indescriptible.

- Bren... Brenda... ¿qué haces aquí tan tarde?-

- Necesito tu ayuda...- dijo, medio llorando.

Él miró hacia arriba, a las escaleras, como si sus padres fueran a bajar en cualquier momento.

- Entra, pero no hagas ruido... mis padres están durmiedo ya...-

La hizo pasar y se sentaron en el sofá. 

- Dime... ¿qué te pasa? ¿Por qué lloras?- le preguntó él.

Ella se secó las lágrimas.

- Mira... sé que esto que te voy a contar no es nada fácil de creer... pero... lo que sea que hayas oído por ahí de mí sobre que escuché voces en el bosque... es verdad... de hecho las sigo oyendo, a todas horas... Creo que las chicas y yo despertamos a algunos espíritus cuando hicimos la ouija la semana pasada, pero ellas no me creen... y ahora están pasando cosas raras en mi cuarto, ¡es horrible! Los cajones se abren solos, la bombilla explotó y el armario se ha vuelto loco... Tenía tanto miedo que antes de darme cuenta estaba en la calle, pidiéndole a Haley, Mitchie y Sandra que me dejaran quedarme en sus casas... pero siguen sin creerme... no puedo volver a casa, Mathew...- dos lágrimas resbalaron de nuevo sobre sus mejillas, estaba completamente aterrorizada. Pero lo que más miedo le dio fue el silencio que se produjo: Mathew la miraba con una expresión indescifrable, con la mano apoyada en el mentón como si estuviera asimilando todo lo que ella le había dicho... parecía que iba a apoyarla, pero de pronto sonrió sarcásticamente y comenzó a aplaudir con estruendosidad, ya sin preocuparse por despertar a sus padres. 

-¡Bravo! ¡Bravo! ¡Te juro que he estado a punto de creérmelo!- dijo él, ella lo miraba, atónita.- ¿Por qué no entras en el club de teatro? ¡Eres una gran actriz!-

El mensaje del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora